domingo, 29 de mayo de 2016

"Misterio de amor de la Sagrada Comunión"

¡El don de Dios! 




          Corpus Christi es la fiesta del amor: amar mucho a Dios y ser santo, es una misma cosa; así el amor es el camino más breve para alcanzar la santidad, y en esta misma aspiración a la santidad ¿qué otra cosa hemos de buscar sino el amor?

          "Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mi no podéis hacer nada." San Juan XV, 5.

          "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." San Lucas XII,34. 

          "Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi; la vida que vivo al presente en la carne,  la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entrego a sí mismo por mí." Gal. II, 20.

* * *

"¡Oh, si tú conocieses el Don de Dios! ¡Si conocieras a Jesús! ¡Si conocieses lo que es una Comunión..., el misterio de amor que muestra..., que te concede... y del cual te hace participar!"

"En este instante sobre todo, ¡aprovéchate del Don de Dios!... Tan pronto como me has recibido, ¡oh!, ofréceme a mi Padre por lo que tú mismo le debes... por la tierra entera... por todo lo que Él desea y quiere ser ofrecido!..."

"¡Ofréceme a Mí y ofrécete tú mismo en Mí, totalmente para gloria del Padre, como satisfacción! ¡Que esta ofrenda sea entonces tu única plegaria, y entrégate por completo a mi divina acción!"


jueves, 26 de mayo de 2016

"La imagen de Jesucristo Amor Misericordioso"

¡YO SOY EL AMOR MISERICORDIOSO!


Esta imagen recordará a las almas piadosas que "Aquel" a quien reciben en la Eucaristía y que se ofrece en el Altar es el mismo que se inmoló por todas las almas en la Cruz y que nos descubrió su Corazón. En ella aparecen reunidas las mayores manifestaciones del Amor Misericordioso: su Cruz, su Hostia, su Corazón, los Santos Evangelios.

* * *

"Hay que orar mucho, para el cumplimiento de mi voluntad y para la gloria de mi Amor Misericordioso. Orar para que las almas comprendan bien lo que yo deseo, que es darme a conocer en la verdad de mi caridad infinita, en mi Amor Misericordioso, hacerme conocer como tal sobre la Cruz, en mi Hostia, en mi Evangelio, y todo esto por mi Corazón, que quiero yo descubrir en estas diversas manifestaciones de mi amor".

"Lo que parece obstáculo, es medio para mi plan divino. Yo dispongo todas las cosas a esta hora para el bien. Tened fe en Mí, y en las horas más sombrías, en los días de tormenta, esperad siempre, esperad contra toda esperanza; no puede ser que destruyan lo que es la misma esencia de la Religión, tanto más que lo que os pido no es tal o cual cosa externa, sino que hagáis conocer a las almas mi Amor Misericordioso por el Evangelio… en la Hostia y sobre la Cruz".

"Lo que deseo es que se enseñe a las almas a leer en todas partes mi misericordioso amor, que se les enseñe a guardar mi palabra… a amarse unos a otros…"

"Muchos de vosotros no sabéis hacer uso de las imágenes. ¡Cuántos se conmueven simplemente de lo que impresiona sus sentidos, y no van más allá! Yo quisiera que estas imágenes devotas os sirvan de puerta para hacer vibrar vuestros corazones, y haceros luego producir los actos que mi amor espera. [...] y pueda yo así descubrirme a las almas en la verdad, tanto como es posible. [...]"

"Cuando miráis con los ojos del cuerpo, abrid los de vuestra alma, y pedid al Espíritu Santo ilumine vuestra inteligencia, mueva vuestro corazón e inflame vuestra voluntad en divinos ardores".

         "Y sentiréis entonces un deseo inmenso de uniros cada vez más a Aquel cuya imagen contempláis, y vuestro espíritu, vuestro corazón, vuestra voluntad, se volverán irresistiblemente hacia el Sagrario donde yo realmente moro, hacia el altar donde yo me ofrezco. Únete a Mí… ofrécete a Mí y Conmigo; para esto soporta lo que yo te envío en aquella hora, dame tu parte de sacrificio. Inmolémonos juntos; así es como el amor se prueba… y para que tu holocausto sea más agradable a mis ojos y lo pueda yo recibir para gloria mía, vive en la caridad. Sé todo caridad, para agradarme y para observar mi sagrado Mandamiento".
 


miércoles, 25 de mayo de 2016

martes, 24 de mayo de 2016

"Rosario de amor"


Reina del Santísimo Rosario, rogad por nosotros.

