NOVENA perpetua al Amor Misericordioso del Corazón de Jesús por
intercesión de María Mediadora.
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Pedir a Dios con confianza es obedecer a Jesús, honrar y regocijar su
Amor Misericordioso.
Jesús, el Hijo único de Dios, el Amado
del Padre, ha dicho en su Evangelio: “Pedid
en nombre mío”. “Todo lo que pidiereis os será concedido”… “Pedid.. a fin de
que el Padre sea glorificado en el Hijo”…
Estas
palabras nos revelan la disposición del Corazón de nuestro Dios respecto de
nosotros… Él es Padre… infinitamente rico, infinitamente poderoso…
infinitamente bueno e infinitamente sabio… para dispensar sus beneficios a sus
hijos.
Es una alegría para su Corazón hacernos
bien y ver que acudimos a Él en todas nuestras necesidades. Acudamos, pues, a
Él… primeramente, por nosotros mismos, por los bienes que de Él esperamos
recibir; pero también por Él… para
consolar su Corazón desbordante de amor, que tiene necesidad de derramarse
sobre los indigentes, los menesterosos
para colmarlos de su abundancia.
Lo mismo en nuestras necesidades
materiales que en nuestras necesidades espirituales, vengamos a Él… llamemos a
la puerta de su Corazón, de su Amor Misericordioso. Este acto de humildad y de
confianza le da honor y es al mismo tiempo un testimonio de nuestra fe, por el
cual atestiguamos que todos los bienes se hallan en Él y que estamos seguros de
la bondad de su Corazón.
Vengamos a Él, por María, nuestra
Mediadora universal, en sus designios de amor… Esto alegrará más todavía su
Divino Corazón, que se complace en recibir las súplicas de su Madre y hacer
pasar por mano de ella sus gracias y beneficios.
Con qué disposiciones debemos pedir.
Hemos
de pedir como pide el hijo de un Dios… un hijo que sabe que es entrañablemente
amado de un Padre infinitamente rico, sabio y todopoderoso.
Vayamos a María, como hicieron los
siervos de Caná, y María presentará nuestra demanda; y si Jesús parece no
responder al momento como esperábamos, María nos sostendrá en nuestra esperan y
musitará al oído de nuestro corazón: Tened confianza y “haced todo lo que Él os diga”.
¿No
vemos que muchas veces no van nuestras súplicas acompañadas de estas
disposiciones?... Frecuentemente son hechas sin estos sentimientos de humildad,
de paciencia, de obediencia… Nuestra voluntad no es la de un siervo: pedimos
con un querer determinado, lleno de exigencia, que no sufre demora…: se desespera
y, en la dilación, se pierde la confianza… Se cambian los papeles, y osamos hablar a nuestro Dios como señores;
no queremos condición alguna… y casi le obligamos por sus propias palabras, si
así se puede hablar, a obedecernos. ¿Es así como se debe pedir…? ¡Qué disparate
y qué locura pedir de esta manera!... Se diría que osamos creernos y hacernos
superiores a Dios… ¡sabiendo mejor que Él lo que nos conviene!... Hacemos como
el niño que quisiera forzar a su padre a darle el cuchillo con el cual se ha de
herir.
Aprendamos nosotros, los amigos de Jesús,
a orar y pedir como conviene, exponiendo por medio de María nuestras
necesidades al Corazón de nuestro Padre: “No
tienen vino”. “Señor, ved que está enfermo el que amáis”… y de antemano
demos gracias por el favor y beneficio que del Corazón de Dios saldrá para
nosotros o para nuestros hermanos… porque jamás oración alguna quedará sin
fruto.
Si Dios difiere el concedernos, es para
darnos después, según dijo a santa Gertrudis, tres veces más de lo que necesitamos.
Si se lleva a las personas que amamos,
después que le hemos expuesto su mal con una fe sincera… es porque los quiere
en una vida mejor: es por su bien.
Dar gracias anticipadas. – Dios concede siempre lo mejor.
Tomemos
la santa costumbre de dar gracias anticipadas a nuestro buen Padre por la
gracia concedida, cualquiera que ella sea… con la firme convicción de que
obtendremos lo que deseamos, si ha de ser para gloria de Dios y bien de las
almas: y si no, obtendremos algo aún
mejor.
No
conocemos el Corazón de nuestro Padre Celestial, ni conocemos su Amor
Misericordioso: de ahí provienen tantas penas, tantas inquietudes, tantas
dificultades en someternos… Si así no fuera, bien podríamos sentir la rebeldía
de la parte inferior, la repugnancia, el temor natural, la aprehensión… mas
también experimentaríamos una gran fortaleza para decir con Jesús: ¡Padre, no se haga mi voluntad, sino la
tuya! Mi naturaleza quisiera la exención del sufrimiento para mí y para los
míos; pero Tú sabes mejor que yo lo que es razonable y bueno… y como yo quiero
lo mejor y más conveniente, quiero también, por encima de los deseos de mi naturaleza, lo que Tú
quieres ¡oh Dios mío!
