viernes, 30 de septiembre de 2016

"Grave llamamiento a las jóvenes y a las mujeres cristianas"


“Hay una vergüenza del pueblo cristiano que concierne especialmente a las mujeres: la indecencia en el vestir… Es una verdadera ruina no tan sólo de su dignidad cristiana sino aun también de su dignidad humana. Hay algunas que buscan la manera de compaginar este proceder vergonzoso con la profesión de la religión y de la fe católica. Es una verdadera inconsciencia, que a almas que deben ser templos de Dios, las hace, como dice San Pablo (I Cor. VI, 15), miembros de mujeres de mal vivir. He ahí un gran mal y causa de otros mayores todavía… un mal contra el que no se podría clamar nunca bastante, no sólo para defender los templos materiales, sino también los templos de Dios, que deben ser la carne y el alma de todo cristiano marcado con el sello indeleble de Jesucristo”.

            (Encíclica “Quas Primas”, Dic. 1925, sobre Cristo-Rey, y discurso del Papa a los predicadores de Cuaresma de Roma en 1926).

Misión de la joven y de la mujer cristiana en la sociedad.

            Mientras vuestros hermanos, vuestros padres o vuestros esposos, ¡oh jóvenes doncellas y esposas cristianas!, combaten para conservaros la fe y proteger la religión… para defender los derechos del bien y conquistar la libertad… a vosotras os también incumbe también una parte, y es la de sostenerlos con vuestras oraciones y ejemplos en el cumplimiento del deber y en la prosecución del bien, por el reinado de Cristo, no en palabras sino en verdad…

            Se ha oído ya la voz del Papa dando la orden, levantando los ánimos y excitando a todos los sacrificios: ¿Os quedaréis atrás vosotras, cuya influencia es tan grande y tan eficaz en torno vuestro?... Tenéis que luchar también en estos momentos; y ¿de qué manera? Dando testimonio vosotras mismas de lo que sois y demostrando que pertenecéis a Cristo Rey… y a la Virgen Inmaculada, vuestra Madre… que seguramente deseáis ver reconocida en todas partes como Reina del Universo.

Asemejaos a María.

            Una hija ha de parecerse a su madre, tiene que encontrarse en ella cierto sello que la recuerde… Dirigid a María frecuentes miradas. ¿No os impresiona en Ella desde el primer instante su pureza, su candor, su modestia? ¡Es la Inmaculada!

            Vosotras que sois sus hijas, considerad lo que vuestra Madre celestial os podrá decir al miraros en este momento… reparad lo que en vosotras, en vuestra compostura, en vuestras miradas y conversaciones no fuere conforme a María e hiriera su vista virginal y tan pura…

Entrad en la Liga.

            Lo que forma también vuestro mayor encanto es el pudor y la modestia, no os expongáis a perderlo… Vivís en tiempos de contagio; una verdadera peste se propaga en estos momentos contra la pureza de las costumbres; sus progresos son crecientes… y muchas de las mismas almas que al principio los deploraban, poco a poco han ido dejándose invadir.

            El mal ha venido progresivamente; va acentuándose y adquiere proporciones aterradoras… Viene por vosotras, como antes vino por Eva. El remedio debe venir también por vosotras.

            No podéis permanecer insensibles cuando amenaza la ruina y la ira del Señor va a derramarse sobre un país: HAY QUE UNIRSE para forzar al Cielo, haciendo cuanto esté a vuestro alcance para que cesen los desórdenes que producen tantos males, y preparen otros aún mayores…

            Si habéis sabido manteneros en humilde modestia hasta ahora ¿no habéis sufrido cruelmente al tender la vista en derredor vuestro?

            ¿Cuántas veces, si sentís lo que valen las almas, la Sangre de Cristo, la eternidad… no habéis sido forzadas a bajar los ojos con una tristeza indecible, ante el modo de presentarse de vuestras compañeras, de vuestras amigas, de las que hasta ahora merecían vuestra estima?

            Ha llegado el momento; armaos de todas vuestras energías, a fin de promover por medio de esta Liga un levantamiento cristiano contrario a la disolución pagana…

            Y si os habéis dejado arrastrar, acogeos a la tabla de salvación; vuestra calidad de cristiana y tal vez el puesto que tengáis en tal o cual obra de celo os ayudarán en esta empresa.

Cómo podremos cooperar a este santo levantamiento.