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MISTERIOS GOZOSOS

Primer Misterio: ¡LA ANUNCIACIÓN!

El “Amor” (del Padre) nos da al Amor (el Hijo), por obra del Amor (el Espíritu Santo). El “Amor” lo recibe (en María).
(En la Sagrada Comunión, recibir al “Amor”. Pedir a la Santísima Virgen sus disposiciones).

Segundo Misterio: ¡LA VISITACIÓN!

El “Amor” comienza por medio de María “su obra y sus conquistas de amor".
(A imitación de María, hacerse “Apóstol del Amor”).

Tercer Misterio: ¡EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS!

El “Amor” se manifiesta al mundo, el Amor se da a conocer para “ser amado”.
(En unión con Jesús empezar una vida de Amor – no destilando más que la dulzura y humildad del Amor, para atraer todas las almas al Amor).

Cuarto Misterio: ¡LA PRESENTACIÓN!

María, Virgen-Sacerdotal, es quien primero “ofrece” el Amor al “Amor”.
(Por medio de María, ofrecer con frecuencia el “Amor” y ofrecernos en el “Amor” y con el “Amor” para obtener el Reinado del “Amor”).

Quinto Misterio: ¡EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO!

El “Amor” “se oculta” para hacerse “buscar”
(Buscar al Amor, no fuera, ni en el sentimiento, sino “dentro” en su “Templo” en su Reino).

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MISTERIOS DOLOROSOS

Primer Misterio: ¡LA AGONÍA!

El “Amor” lucha y ora…
(Vencernos por amor, para proporcionar una victoria al Amor; orar como el Amor y con el “Amor” por aquellos a quienes la naturaleza y Satanás quieren arrebatar al Amor).

Segundo Misterio: ¡LA FLAGELACIÓN!

El “Amor” sufre y expía.
(Hacer de todos nuestros sufrimientos, expiaciones de amor).

Tercer Misterio: ¡LA CORONACIÓN DE ESPINAS!

El “Amor” se convierte en Rey de ignominia.
(Reconocerle como verdadero Rey de nuestros corazones; tomando para nosotros las espinas, y no dando a nuestro prójimo más que rosas de amor).

Cuarto Misterio: ¡LA CRUZ A CUESTAS!

El  “Amor” lleva mi cruz… y sucumbe.
(Soportar nuestra cruz con amor y fomentar el ”amor en nuestros hermanos”).

Quinto Misterio: ¡LA CRUCIFIXIÓN!

Para hacerme vivir de “Amor” muere Él de “Amor” por mí…
(Morir a todo lo que no es “Amor”, y pedir la vida de amor para todas las almas).

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MISTERIOS GLORIOSOS

Primer Misterio: ¡LA RESURRECCIÓN!

El “Amor” triunfa de la muerte...
(Hacer que el “Amor” triunfe en nosotros y en derredor nuestro).

Segundo Misterio: ¡LA ASCENSIÓN!

El “Amor” entra en su gloria.
(Convertirse para Él en un humilde “Cielo de Amor”, y contribuir a que hagan lo mismo otras muchas almas).

Tercer Misterio: ¡LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO!

El “Amor” da a la Humanidad su “Espíritu de Amor”.
(Entregarnos al Espíritu de “Amor” y rogarle que se haga un nuevo Pentecostés de Amor en nosotros).

Cuarto Misterio: ¡LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN!

El “Amor” rompe los lazos de María para abismarla en el “amor”…
(Con María y como María perdámonos en el “Amor”, y pedir para todas las almas la muerte en el “Amor”, una muerte de Amor).

Quinto Misterio: ¡LA CORONACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN!

El “Amor” corona su obra maestra de amor.

(Dar gracias al “Amor” por medio de María y pedirle nos alcance la gracia de “vivir y morir” de Amor para glorificar eternamente al “Amor”).

