1.- Gozo en las pruebas. – Unirse a Jesús con María.
Regocijaos en el
Señor, ¡oh vosotros los que sois despreciados, humillados, contradecidos,
juzgados, condenados… los que veis vuestros planes frustrados, vuestro celo
paralizado…, hundirse todo en torno vuestro…, los que sois traicionados, mal
correspondidos, abandonados… y que ahora mismo os halláis en las más profundas
tinieblas, en desamparo interior… y parece que estáis privados de todo socorro…
Regocijaos, sin embargo, por encima de todo de lo que sentís; es la hora del
Calvario; mirad a María y con Ella permaneced en pie… así, cerca de la Cruz,
unidos íntimamente, ajenos a toda opinión y sentimiento, puesto que todo lo que
os rodea son tinieblas, silencio…, salvo del lado de los que blasfeman e
insultan vuestro dolor.
Si, permaneced ahí,
con María, unidos al sacrificio del Salvador… a esta Hostia que hasta el fin de
los siglos será ofrecida en todos los altares del mundo…; unidos a esa primera
Misa que contiene todas las Misas…; unidos en un sencillo acto, sin mirar más
que a Mí, adheridos a mi oblación.
2.- Disposición interior de humildad, de caridad, de
conformidad.
Permaneced también vosotros en un santo silencio, no sólo
exteriormente evitando toda queja, todo
lamento, sino también interiormente. No os permitáis ni una sola mirada
voluntaria sobre las causas, las consecuencias…, sobre los que han contribuido
a este sufrimiento; abrazadlos a todos en vuestro corazón, pidiendo para todos
las gracias de mi Amor Misericordioso, el cumplimiento de mis designios, mi
gloria en ellos.
Permaneced sencillos
y humildes… en mi Amor… No juzguéis a los que os juzgan, tengan o no derecho a
ellos…; excusadles a todos y pensad caritativamente de ellos… Si alguna
autoridad superior interviene y os condena, guardaos todavía más de quejas y
censuras, pues eso sería ofenderme y perder el fruto que yo pretendo saquéis de
la tribulación. Lo que debéis hacer es humillaros, considerándoos inferiores al
que os condena, pensando que hubierais sido capaces de hacer un daño
incomparablemente mayor del que se supone en vosotros… Avívese en vosotros el
espíritu de fe, tanto más cuanto más sufráis y menos comprendáis… ¿Qué importa?...
Creed que cada uno obra según su gracia y que la vuestra en estos momentos
consiste en mantenerse bien humildes, bien sumisos y desconfiados de vosotros
mismos, pero más que nunca entregados a la obediencia, viéndome siempre en mis
representantes y aceptando todas sus disposiciones, todos sus dictámenes…
consideraos siempre sus inferiores, de corazón, de espíritu, de voluntad.
Someteos, no al hombre y a su criterio, sino a lo que os manifiesta como
representante de la autoridad de Dios. Así como debéis tender siempre a uniros
en Mí y a Mí debéis someteros y a Mí es a quien debéis obedecer, del mismo modo
en todos estos encuentros, jamás
debéis juzgar al que os juzga y condena, sino asentir humildemente, pensando:
es el Señor quien lo hace o lo permite para que yo le rinda homenaje de
obediencia y fidelidad.
3.- Pureza de fe en la sumisión. – Vigilar y orar. –
Colocaos cerca de María.
Que este sea el gran
pensamiento que domine en vuestras almas: ofrecedme vuestro servicio y vuestro
amor… En estos momentos, no seáis una carga para los que os gobiernan; que nada
debilite vuestro espíritu de fe, vuestra sumisión, vuestra adhesión. Esas son,
verdaderamente las horas que más han de valeros, aquellas en que puedo probar
si me sois fieles, si verdaderamente os amáis, si vuestra obediencia depende de
las personas o de las cosas… o si sólo existe en aquello que es según vuestra
inclinación y agrado… Por eso os digo: regocijaos en esta hora… regocijaos
sobrenaturalmente… Este es el instante en que mejor podéis asemejaros a vuestro
Maestro. Mas porque sois débiles, muy débiles, y por vuestro propio esfuerzo no
podéis permanecer en pie, permaneced muy cerca de María; vigilad y orad para
que no os sorprenda la tentación. Y sobre todo, no os entretengáis en mirar hacia
atrás o hacia adelante, vuestra gracia está en el momento presente…
4.- Permanecer en paz y en amor. – Las gracias del
Calvario son gracias de predilección.
Permaneced en mi paz;
permaneced en mi amor. Para esto sed sencillos, tened un corazón humilde y manso…
No imitéis a los que vacilan al menor solo de viento… Yo permanezco siempre el
mismo: os amo; creed en mi amor… Amad a vuestros hermanos, a todos vuestros
hermanos… Bendecid mi santo Nombre, acordándoos de que las gracias del Calvario
son gracias de elección; que allí encontraréis a mi Madre, a Juan, a Magdalena
y a algunas mujeres fieles al pie de la Cruz: permaneced con ellas.
P. M. SULAMITIS.