            Hay que hacer en esta hora una verdadera campaña de ORACIONES para que la luz divina ilumine a las almas que corren al abismo como burlándose… ¿No se ha dicho: Velad y orad para que no caigáis en la tentación? (S. Mateo, XXVI, 41; S. Marcos, XIV, 20). Esta vigilancia debe efectuarse en el vestir, en los modales, en las conversaciones…

            ¿Por qué no ejercitar vuestro arte y vuestro buen gusto en un vestido verdaderamente cristiano, sin consentir que estas paganas, de las que vosotras mismas venís a ser esclavas, se os impongan y os arrollen?... Esto no es conforme a vuestro carácter cristiano… La mujer prudente ha de ser humilde, pero firme en su piedad, en su fe, en el cumplimiento del deber, en su celo por el buen ejemplo de la familia…

            ¿Qué será de los “pequeños”, si la hermana mayor, que hace las veces de ángel bueno, y la madre, no saben dar ejemplos de modestias y bondad?... ¿En qué peligros se verá su inocencia?... Pensadlo bien. Sois responsables de estas tiernas almas que debieran respirar en la familia el atractivo de la pureza, de la virtud… y aprender, con vuestro buen proceder, la práctica de mis enseñanzas…

            Volved a las BUENAS TRADICIONES, al verdadero celo; sabed sacrificar estos entretenimientos frívolos que debilitan el alma haciéndola vivir en las quimeras de la imaginación y no en la realidad de la vida…

            La doctrina de Cristo siempre es la misma, cuesta alcanzar el cielo lo mismo que antes, no se ha ensanchado la puerta, sigue estrecha (S. Mateo, VII, 14). Son muchos los que corren al abismo; no queráis ser de este número… Tened valor para renunciar a todo lo que no sea decente en vuestro vestir y en vuestra compostura.

Sosteneos mutuamente en esta empresa.

            Así como el mal ha venido por contagio, el bien tiene que producirse por un santo entusiasmo que arrastre a las demás…

            No seáis, para practicar el bien y contribuir a la salvación de vuestras compañeras y de la sociedad, más tímidas que audaces han sido los partidarios de Satanás para hacer llevar a tantas almas, aun aquellas que pertenecen a Cristo, la librea de su enemigo. Por la moda han logrado imponerse a un crecido número de almas. No hay apenas nadie que no haya sido atacado y que no haya sufrido en sí mismo o en la persona de su prójimo… Reaccionad generosamente. Abrazad en su totalidad los medios que os son ofrecidos.

            Tenéis que librar en estos momentos una verdadera batalla hasta alcanzar la victoria contra el mal. Sed generosas y fieles. Cristo os lo tendrá en cuenta. Trabajáis para el Rey, y María, que es la que ha inspirado esta CRUZADA CONTRA LA MODA, os contempla y protege. Ella ha de bendeciros y teneros por hijas suyas verdaderamente fieles, y en vuestro corazón reinará con su Divino Hijo.

            ¡Cuántas almas recibirán de esta manera la salvación por Ella!

            ¡Adelante! Por la gloria de Cristo y el gozo de su santa Madre. Los impúdicos no poseerán el Reino de Dios. (I Cor. VI, 10).

Promesas del Bautismo

            Yo renuncio a Satanás,  a sus pompas, a sus obras, y me entrego a Jesucristo, a su ley y a su Iglesia para siempre.

            María, Reina de las Vírgenes, rogad por nosotros.
            He aquí la esclava del Señor.

Ofrecimiento.

            Padre Santo, por el Corazón inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco yo misma en Él, con Él y por Él, a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

            (300 días de indulgencia cada  vez, plenaria una vez al mes. Pío XI, 10 de Junio de 1923).
P. M. SULAMITIS.

            NIHIL OBSTAT: FR. IGNATIUS G. M. REIGADA, O. P.
            27 Januarii 1930.

IMPRIMATUR:

FRANCISCUS, Episcopus Salmantinus. 

domingo, 25 de septiembre de 2016

"Enseñanzas del Amor Misericordioso: El Rosario"



1.- Excelencia del Rosario. – Uso que debe hacerse de él. – Rezarlo bien.

            Yo quisiera que se enseñase a las almas a rezar bien el Rosario, que se les mostrase su excelencia y utilidad y los frutos que pueden y deben sacar. En él se encuentra la oración vocal y la mental al alcance de todos.

            Quiero que el rezo del Rosario se vuelva a poner en vigor en esta época tan turbulenta en que tenéis tanta necesidad del socorro de María y de renovaros en la fe y en la práctica del santo Evangelio; en él encontraréis un medio excelente y fácil de pasar en revista mis principales misterios, para nutrir con ellos vuestras almas y sacar el fruto que deseo.

            Para las almas que no saben qué asunto de meditación han de tomar, nada más fácil que escoger cada día, por ejemplo, uno de los misterios del Rosario para nutrirse de él y vivirlo más particularmente en ese día. Para otras personas que no saben hacer la meditación, nada más fácil, que ponerse sencillamente en presencia del misterio; después de una corta reflexión, con un deseo sincero de aprovecharse del fruto de él, rezarán piadosamente el Padrenuestro en unión conmigo y con María en este misterio, después las diez Avemarías en unión con María y por último el Gloria. Esta práctica es un medio excelente de honrarme a Mí y a mi Madre Santísima.

            Yo querría, lo repito, que se enseñase a las almas a rezar bien el Rosario: esto supliría muchas faltas, se me daría una gran gloria y les atraería muchas gracias…

            Se reza con demasiada precipitación; la enunciación del misterio es para muchos una simple formula preparatoria para la decena; a la que no dan ninguna importancia. Del mismo modo, el Padrenuestro, el Gloria y las Avemarías: ¿cómo se dicen aún en público?...

