1.- En qué
consiste la verdadera reparación. – La perfecta Caridad.
Sería un error muy grande creer
que Nuestro Salvador Jesús consagró solamente el tiempo de su Pasión a la
reparación… o creer que solamente aplicó a este objeto los sufrimientos de su
vida mortal… Se tiene muy a menudo una falsa idea de lo que es la Reparación, y
lo mismo sucede con la Caridad.
La
verdadera y perfecta Reparación consiste en la Unidad pedida por Jesús a sus Apóstoles la víspera de su muerte. “Qué sean Uno en nosotros. ¡Yo en ellos y
Vos en Mí!.
El que quiere practicar la
perfecta caridad permanezca en unión con sus hermanos en Jesús, y por Jesús en
el Padre… Ese es el fin que se propone la Santa Iglesia.
2.- La Santa
Iglesia – lo que es – sus tesoros.
No
se comprende bastante lo que es la Iglesia… Es la Sociedad divina de los
Cristianos establecida por Jesucristo, el enviado del Padre, y vivificada con
su vida por medio de la gracia… comunicada especialmente por los Sacramentos…
Sociedad movida y gobernada por el Espíritu Santo que obra en todos los
miembros bajo la vigilancia de aquellos que están investidos de una especial
autoridad a este fin. Esta Iglesia tiene en su poder los tesoros infinitos de
los meritos de Jesucristo, los de la Santísima Virgen y de los Santos… y todos
los cristianos, es decir, cuantos forman parte de esta admirable sociedad y
están en estado de gracia, son admitidos a la participación de estos tesoros
infinitos…; y todo el bien que ellos hacen, aunque sea el acto más pequeño de
amor de un niño pequeñito… aumenta esos tesoros y aporta su humilde
contribución a la Iglesia de Dios.
3.- La vida
de Jesús sobre la tierra: UNO en nosotros y con su Padre en el Espíritu Santo.
Cuando habitaba en la tierra
–podría decirnos Jesús– me consideraba como el Jefe de mi Iglesia y lo hacía
todo en nombre de cada uno de sus miembros por la gloria del Padre… uniendo, ya
desde entonces, a cada uno de mis pensamientos, a cada uno de mis actos, a cada
uno de mis sufrimientos… todos los pensamientos, palabras, acciones y
sufrimientos de cada uno de esos miembros amados de mi Iglesia…; y los ofrecía
al Padre, abismados en los míos como gotitas de agua en un océano infinito… Y
al contacto divino de mis actos, infinitamente perfectos, purificaba lo que
había de imperfecto, santificaba lo bueno y daba un valor digno de Dios a
vuestros actos humanos, tan imperfectos en sí mismos y una nonada ante Dios,
por la desproporción que hay entre lo que le es debido y lo que podéis darle
por vosotros mismos… Y aún esto no podríais dárselo si Él no os proporcionara
lo que para eso es necesario.
Mi
vida en la tierra fue, por lo tanto, una donación permanente de Mí al Padre en
nombre de todas las criaturas; pero especial y eficazmente en nombre de mi
Iglesia… Así he realizado la Unión (el
unum) con vosotros y en el Padre.
4.- El deseo
de Jesús es que nosotros realicemos también esta UNION.
Ahora
quisiera continuar en vosotros la realización de este misterio mío de la
Caridad divina. La Caridad es que os améis como Yo os he amado, o sea, que
continuéis viviendo como Yo he vivido, haciendo lo que Yo he hecho. Yo soy
vuestro Mediador… Permaneced todos unidos
en Mí.
Habitáis
en Mí por medio de la gracia, pero quisiera que vosotros, los que por lo menos
queréis ser más especialmente míos, respondieseis más completamente a mis
designios; quisiera que realizaseis con vuestra conducta esa unidad que mi amor espera de vosotros.
5.- Frutos
que deben sacarse de la Santa Comunión y de la presencia del Espíritu Santo en
el alma.
Cuando voy a vosotros en la Santa
Comunión… cuando permanezco en vosotros por medio de mi Espíritu, pedidme que
os comunique mis propias disposiciones y os veréis también llevados por ese
movimiento de unión con el Padre y con las almas… en la unidad que Yo reclamo.
Y
vosotros también, unidos conmigo, lo haréis todo por la moción del Espíritu
Santo, por la gloria del Padre, en nombre de todos vuestros hermanos…
6.- Cómo
practicar esta unión que Jesús nos pide.