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(Extracto del "Mes del Rey de Amor". Con licencia eclesiástica).

lunes, 23 de mayo de 2016

"¡Rica ofrenda!"

Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco a mí mismo en Él, con Él y por Él a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

"Esta sencilla oración contiene en breves palabras lo más excelente que podemos decir y hacer, tanto por la gloria de Dios, como por la salvación de las almas y nuestra propia santificación."

"¡Padre Santo! Decimos y usamos de la misma expresión usada por Jesús cuando le habló delante de sus Apóstoles para enseñarnos a nosotros a hacerlo también."

"Vamos, pues, nosotros al Padre, vamos a Aquel que busca un corazón para convertirlo en lugar de reposo para Él, y vamos a Él por María, por el Corazón de María, por su Corazón Inmaculado, por ese Corazón puro y virginal entre todos, que es realmente un lugar de delicias para la adorable Trinidad."

"Mas, ¿cuál es el objeto de nuestra oración? -En primer lugar es un homenaje de gloria a Dios Padre; es la ofrenda de todo aquello que le es más agradable, de aquello que sólo es digno de Él mismo, la ofrenda de Jesús, de su Hijo, y de nuestro Salvador, a quien nombró con su voz potente y divina: “Su Hijo muy amado”. Jesús es el Amado del Padre, su Hijo único, en quien puso todas sus complacencias y a quien nos tiene mandado que escuchemos."

"Pero el don del que es nuestra Cabeza no sería completo sin el de los miembros; por eso, y porque Jesús al ofrecerse nos ofrece a todos con Él y presenta con Él al Padre, a todos los hijos de su Iglesia, por eso, cuando ofrecemos a Jesús debemos también ofrecernos nosotros mismos."

"Además, ¡qué sería nuestro propio sacrificio, el de tan míseras criaturas, si quedase separado del de Jesús!... Por lo cual hemos de añadir: en Él, con Él y por Él, para que en estas dos ofrendas haya una sola, y que estos dos sacrificios sean una cosa."

"Para atestiguar los numerosos deberes que queremos rendir a Dios por este medio, nos servimos de una expresión en plural, que no excluye, por cierto, el acto simple del alma de Jesús y decimos: A todas sus intenciones. -De suerte que ningún bien deseamos que no haya sido deseado por Dios, ni dejamos de unirnos a cosa alguna, que haya sido pensada o pedida por el mismo Jesús."

"Para dar a esta ofrenda un sello universal, haciéndola así más agradable a Dios y practicando al mismo tiempo un acto de caridad, de esa hermosa caridad que encanta al Corazón de Jesús, continuaremos haciendo nosotros lo que Él hacía, lo que hace aún en la tierra, lo que hace en el Cielo mismo., formulando este acto de caridad, en nombre de todas las criaturas, animadas e inanimadas, y en unión con María."

Señor, glorifícate en nosotros, y acelera tu Reinado. Amén.

"El Amor Misericordioso" (cuarta parte)

El momento más sublime del amor y el punto más culminante de la obra de la redención está en la cruz, y la manifestación más grandiosa de la misericordia del Hijo de Dios la vemos en aquella actitud conmovedora en la que Jesús, alzando al cielo sus divinos ojos, pide perdón al Eterno Padre para sus verdugos, diciendo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que se hacen." Por eso el Amor Misericordioso tiene su trono en la cruz, y la imagen más perfecta del Amor es Cristo Crucificado.

Esa imagen de Cristo Crucificado se proyecta sobre un globo de luz, sobre una circunferencia de luz blanca que nos hace recordar el Pan eucarístico, pues nada más natural que al representar el Amor Misericordioso en el acto más cruento y más sublime de su heroísmo, cual es el realizado en la cruz, recordemos el Sacramento del Amor, que estableció Cristo para perpetuar en la tierra su caridad infinita, que es la renovación continua de su Amor Misericordioso a los hombres.


Como el centro del amor radica en el corazón del hombre, así la caridad infinita de Jesús tiene su centro en su Corazón Sagrado, y por eso el Corazón de Jesús es el blanco de los amores y de la tierna devoción del hombre Y si al recordar el Amor Misericordioso del Calvario no podemos prescindir del Pan eucarístico, que es el relicario perpetuo de ese amor, del mismo modo no podemos separar del trono del Amor Misericordioso la imagen del Corazón divino, y por esto se diseña también levemente sobre su pecho el corazón sagrado, radiante de luz y de rayos de su misericordia.