            Sabed que es a vuestro Dios a quien habláis; es a Cristo Rey al que rendís vuestros homenajes; es a vuestra Reina, vuestra Medianera, a quien os dirigís; es a la adorable Trinidad a quien debéis dar gloria…

            Quiero que os deis cuenta de lo que hacéis cuando rezáis. Ciertamente, no pido que hagáis consideraciones sobre cada palabra del “Padrenuestro” y “Avemaría”, pero es necesario permanecer en una disposición profunda de unión a Mí, tener el deseo de honrar mi Santísima Madre y a Mí por Ella…

2.- El Rosario: preparación a la fiesta de Cristo Rey.

            Es necesario que de aquí en adelante, más que nunca, se emplee y siga el mes del Rosario como una seria preparación para la fiesta de Cristo Rey. Admirad la conducta de mi Providencia, que dispone todo para el cumplimiento de mis designios.

            Sacerdotes míos, instruid bien a los fieles, hacedles comprender en qué consiste esta fiesta y cómo soy Yo, Cristo Rey, el que honráis en estos diversos misterios, en cuanto que María, vuestra Medianera, es la Reina del Rosario, la Reina asociada de un modo incomparable a todos estos misterios, la Reina que debe conduciros junto al Rey y haceros gozar de sus beneficios.

3.- El himno de la fiesta del Rosario da luz sobre el pensamiento de la Iglesia.

            En toda la liturgia encontraréis grandes luces. Ved con qué disposiciones os dirigís a vuestra Reina en el himno de la fiesta. Le decís: A Ti rebosante de alegría (misterios gozosos); A Ti traspasada de dolores (misterios dolorosos); A Ti revestida de gloria eterna (misterios dolorosos); Oh Virgen Madre, a Ti dirigimos nuestros cantos…

            Bien lo sabéis, todos los loores dirigidos a María hacen eco en mi Corazón, me glorifican y atraen sobre vosotros mis favores.

4.- Pensamientos dominantes que deben ocupar nuestra atención. – Misterios gozosos.

            Cuando queráis honrar mis misterios gozosos, tomad los sentimientos indicados en este himno, y al rezar vuestras “Avemarías” pensad sencillamente:

            Dios te salve María, inundada de gozo cuando concebiste a tu Hijo; el Señor es contigo, etc.[1]. Después abrid vuestra alma para recibir la luz y la disposición de la voluntad según lo que os haya sido descubierto en este misterio. Haced igual en los demás misterios:

            “Dios te salve María, inundada de alegría cuando visitaste a Isabel; el Señor es contigo…

            “Dios te salve María, inundada de alegría cuando lo ofreciste en el Templo…

            “Dios te salve María, inundada de alegría cuando encontraste a Jesús en el Templo…

            Estos pensamientos tan sencillos os harán desear concebir también a vuestro Salvador en vosotros por la gracia y decir por ello como María un perpetuo Fiat: He aquí la esclava del Señor…

            En el segundo misterio desearéis que María renueve en vuestro favor las maravillas de su visita a Sta. Isabel… y pensaréis en la gracia que vosotros mismos recibís en la Comunión por la morada de vuestro Dios en vosotros. Desearéis permanecer por la gracia en la disposición de “Magnificat” y de caridad que os haga olvidaros constantemente a vosotros mismos. Otras veces, en unión con María, me suplicaréis que opere Yo mismo en las almas que encontréis.

            En el tercer misterio os representaréis el pesebre, y los Ángeles cantando “gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a las almas de buena voluntad”. Desearéis llegar a ser una se esas almas… o bien, pensaréis en el altar donde Yo desciendo cada mañana… o también podréis desear que María deposite a su divino Hijo en vuestro corazón en la sagrada Comunión, como entonces lo depositó sobre las pajas del pesebre.

            En el cuarto misterio, pensando en la alegría de la Santísima Virgen, os uniréis a su ofrecimiento…

            En el quinto, uniéndoos a la alegría de María, desearéis volver a encontrar a su divino Hijo en el alma de los pecadores y comprenderéis mejor la dicha que tenéis de permanecer siempre conmigo. En esta alegría aprenderéis, sin embargo, que es necesario ocuparse ante todo en los negocios de mi Padre y conservar, como María, todas mis palabras y ejemplos en vuestro corazón.

5.- Pensamientos dominantes que deben ocuparnos. – Misterios dolorosos.

            En los misterios dolorosos podréis decir:

            “Dios te salve María en tus dolores, cuando sentiste en tu Corazón la agonía de tu Hijo…

            “Dios te salve María en tus dolores, cuando sentiste en tu Corazón la flagelación de tu Hijo…

“Dios te salve María en tus dolores, cuando sentiste en tu Corazón la coronación de espinas de tu Hijo…

“Dios te salve María en tus dolores, cuando sentiste en tu Corazón la cruz con que tu Hijo fue cargado…

“Dios te salve María en tus dolores, cuando sentiste en tu Corazón la cruz en que tu Hijo fue clavado y quiso morir por nuestro amor…”

Y pensando en los dolores de la agonía desearéis uniros a Mí y decir conmigo y con mi Madre Santísima: “Padre mío, que se haga tu voluntad y no la mía…”

En el segundo misterio, el pensamiento de mis dolores hará que os parezcan ligeros vuestros sufrimientos y os ayudará a soportar con amor los pequeños dolores que tengáis que sufrir.