Este es el último trance, el abandono…
La pobre alma pide y clama con fuertes alaridos: ¿Por qué me has abandonado? Pero María nos recordará que es para
que el alma haga el acto de amor supremo, el abandono en el mismo abandono: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Comunión de los santos. – Unión a
todos los que hacen la novena.
Hemos
de pedir, sobre todo, los unos para los otros, la inteligencia del Corazón de
Jesús, la inteligencia del Amor infinito, misericordioso y paternal de su
Corazón.
Unámonos a la Novena perpetua al Amor Misericordioso que se hace en muchas
Comunidades de diferentes Órdenes para establecer esta unión de los Amigos del
Corazón de Jesús entre sí…
Unámonos para pedir que todos los que
hacen esta Novena reciban del Corazón de Jesús, de su Amor Misericordioso, la
gracia más excelente para la gloria de Él, que es la propia salvación, o el
bien de las personas que son encomendadas y, sobre todo, un mayor conocimiento
del Amor de su Corazón, con un deseo más ardiente de corresponder a él con
fidelidad.
Unámonos para dar gracias anticipadas
por todos los que ni se acuerdan de hacerlo ni lo harán.
Atraigamos auxilios… don de luz, don de
fortaleza… para que las almas reciban con fe y amor la gracia que les sea
concedida, sin turbarse ni desconcertarse, aun cuando, en el primer momento,
esta gracia parezca una decepción para la naturaleza, que no responde a las
necesidades ni a lo que se esperaba.
¿Pensáis que por esto hemos de ser menos
atendidos? Eso sería no conocer el Corazón del Dios infinitamente bueno; sería
hacerle inferior al de un padre o una madre terrenales, siendo así que su
Corazón es más amante, más tierno, más generoso, más desinteresado, más fiel
que todos los corazones de padres, madres y amigos reunidos en uno solo… ¿Quién como Dios?
Creámoslo
así sinceramente para todas las gracias de orden temporal, queriendo todo lo
que Él haga:
Creámoslo así sinceramente para todas
las gracias de orden temporal, queriendo todo lo que Él haga:
Creámoslo para las gracias espirituales:
Creámoslo para el Reinado de su Corazón,
para los intereses de su gloria.
Aun cuando muchas veces no comprendamos
en el momento, posteriormente los acontecimientos nos obligarán a exclamar: El Señor es infinitamente bueno y
misericordioso; bien está lo que hizo.
Que
esta Novena al Amor Misericordioso sea, sobre todo, la novena de la gloria de
Dios, la novena de la gloria de su Corazón… Es preciso que Dios sea
glorificado… que el Padre glorifique al Hijo, que el Hijo glorifique al Padre,
y que todos, movidos por el Espíritu de Amor, exclamen: “¡Qué bueno es el Señor! Bien sabía yo que era bueno, pero no que
fuese tan bueno, ni que se ocupase tanto de su criatura”.
Invocar
a S. Miguel.
Invoquemos con este fin a S. Miguel, el
arcángel de la gloria de Dios, para que con él, con su poder, impida la acción
de los espíritus malignos, les aleje de los que hacen esta novena y de aquellos
por quienes se hace… a fin de que el Amor Misericordioso pueda ejercer su
acción sobre todos, haciéndoles experimentar los efectos de su divina bondad.
Súplica.
¡Corazón
de Jesús, haceos conocer como sois en realidad… infinitamente bueno… Amor
Misericordioso!... ¡Que todos acudan a Vos y os glorifiquen en toda la tierra!
¡Oh Jesús! haced que conozcamos a Vos y
conozcamos al Padre, Amor Misericordioso como Vos, a fin de que el Padre sea
glorificado en Vos y Vos en el Padre… por el Espíritu Santo.
Advertencias.
Esta
Novena se hace a gloria del Amor Misericordioso y a fin de atraernos sus
favores y darle así ocasión para manifestarse a nosotros, dilatando nuestras
almas, inclinándolas a la fe e impulsándolas al amor… a llevar una vida de
amor, en la imitación de su Bondad, y a tributarle nuestra gratitud en nombre
del mundo entero, contribuyendo de esta manera a promover su Reinado de
Caridad.
Los que deseen hacer esta Novena, podrán
unirse a las que se hacen en varias Comunidades y que empiezan los días 1º, 11
y 21 de cada mes. En los meses que tienen 31 días se ofrecerá un día particular
en acción de gracias y con el fin de obtener al mismo tiempo el Reinado de la
Caridad.