Si
alguien hace oración, no se considere como si estuviera aislado, sino que unido
a Mí, – sin quien nada podéis hacer –, ruegue en nombre de todo el Cuerpo
místico, en unión con aquellos que mejor lo hacen y para suplir a los que oran
menos o malamente o de ningún modo… Que el que toma su alimento lo haga en
unión conmigo en esa misma acción, y por Mí, con todos los que están unidos
conmigo, con mis Santos, que lo hacen mejor, con los que mezclan en esta acción
muchas imperfecciones y no piensan en darme gracias… El que trabaja, sufre,
llora… hágalo unido conmigo y en Mí, con aquellos que me están unidos y cuyos
mismos actos he ofrecido por la gloria del Padre… los Santos y los imperfectos…
Al Padre he dado Yo gracias y gloria… le he tributado el homenaje perfecto, en
nombre de todas las criaturas… y mi gozo y mi gloria sería encontrar asociados
verdaderos que continuasen mi vida de esta manera… consagrándome la suya por
sus hermanos en ese perpetuo ejercicio de caridad que forma al mismo tiempo la
reparación perfecta… Entonces Yo podría a todas horas venir a tomar en esas
almas lo que el Señor necesita…
Si
algunos hay que en varios puntos me privan de mi gloria, Yo sabré tomar mi
revancha. Todo ha de servir para cumplir mis designios… vuestras acciones, tentaciones,
sufrimientos y hasta vuestras alegrías; hacerlo todo y sufrirlo según mi
modelo… en conformidad conmigo, unidos a Mí, por la gloria del Padre y en
nombre de todos vuestros hermanos, que hacen o han hecho este mismo acto, han
padecido o padecen esta misma pena… aplicándoos sencillamente, como Yo mismo lo
hice, a comunicar con la Voluntad del Padre tal cual se presenta de momento en
momento… y en este mismo minuto presente, comunicar (comulgar) con mis
disposiciones íntimas para con el Padre y las almas…
Si
os encontráis con el alma destrozada, en vez de tratar de alejar el obstáculo,
haciendo cambiar el alma de vuestro prójimo, iluminándola por medio de vuestras
industrias… o haciendo mil pesquisas examinándoos para ver hasta qué grado
habéis sido culpables en esto o aquello… humillaos bajo los demás; poneos en el
último lugar en vuestra propia estimación y ofrecedme mis dolores de la agonía…
adhiriéndoos a la voluntad del Padre y entregándoos a pesar de vuestras
repugnancias, para beber el cáliz por completo… en nombre de cuantos sufren en
esta misma hora este mismo sufrimiento que os apena… Esta sencillez os hará
libres y os mantendrá al mismo tiempo en una humildad profunda y en la práctica
de la caridad perfecta… y si se presentase algún acto costoso de cumplir,
hacedlo con este mismo espíritu, por mi gloria, unido conmigo y con vuestros
hermanos bajo la acción de mi Espíritu.
Qué
vida tan hermosa la que aleja toda rebusca de sí mismo y consigue que el alma
permanezca perpetuamente, como Yo, en estado de sacrificio… de entrega de sí
mismo, de su persona así como de su vida, por la gloria del Padre y la
salvación de las almas…
7.- Darme
gloria y devolverme amor: eso es lo que debéis hacer siempre…
Es preciso hacerlo durante toda
vuestra vida y aún en las más pequeñas acciones… porque siempre hay y habrá
almas que piensan, que hablan, que andan, que gozan, penan, trabajan, que obran
y hacen todo lo que a esta misma hora estás tú haciendo… y rezan como tú, y
cuando llegue la hora de la Pasión, de la verdadera agonía y de la muerte… las
sufriréis del mismo modo, uniendo vuestra muerte a la mía… a la de mis Santos y
la de todos los cristianos y todas las criaturas, para que aumente Yo, aún en
este momento, el número de mis elegidos… Las almas que están en el Purgatorio y
en cuyo nombre habréis de obrar, se verán aliviadas con ello y mis Santos se
llenarán de gloria y regocijo.
8.- Cómo debería ser la vida de los cristianos.
La vida de los cristianos debería
ser una perpetua comunión con la Mía y por ella con la Voluntad del Padre y de
vuestros hermanos.
Creo en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo… Creo en la Santa Iglesia, creo en la Comunión de los Santos…
Donación de sí mismo, donación de la propia vida a Dios y a las almas en la
Caridad, en la Unidad.
9.- No ser rémora sino un alivio para la Iglesia y
para nuestros hermanos.