En el tercer misterio, sintiendo con María los crueles dolores de mis espinas, pensando que los sufrí para expiar los malos pensamientos, y que esta corona de espinas fue puesta sobre mi cabeza por los pecadores que no me quieren como Rey de amor… sentiréis deseos de hacerme una corona con el corazón de todos los hombres y prepararme aún mejor la fiesta de mi Realeza, por María, evitando todo cuanto me pudiera desagradar.

En el cuarto misterio, los dolores de María os excitarán a ofreceros para aliviarme en la persona del amado prójimo y llevar vuestra propia cruz con amor…

En el quinto misterio, los dolores de mi Santísima Madre os llevarán a compadecer los míos, os harán conocer a qué precio fuisteis rescatados, y por consiguiente, qué fruto debéis esforzaros de sacar mi preciosa muerte en la cruz.

6.- Pensamientos dominantes que deben ocuparnos. – Misterios gloriosos.

            Del mismo modo, diréis para los misterios gloriosos:

            “Dios te salve María, en los triunfos de tu Hijo en su Resurrección… en su Ascensión… oh Reina radiante de gloria.

            “Dios te salve María, en los fuegos del Paráclito cando recibiste una nueva plenitud de tus dones… oh Reina radiante de gloria.

            “Dios te salve María, en el brillo y majestad de tu Reino cuando fuiste introducida en él en cuerpo y alma… y cuando fuiste en él coronada, oh Reina radiante de gloria…”

        Regocijándoos con la gloria de mi Madre Santísima sentiréis crecer vuestra esperanza, aspiraréis a la resurrección gloriosa, implorando esta gracia con confianza y disponiéndoos a hacer cuanto sea necesario para adquirirla.

           Regocijándoos con María en mi Ascensión, pensaréis en el beneficio de la comunión de los Santos, alabándome por ello; miraréis al cielo, donde os espero con María, como la verdadera patria, hacia la cual debéis tender sin cesar, comenzando a vivir desde este mundo, por el cumplimiento de la voluntad del Padre, la vida que llevaréis eternamente… ¡Cómo endulzará vuestra muerte y la de los seres queridos que os precedieron en mi Reino el pensamiento de la resurrección! ¡Cómo os excitará a hacer y a procurarles cuanto sea necesario para poder estar reunidos en mi Reino de caridad! En unión con María, pensaréis en las gracias que habéis recibido del Espíritu Santo en el Bautismo y en la Confirmación, deseando ardientemente aprovecharos de la abundancia de sus dones, procurando que fructifiquen en vosotros.

            La vista de la muerte y gloriosa Asunción de vuestra Reina os hará comprender mejor el poder de su mediación, hará crecer vuestra alegría de ser contados entre sus hijos predilectos, aumentará vuestra confianza en Ella, y por Ella en Mí. Con vuestra confianza, crecerá vuestro deseo de corresponder a mi amor.

            La Coronación de María os hará desear llegar a ser uno de los florones de la corona de vuestra augusta Reina, lo que alcanzaréis si le tenéis una devoción especial.

7.- Tejed a vuestra Reina una corona de rosas, rosas de caridad.

            Fijaos en la estrofa siguiente de este himno sobre la que os esclarezco en este momento: la Iglesia invita a los pueblos a “coger las rosas de estos misterios”. Estas rosas simbolizan la caridad. Debéis, pues, conocer mejor mi amor en estos misterios, creciendo en él y respondiendo a él por vuestro amor y fidelidad, por un aumento de caridad…

            Con estas rosas, tejed a la gloriosa Madre del Amor Hermoso, bellas coronas de Avemarías, unidas por el Padrenuestro, mi oración, que encierra las virtudes que debéis practicar, y el Gloria a la adorable Trinidad. Esta gloria de la Sma. Trinidad es la alabanza incesante ofrecida por María, a la cual os unís para terminar pasando de María hasta MÍ. Diréis: “¡Oh Jesús, nacido de la Virgen, gloria a Ti con el Padre y el Espíritu divino por los siglos de los siglos!”.

            Decid enseguida: Reina del Smo. Rosario, ruega por nosotros; invocación tan dulce y tan profunda, cuyo sentido no comprendéis bastante, y que equivale a esta otra: Reina de todos los misterios del amor de Cristo Rey: rogad por nosotros, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

            P. M. SULAMITIS.

(Mensaje del Amor Misericordioso)

(De la "Vida Sobrenatural" de Salamanca, tomo XVI, año 1928. Con licencia eclesiástica).




[1] Si queremos podemos honrar del mismo modo el Corazón Inmaculado de María, por esta recitación del Rosario: “Saludemos a María cuyo Corazón fue inundado de alegría cuando concibió a Jesús, etc.”.

lunes, 19 de septiembre de 2016

"Las intenciones de Jesús"



Las intenciones de Jesús
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            El renunciar uno a sus intenciones para tomar las de Jesús, es procurar:

              A Dios, mayor gloria y gozo,

              A nosotros, más mérito y seguridad,

            A cada uno de los que quisiéramos encomendarle, mayor abundancia de gracias y bendiciones.