Se aconseja encarecidamente unirse cada
día a las misas que se celebran en diferentes puntos, en honor del Amor
Misericordioso del Corazón de Jesús, a todas sus intenciones y en nombre de
todas las criaturas.
Que se unan también con la mayor frecuencia
que puedan durante el día a las misas que se celebran en el mundo entero:
350.000 misas cada 24 horas;
4 elevaciones por segundo.
No dejen de aprovecharlas y ofrézcanlas por
las intenciones indicadas, cada hora, o cada media hora si quieren, en unión con
las almas que tienen esta santa costumbre.
Esta unión a las misas que se celebran
podrá hacerse en la siguiente fórmula:
¡Oh
Jesús, Sacerdote Hostia, por María, yo me ofrezco en Vos, tengo hambre de Vos,
me uno a Vos! Hacednos uno en Vos.
Modo de hacer la Novena.
Las
oraciones más indicadas por la santa Iglesia son, para decir cada día:
El Padre
nuestro, la misma oración de Jesús al Padre… que nosotros haremos con Él,
del fondo del corazón;
El Ave
María, recurso e invocación a María Mediadora;
El Gloria,
acción de gracias anticipada por la gracia obtenida;
La Ofrenda
de Jesús al Padre, que es el don más excelente que podemos hacer a Dios por
María Mediadora, para gloria suya, nuestra acción de gracias, nuestra reparación,
nuestra súplica… a fin de dilatar su Corazón y atraer las gracias de su Amor
Misericordioso sobre el mundo entero.
Oraciones
para todos los días.
Padre nuestro, Ave María, Gloria.
Ofrenda.
– Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús
vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco a mí mismo en Él, con Él y por Él, a todas
sus intenciones y en nombre de todas las criaturas[1]…
para gloria y alegría de vuestro Amor
Misericordioso y para facilitar vuestro Reinado de Amor y de Caridad.
Oh María Mediadora universal, Arca de la Alianza, Reina de Amor y
Madre de Misericordia, rogad por nosotros.
Oh SAN MIGUEL Arcángel,
Príncipe de la celestial Milicia, Abanderado y Heraldo del Rey de Amor
Misericordioso, despliega tu poder en apartar todos los obstáculos y hacer que
venga pronto el Reinado de la Caridad en el mundo entero.
Prácticas.
La
novena más eficaz es aquella en que la oración va acompañada de actos de virtud…
la que se hace con más grande amor y humildad… porque el secreto para ganar el Corazón de Dios es hacerse pequeñito… y
aprovechar las ocasiones de decir sinceramente: “he faltado… hice mal… no tengo
razón”… disculpando y honrando al querido prójimo…
Para
cada día de la Novena.
Día
1º: Abandonar todas las cosas en Él. Recibirlo todo de Él, en cada instante (Confianza y abandono).
Día
2º: Aplicarse a pensar, hablar, obrar como
Él, según las circunstancias (Imitación).
Día
3º: Unirse a Él en todo lo que se
hace. (Unión).
Día
4º Hacerle un “Cielo de Amor en el alma”. (Recogimiento).
Día
5º Hacer de nuestra vida una “Comunión perpetua” con su Voluntad divina, con su
actual beneplácito. (Fidelidad al deber
del momento).
Día
6º: Ofrecer en unión con Jesús al Padre incesantemente… en todas nuestras
acciones, en nombre de todas las criaturas. (Ofrenda).
Día
7º: Hacerle una “Fiesta perpetua”, viviendo siempre contentos con todo lo que
nos sucede, con todo lo que Él hace o permite (Alegría y agradecimiento).
Día
8º Esforzarse por ser buenos como Él es bueno, y misericordiosos como Él... (Caridad).
Día
9º: Olvidarnos de nosotros mismos y de todas nuestras penas y aflicciones, pensando
que El es dichoso. Así seremos
dichosos con Él. (Olvido propio y puro
amor de Dios).
Día
10º En la sagrada Comunión comunicarse
con el Amor, llevarlo consigo… y aplicarse a poder decir con verdad, en
nuestra conducta:
Vivo, pero no
soy yo… es el Amor,
“el Amor Misericordioso” quien vive en mí…”
P. M.
SULAMITIS.
* * *
NIHIL OBSTAT
FR. IGNATIUS
G. M. – REIGADA OP.
Censor.
Imprimatur:
Salmanticae, die 23 Julii 1930.
FRANCISCUS,
Episcopus Salmantinus.
[1] 300 días de indulgencia cada vez
e indulgencia plenaria recitando esto durante un mes y confesando, comulgando y
orando a intención de S. S. (Pío XI, 10 Junio 1923).