No seáis una rémora para mi
Iglesia y para vuestros hermanos, sino que cada uno se esfuerce, por el
contrario, en aligerar la carga de los demás, exterior e interiormente… Yo
soporté particulares sufrimientos por cada falta, una tristeza, un dolor
proporcionado a la gravedad de vuestras culpas y también a cada gracia
recibida, las cuales debieran servir para haceros estimar mejor mis dones y
para utilizar con más fidelidad las ocasiones que os doy… Cuanto más amo a un
alma, cuanto más le he dado, más sensibles son sus infidelidades para mi
Corazón…
Lo he visto todo: vuestra
fidelidad, vuestra delicadeza… pero también vi vuestra resistencia a la gracia…
He visto las almas que habían de ser las más amorosamente cooperadoras en la
gran obra de la Redención… las que terminarían en sí mismas lo que falta en mi
Pasión, y las que terminarían lo que falta a mi Vida… y que desean continuarla,
con mi gracia, en la media posible… ¡Cuánto me consoló esta visión!...
10.- JESUS
MODELO DE REPARACION – el elemento de la reparación no consiste tanto en el
sufrimiento como en el amor y el cumplimiento de la voluntad del Padre.
El sufrimiento físico no es el
sólo elemento de la reparación; preferiría Yo sobre todo la completa entrega de
las almas, como Yo me entregué, hasta la Cruz si es necesario, pero entregadas
ya en la vida común, sencilla y ordinaria… Mi verdadera Pasión duró un día
apenas… pero realicé la reparación amorosa durante treinta y tres años.
Cada uno de vuestros minutos, así
como los míos, está marcado por la manifestación de una voluntad del Padre…
Esta voluntad es la que, hecha en unión conmigo, en nombre de vuestros
hermanos, formará vuestra reparación sobre la tierra… No hay que buscar nada…
nada hay que pedir sino solo el amor para obrar bien… No hay que rehusar nada…
sino recibirlo todo de manos del Padre como hijo amante… con un corazón agradecido…
alegre… sin detenerse en las causas segundas, con sólo esta respuesta: “El
Señor lo quiere, lo necesita. ¡Sí, Padre mío, sí, porque así lo queréis Vos!”.
Y en todas las circunstancias,
miradme a Mí, manteneos por medio de mi Santo Espíritu unidos conmigo… Él
reproducirá mis disposiciones en vuestra alma como lo hizo en la Virgen mi
Madre…
No temáis… porque es el corazón de
un Padre el que con tierno amor dispone todos los acontecimientos de cada día…
No os pido que os entreguéis al sufrimiento, sino que os entreguéis al amor…
que seáis hostias de caridad para vuestros hermanos… en unión con la Hostia
divina… y de todas maneras… interiormente, por medio de la oración y por la
ofrenda… exteriormente, por la donación, la inmolación cuando se presente la ocasión…
porque es preciso saber inmolarse, teniendo la naturaleza que tenéis, para
poder mostrarse siempre buenos.
El sufrir es accesorio,
transitorio. Lo esencial es la caridad de corazón… el amor. No pidáis el
sufrimiento, a no ser en caso especial aprobado prudentemente; muchos que lo
pidieron se han arrepentido de ello y se descargan sobre los demás; pero
tampoco lo rechacéis.
Es mejor vivir como hijos
confiados en su buen Padre… que procuran sonreírle constantemente… preferir lo
que Él prefiere, no querer ni más ni menos de lo que Él quiere… estando tan
dispuestos a partir, a obrar como dóciles para abstenerse y callarse… Tened los
ojos siempre fijos en Mí para leer en Mí la voluntad del Padre… y correr a su
voz… He aquí lo que Satanás y los pecadores no quieren hacer… UNIÓN en Mí:
hacedlo vosotros, hijos míos… En los días de prueba y de flaqueza, si os habéis
conducido con languidez, ofrecedme a Mí, ofreced a vuestros hermanos y sed a
vuestra vez más valientes para suplir por los que, vacilantes, necesiten otro
día un socorro particular.
Los tesoros de la Iglesia son
infinitos, pero es preciso ir a buscarlos… Lo podéis hacer cuando queréis… en
la medida que os place… tomadlos sin cesar… Cuanto más unidos estéis conmigo y
con vuestros hermanos, cuánto más me os deis, mayor derecho tendréis para
adquirir estos tesoros… Los poseeréis a medida de la Fe que tengáis.
PADRE
QUE SEAN UNO EN NOSOTROS
¡YO ESTOY EN ELLOS… Y VOS EN MI!
¡Padre Santo! Por medio del
Inmaculado Corazón de María, os ofrezco a
Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco yo mismo en Él, con Él y por Él a
todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.
PRACTICA:
Para probaros mi amor y hacer la
reparación que vuestro Corazón desea, me aplicaré a vivir verdaderamente mi
vida de Hijo de Dios – por la Fe y la Caridad – mirándoos como a mi buen Padre, y a los hombres como hermanos
míos, y esforzándome en permanecer en la UNIDAD con Vos y con ellos en
Jesucristo Nuestro Señor.
P. M. SULAMITIS.
(Obra del Amor Misericordioso).