            A primera vista, ciertas personas temen sacrificar sus intenciones particulares, tomando las de Jesús. Ignoran que lejos de perder, ganarán mucho en el cambio, pues:
            
           1º Sus intenciones particulares están comprendidas en las de Él, que contienen las de todos los elegidos y todo el bien que pueda haber en la tierra.
            
           Si las intenciones de estas personas no estuvieran comprendidas en las de Jesús, es que no serían buenas; pues por poco bien que en ellas haya, sea de orden natural o espiritual, Jesús lo quiere. ¿No lo prueba Él a cada instante, por el cuidado amoroso de su Providencia en los más pequeños detalles de la vida?

            Si la caída de un cabello de nuestra cabeza, debe servir al bien de nuestra alma, y por lo tanto a su gloria, Él la quiere; y esta caída está en sus intenciones; puede ser objeto de su oración.

            Así mismo, si tenemos por intención el bien de nuestros padres, de nuestros amigos, ¿no los ama Jesús mucho más que los podamos amar nosotros, y como se trata de su bien, no lo desea Él mucho más aún que nosotros?

            2º Además, al tomar las intenciones de Jesús en lugar de nuestras intenciones personales, no sólo conservamos éstas, sino que las entendemos –por decirlo así– hasta lo infinito, las multiplicamos tanta veces como se multiplican en su simplicidad, las intenciones de Jesús; pues estando todas comprendidas en su gloria, comprenden a cada una de las criaturas y todas las necesidades de todas las criaturas, y todas las buenas intenciones de todas las criaturas; de ahí proviene que esa es la unión a Jesús y en Jesús, a todas las intenciones de los Santos que han existido desde el principio del mundo; la unión a María, a los Ángeles, a todos los Bienaventurados; pues Jesús abraza en sus intenciones todas las que Él ha inspirado y son obra del Espíritu Santo; por consiguiente, todas las peticiones que podamos hacer por el Padre Santo, los Sacerdotes, Religiosos, niños, agonizantes, personas tentadas, o por obras emprendidas por su gloria, todo está encerrado en sus propias intenciones.

            Decir: por las intenciones de Jesús, es decir: por todo lo que Jesús quiere y desea.

            ¿Quién no comprende que la ofrenda hecha a un bienhechor o a un amigo no le sea más agradable, si la pone enteramente a su disposición, que si le determina el uso que de ella debe hacer? – Así se demuestra más confianza y desinterés y por eso resulta mayor gloria, más goce para la persona por quien así se obra.

            Si uno de nosotros, teniendo a los suyos en la indigencia o experimentando cualquier deseo, sacrificara todo, hasta la misma posibilidad de aliviar a los suyos, para hacer una ofrenda a su amigo, no para que este amigo tuviera la satisfacción de socorrer por sí mismo a los nuestros, o satisfacer el deseo de nuestro corazón, sino por la única intención de agradarle, ¿creemos que este amigo, único objeto de nuestra fineza, se dejaría vencer en generosidad y no empezaría tomando como primera intención la que sacrificamos por él?

            ¿Y no hará lo mismo Jesús?

            Mandar celebrar el santo sacrificio de la Misa, ofrecer a Jesús por sus intenciones, es pues, como vemos, el motivo de amor más noble, más universal que pueda haber.

            Mas no nos contentemos de obrar así; para practicar la caridad cristiana, pongamos nuestros bienes en común y hagamos esta ofrenda, no sólo en nombre nuestro, sino en nombre de todas las criaturas, de suerte que toda criatura, aún la que no piense en ello, participe de este don – y que Jesús lo recibirá como si todas las criaturas lo hicieran por sí mismas, pues se hace en nombre de ellas. – ¡Qué gloria y que gozo para Jesús y para el Padre, para el Amor Misericordioso de su Corazón, recibir en este homenaje el de todos sus hijos! ¡Qué gozo para un padre, ver a sus hijos en estas disposiciones!

* * *

            Unión a las misas que se celebran actualmente en todo el mundo:

            ¡Oh Jesús, Sacerdote-Hostia, por María yo me ofrezco en Vos… tengo hambre de Vos... me uno a Vos!...
            ¡Oh Padre Celestial! Por el inmaculado Corazón de María, Os ofrezco a Jesús vuestro amado Hijo, y me ofrezco a mí mismo en Él, con Él y por amor de Él, a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.
P.M. SULAMITIS. 

jueves, 15 de septiembre de 2016

"Mensaje del Amor Misericordioso: La vida con María"


Ventajas de la formación del alma en María

"Hay entre Mí y María tal unión y afinidad, que no puedo expresárosla, porque no acertaríais a comprenderla. María es la obra maestra de mi gracia en mi criatura. No temáis venir a Mí por María; en la eternidad podréis apreciar los bienes tan grandes que de esa práctica os han venido..