Todo esto, pues, viene a constituir lo esencial de la imagen del Amor Misericordioso: Cristo Crucificado en el momento de pronunciar su primera palabra, que fue palabra de perdón y de misericordia, la Hostia Santa, como fondo luminoso que hace resaltar el trono de la Cruz, y la imagen del Corazón divino, diseñada sobre su pecho, como centro de su amor.

Cuando solo se tiene el busto de esta imagen (como en las Capillitas de la visita domiciliaria), no se ven sino estas tres cosas: la Cruz, a medias, el Pan eucarístico y el Corazón Sagrado, y la aureola de luz que circunda la cabeza del divino Crucificado; y sobre el corazón esta palabra: Charitas, porque ciertamente Jesús es todo caridad, y el corazón es su centro.

Cuando la imagen se representa toda entera con la imagen completa de Cristo en la cruz, vemos a sus pies y delante de la cruz una corona real de oro, que nos recuerda la realeza de Cristo, pero la tiene a sus pies, porque, como El contestó a Pilatos, su reino no es de este mundo. Su soberanía es de amor, y quiere reinar en los corazones, por eso esta corona está esmaltada de corazones y rosas entrelazadas, simbolizando la caridad y el amor. El en cambio está coronado de espinas, importante trofeo de amor que es alivio de los dolores y penas, de las burlas, calumnias y desprecios, que constituyen las cruces de su reinado. Al pie también de la cruz hay un libro, que es el de los santos Evangelios, en el cual se leen claramente estas palabras: Amaos unos a otros, como yo os he amado... y para mostrarnos el manantial de ese precepto de amor, cae sobre él un rayo de luz que se desprende del corazón divino. La Cruz, la Eucaristía, el Sagrado Corazón y los santos Evangelios, he aquí los senos del Amor Misericordioso, la imagen del Divino Amor.

Propaguemos con celo y con amor esta obra, seamos almas verdaderamente amantes del Amor Misericordioso. El nos pide esta cruzada de amor, de fe, de confianza, de caridad y de virtudes cristianas, para que ayudemos a la renovación de la sociedad y a la instauración del reinado de Cristo.

La visita domiciliaria del Amor Misericordioso será un medio de propagar esta cruzada de fe cristiana. Es obra muy sencilla, organizada con coros de treinta familias y una celadora de cada coro, que mantenga la organización. No debe establecerse ninguna cuota obligatoria, y las limosnas que se recojan deben invertirse en su culto y propaganda.
El Amor Misericordioso nos bendiga y llene al mundo de su gracia, para que reine en los corazones.
C. y C.
(De la revista “Acción Antoniana” de los Franciscanos de Valencia, octubre de 1932, número 141, con licencia eclesiástica).

"El Amor Misericordioso" (tercera parte)