"Si venía a informaros de mi vida en María, me glorificaréis a Mí mismo por la fe en mis divinos misterios según la parte que en ellos he dado a María; y eso constituirá para vosotros un acto de humildad, de obediencia y de caridad, un reconocimiento de los privilegios con que la he recompensado, llenándola, colmándola de incomparables gracias. No hay ninguna formación espiritual más completa, más fácil, más plena, más sencilla, ni que mayor gozo y mayor gloria me procure y más aproveche el alma.

"Os he dado por madre a María. Considerad lo que fue Ella para Mí, y hasta qué extremo he llegado a amaros, para daros por Madre a la que Yo escogí y tomé para propia Madre mía. ¡Qué privilegio tan incomparable! Yo quisiera que pensaseis siempre en él.

       "Quisiera que vivieseis con Ella como verdaderos parvulitos... En Ella os formará mi Espíritu Santo; en Ella viviréis de mi vida y pensaréis, obraréis, querréis, amaréis conforme a mis enseñanzas... María ha grabado en su Corazón mi vida, mi imagen, mi Evangelio. Todo ello lo encontraréis en su Corazón; él será vuestro refugio, y en este Corazón inmaculado, abismo de pureza, podréis sumergiros con todas vuestras miserias, para extraer de él una nueva vida de santidad y de amor."


      ¡Dichoso el que comprenda mis designios! ¡Dichoso quien sepa hallarme por mediación de María! ¡Feliz aquel que mire sin cesar a María, porque siempre hallará mi mirada!...


lunes, 5 de septiembre de 2016

"Novena perpetua al Amor Misericordioso del Corazón de Jesús por intercesión de María Mediadora".

NOVENA perpetua al Amor Misericordioso del Corazón de Jesús por intercesión de María Mediadora.
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Pedir a Dios con confianza es obedecer a Jesús, honrar y regocijar su Amor Misericordioso.
       
        Jesús, el Hijo único de Dios, el Amado del Padre, ha dicho en su Evangelio: “Pedid en nombre mío”. “Todo lo que pidiereis os será concedido”… “Pedid.. a fin de que el Padre sea glorificado en el Hijo”…

        Estas palabras nos revelan la disposición del Corazón de nuestro Dios respecto de nosotros… Él es Padre… infinitamente rico, infinitamente poderoso… infinitamente bueno e infinitamente sabio… para dispensar sus beneficios a sus hijos.

        Es una alegría para su Corazón hacernos bien y ver que acudimos a Él en todas nuestras necesidades. Acudamos, pues, a Él… primeramente, por nosotros mismos, por los bienes que de Él esperamos recibir; pero también por Él… para consolar su Corazón desbordante de amor, que tiene necesidad de derramarse sobre los indigentes,  los menesterosos para colmarlos de su abundancia.

        Lo mismo en nuestras necesidades materiales que en nuestras necesidades espirituales, vengamos a Él… llamemos a la puerta de su Corazón, de su Amor Misericordioso. Este acto de humildad y de confianza le da honor y es al mismo tiempo un testimonio de nuestra fe, por el cual atestiguamos que todos los bienes se hallan en Él y que estamos seguros de la bondad de su Corazón.

        Vengamos a Él, por María, nuestra Mediadora universal, en sus designios de amor… Esto alegrará más todavía su Divino Corazón, que se complace en recibir las súplicas de su Madre y hacer pasar por mano de ella sus gracias y beneficios.

Con qué disposiciones debemos pedir.

        Hemos de pedir como pide el hijo de un Dios… un hijo que sabe que es entrañablemente amado de un Padre infinitamente rico, sabio y todopoderoso.

        Vayamos a María, como hicieron los siervos de Caná, y María presentará nuestra demanda; y si Jesús parece no responder al momento como esperábamos, María nos sostendrá en nuestra esperan y musitará al oído de nuestro corazón: Tened confianza y “haced todo lo que Él os diga”.

        ¿No vemos que muchas veces no van nuestras súplicas acompañadas de estas disposiciones?... Frecuentemente son hechas sin estos sentimientos de humildad, de paciencia, de obediencia… Nuestra voluntad no es la de un siervo: pedimos con un querer determinado, lleno de exigencia, que no sufre demora…: se desespera y, en la dilación, se pierde la confianza… Se cambian los papeles,  y osamos hablar a nuestro Dios como señores; no queremos condición alguna… y casi le obligamos por sus propias palabras, si así se puede hablar, a obedecernos. ¿Es así como se debe pedir…? ¡Qué disparate y qué locura pedir de esta manera!... Se diría que osamos creernos y hacernos superiores a Dios… ¡sabiendo mejor que Él lo que nos conviene!... Hacemos como el niño que quisiera forzar a su padre a darle el cuchillo con el cual se ha de herir.

        Aprendamos nosotros, los amigos de Jesús, a orar y pedir como conviene, exponiendo por medio de María nuestras necesidades al Corazón de nuestro Padre: “No tienen vino”. “Señor, ved que está enfermo el que amáis”… y de antemano demos gracias por el favor y beneficio que del Corazón de Dios saldrá para nosotros o para nuestros hermanos… porque jamás oración alguna quedará sin fruto.

        Si Dios difiere el concedernos, es para darnos después, según dijo a santa Gertrudis, tres veces más de lo que necesitamos.

        Si se lleva a las personas que amamos, después que le hemos expuesto su mal con una fe sincera… es porque los quiere en una vida mejor: es por su bien.

Dar gracias anticipadas. – Dios concede siempre lo mejor.

        Tomemos la santa costumbre de dar gracias anticipadas a nuestro buen Padre por la gracia concedida, cualquiera que ella sea… con la firme convicción de que obtendremos lo que deseamos, si ha de ser para gloria de Dios y bien de las almas: y si no, obtendremos algo aún mejor.

        No conocemos el Corazón de nuestro Padre Celestial, ni conocemos su Amor Misericordioso: de ahí provienen tantas penas, tantas inquietudes, tantas dificultades en someternos… Si así no fuera, bien podríamos sentir la rebeldía de la parte inferior, la repugnancia, el temor natural, la aprehensión… mas también experimentaríamos una gran fortaleza para decir con Jesús: ¡Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya! Mi naturaleza quisiera la exención del sufrimiento para mí y para los míos; pero Tú sabes mejor que yo lo que es razonable y bueno… y como yo quiero lo mejor y más conveniente, quiero también, por encima de los deseos de mi naturaleza, lo que Tú quieres ¡oh Dios mío!

        Este es el último trance, el abandono… La pobre alma pide y clama con fuertes alaridos: ¿Por qué me has abandonado? Pero María nos recordará que es para que el alma haga el acto de amor supremo, el abandono en el mismo abandono: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

        Comunión de los santos. – Unión a todos los que hacen la novena.

        Hemos de pedir, sobre todo, los unos para los otros, la inteligencia del Corazón de Jesús, la inteligencia del Amor infinito, misericordioso y paternal de su Corazón.

        Unámonos a la Novena perpetua al Amor Misericordioso que se hace en muchas Comunidades de diferentes Órdenes para establecer esta unión de los Amigos del Corazón de Jesús entre sí…

        Unámonos para pedir que todos los que hacen esta Novena reciban del Corazón de Jesús, de su Amor Misericordioso, la gracia más excelente para la gloria de Él, que es la propia salvación, o el bien de las personas que son encomendadas y, sobre todo, un mayor conocimiento del Amor de su Corazón, con un deseo más ardiente de corresponder a él con fidelidad.

        Unámonos para dar gracias anticipadas por todos los que ni se acuerdan de hacerlo ni lo harán.

        Atraigamos auxilios… don de luz, don de fortaleza… para que las almas reciban con fe y amor la gracia que les sea concedida, sin turbarse ni desconcertarse, aun cuando, en el primer momento, esta gracia parezca una decepción para la naturaleza, que no responde a las necesidades ni a lo que se esperaba.

        ¿Pensáis que por esto hemos de ser menos atendidos? Eso sería no conocer el Corazón del Dios infinitamente bueno; sería hacerle inferior al de un padre o una madre terrenales, siendo así que su Corazón es más amante, más tierno, más generoso, más desinteresado, más fiel que todos los corazones de padres, madres y amigos reunidos en uno solo… ¿Quién como Dios?

        Creámoslo así sinceramente para todas las gracias de orden temporal, queriendo todo lo que Él haga:

        Creámoslo así sinceramente para todas las gracias de orden temporal, queriendo todo lo que Él haga:

        Creámoslo para las gracias espirituales:

        Creámoslo para el Reinado de su Corazón, para los intereses de su gloria.

        Aun cuando muchas veces no comprendamos en el momento, posteriormente los acontecimientos nos obligarán a exclamar: El Señor es infinitamente bueno y misericordioso; bien está lo que hizo.

        Que esta Novena al Amor Misericordioso sea, sobre todo, la novena de la gloria de Dios, la novena de la gloria de su Corazón… Es preciso que Dios sea glorificado… que el Padre glorifique al Hijo, que el Hijo glorifique al Padre, y que todos, movidos por el Espíritu de Amor, exclamen: “¡Qué bueno es el Señor! Bien sabía yo que era bueno, pero no que fuese tan bueno, ni que se ocupase tanto de su criatura”.

        Invocar a S. Miguel.

        Invoquemos con este fin a S. Miguel, el arcángel de la gloria de Dios, para que con él, con su poder, impida la acción de los espíritus malignos, les aleje de los que hacen esta novena y de aquellos por quienes se hace… a fin de que el Amor Misericordioso pueda ejercer su acción sobre todos, haciéndoles experimentar los efectos de su divina bondad.

        Súplica.

        ¡Corazón de Jesús, haceos conocer como sois en realidad… infinitamente bueno… Amor Misericordioso!... ¡Que todos acudan a Vos y os glorifiquen en toda la tierra!
        ¡Oh Jesús! haced que conozcamos a Vos y conozcamos al Padre, Amor Misericordioso como Vos, a fin de que el Padre sea glorificado en Vos y Vos en el Padre… por el Espíritu Santo.

Advertencias.

        Esta Novena se hace a gloria del Amor Misericordioso y a fin de atraernos sus favores y darle así ocasión para manifestarse a nosotros, dilatando nuestras almas, inclinándolas a la fe e impulsándolas al amor… a llevar una vida de amor, en la imitación de su Bondad, y a tributarle nuestra gratitud en nombre del mundo entero, contribuyendo de esta manera a promover su Reinado de Caridad.

        Los que deseen hacer esta Novena, podrán unirse a las que se hacen en varias Comunidades y que empiezan los días 1º, 11 y 21 de cada mes. En los meses que tienen 31 días se ofrecerá un día particular en acción de gracias y con el fin de obtener al mismo tiempo el Reinado de la Caridad.

        Se aconseja encarecidamente unirse cada día a las misas que se celebran en diferentes puntos, en honor del Amor Misericordioso del Corazón de Jesús, a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

        Que se unan también con la mayor frecuencia que puedan durante el día a las misas que se celebran en el mundo entero:

        350.000 misas cada 24 horas;
        4 elevaciones por segundo.

        No dejen de aprovecharlas y ofrézcanlas por las intenciones indicadas, cada hora, o cada media hora si quieren, en unión con las almas que tienen esta santa costumbre.

        Esta unión a las misas que se celebran podrá hacerse en la siguiente fórmula:

        ¡Oh Jesús, Sacerdote Hostia, por María, yo me ofrezco en Vos, tengo hambre de Vos, me uno a Vos! Hacednos uno en Vos.

Modo de hacer la Novena.

        Las oraciones más indicadas por la santa Iglesia son, para decir cada día:

        El Padre nuestro, la misma oración de Jesús al Padre… que nosotros haremos con Él, del fondo del corazón;

        El Ave María, recurso e invocación a María Mediadora;

        El Gloria, acción de gracias anticipada por la gracia obtenida;

        La Ofrenda de Jesús al Padre, que es el don más excelente que podemos hacer a Dios por María Mediadora, para gloria suya, nuestra acción de gracias, nuestra reparación, nuestra súplica… a fin de dilatar su Corazón y atraer las gracias de su Amor Misericordioso sobre el mundo entero.

        Oraciones para todos los días.

        Padre nuestro, Ave María, Gloria. Ofrenda.

– Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco a mí mismo en Él, con Él y por Él, a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas[1]… para gloria y alegría de vuestro Amor Misericordioso y para facilitar vuestro Reinado de Amor y de Caridad.

        Oh María Mediadora universal, Arca de la Alianza, Reina de Amor y Madre de Misericordia, rogad por nosotros.

        Oh SAN MIGUEL Arcángel, Príncipe de la celestial Milicia, Abanderado y Heraldo del Rey de Amor Misericordioso, despliega tu poder en apartar todos los obstáculos y hacer que venga pronto el Reinado de la Caridad en el mundo entero.

Prácticas.

        La novena más eficaz es aquella en que la oración va acompañada de actos de virtud… la que se hace con más grande amor y humildad… porque el secreto para ganar el Corazón de Dios es hacerse pequeñito… y aprovechar las ocasiones de decir sinceramente: “he faltado… hice mal… no tengo razón”… disculpando y honrando al querido prójimo…

        Para cada día de la Novena.

        Día 1º: Abandonar todas las cosas en Él. Recibirlo todo de Él, en cada instante (Confianza y abandono).

Día 2º: Aplicarse a pensar, hablar, obrar como Él, según las circunstancias (Imitación).

Día 3º: Unirse a Él en todo lo que se hace. (Unión).

Día 4º Hacerle un “Cielo de Amor en el alma”. (Recogimiento).

Día 5º Hacer de nuestra vida una “Comunión perpetua” con su Voluntad divina, con su actual beneplácito. (Fidelidad al deber del momento).

Día 6º: Ofrecer en unión con Jesús al Padre incesantemente… en todas nuestras acciones, en nombre de todas las criaturas. (Ofrenda).

Día 7º: Hacerle una “Fiesta perpetua”, viviendo siempre contentos con todo lo que nos sucede, con todo lo que Él hace o permite (Alegría y agradecimiento).

Día 8º Esforzarse por ser buenos como Él es bueno, y misericordiosos como Él... (Caridad).

Día 9º: Olvidarnos de nosotros mismos y de todas nuestras penas y aflicciones, pensando que El es dichoso. Así seremos dichosos con Él. (Olvido propio y puro amor de Dios).

Día 10º En la sagrada Comunión comunicarse con el Amor, llevarlo consigo… y aplicarse a poder decir con verdad, en nuestra conducta:

Vivo, pero no soy yo… es el Amor, 
“el Amor Misericordioso” quien vive en mí…”

P. M. SULAMITIS.

* * *


NIHIL OBSTAT
FR. IGNATIUS G. M. – REIGADA OP.
Censor.
Imprimatur:
Salmanticae, die 23 Julii 1930.
FRANCISCUS, Episcopus Salmantinus.





[1] 300 días de indulgencia cada vez e indulgencia plenaria recitando esto durante un mes y confesando, comulgando y orando a intención de S. S. (Pío XI, 10 Junio 1923).