Una de las más grandes aspiraciones del Amor Misericordioso es la unión de todos sus hijos para constituir el reinado de la paz. Omne regnum in se divisum desolabitur; todo reino dividido en sí mismo será destruido, dijo Cristo en su Evangelio con lo que pregona la absoluta necesidad de la unión, para que pueda consistir su reino sobre la tierra; y como base de esta unión establece el Amor Misericordioso la Caridad, la Caridad que es el estigma esplendoroso de los hijos de Dios para ser reconocidos como tales Ya lo dijo el Maestro del amor: "En esto conocerán los hombres que sois mis discípulos, en que os amáis los unos a los otros." De este amor mutuo necesariamente nacerá la unión que nos pide el Amor Misericordioso.
“Lo que yo pido sobre todo—decía el Señor a la Sulamitis—es la unión; sed buenos, condescendientes unos con otros; no busquéis más que mi gloria y los medios más eficaces para procurarla, extendiendo así mi reinado de amor con más facilidad sobre las almas. Quiero que mis amigos comprendan bien su grande misión, que es, por medio de mi amor, el lazo de unión entre los cristianos como será mi Amor Misericordioso el lazo más eficaz para la unión entre las diferentes Familias Religiosas”.
Oigamos todavía con gran respeto la voz del Divino Maestro, puesto que se digna hablarnos:
"Lo que yo vivamente deseo es formar verdaderos amigos de mi Corazón... porque ninguna obra es agradable a mi Corazón si los miembros de ella no están íntimamente adheridos a él... Yo soy el Dios de la paz, el Dios de la Unión, y es preciso que mis amigos, y con más razón mis apóstoles, hagan todo cuanto les sea posible para establecer en todas partes la paz y la unión, reflejando la indulgencia, la paciencia, la condescendencia, la generosidad, la bondad bajo aquel divino lema, que es mi nuevo mandato: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado, para que con esa señal conozcan todos que sois mis discípulos; y el lazo que os una a todos sea siempre la caridad, ¡Caridad! ¡Caridad! No respiréis, ni aspiréis más que caridad. 
Me hizo ver —dice su sierva— que tenía necesidad de almas, especialmente consagradas a su amor, para satisfacer a este deber de la práctica de la caridad, no solamente por ellas, sino por las que no lo hacen; y explicando estos deseos del Señor, añade: quisiera pequeños grupos de almas escogidas, del todo consagradas a mi Corazón, dispuestas a hacerlo todo y sufrirlo todo por él y por las almas, almas de amor las llama él, almas que se inmolen en el fuego del más puro amor, quiere que esto se haga con interés, con gran celo por establecer el reino de la caridad”, continúa la confidente del Amor Misericordioso.
“Él me dice: hazme conocer, hazme amar... así quiero que se me honre, así quiero ser conocido, amado, imitado, ofrecido... publícalo por todas partes, dilo a mi sacerdote, que contribuya con todo su poder al cumplimiento de mis designios. ¡Mi sacerdote! Mis sacerdotes que tomen mi causa en sus manos; el Amor Misericordioso es un tesoro inmenso que yo pongo en sus manos, para la santificación de los justos y la conversión de los pecadores. Por el Amor Misericordioso moverán los corazones. ¡Quiero reinar en las almas! No se extrañen de los obstáculos que Satán presentará, como otras veces, él tratará de armar todas las criaturas en contra mía, pero no temas; esta doctrina es mi doctrina en el reinado de mi Amor Misericordioso que preparo ahora sobre la tierra.
“Mi espíritu trabaja actualmente en los espíritus y en los corazones, en las voluntades sobre este asunto, y los dispone para el cumplimiento de mis designios. Sí, por mi Amor Misericordioso quiero salvar al mundo; por mi Amor Misericordioso quiero reinar sobre el mundo.
“¡Oh!, que mi sacerdote no tema predicar mi doctrina, mi alegría es verla extendida por medio de mis amigos. Yo dije a mis apóstoles que fuesen a enseñar a todas las naciones y predicaran el Evangelio a toda criatura. Lo que dije entonces lo digo también ahora. Rogad para que Yo suscite sacerdotes que respondiendo a mi ferviente deseo, vayan por todas partes predicando el Evangelio del reino de Dios, y alumbrando en las almas la fe en mi amor, encendiendo una inmensa hoguera de caridad.
“¡Dichosos aquellos que Yo me digno asociar a mi gran obra! Serán dichosos en la hora de la muerte, y en la otra vida, todos los que de alguna manera hayan contribuido a la gloria y a la manifestación de mi Amor Misericordioso, pues ese Amor Misericordioso, por quien ellos habrán trabajado y sufrido, es precisamente quien les ha de juzgar.”
C. y C.
(De la revista “Acción Antoniana” de los Franciscanos de Valencia, octubre de 1932, número 141, con licencia eclesiástica).

domingo, 22 de mayo de 2016

"El Amor Misericordioso" (segunda parte)

El Amor Misericordioso necesita apóstoles, millares y millones de lenguas que le anuncien y le den a conocer por todas partes; apóstoles del gran Mandamiento de la caridad que es el sostén de su reinado.
Toda la doctrina y obra del Amor Misericordioso brota del Evangelio, sintetizada en aquéllas palabras de San Juan (3, 16); 
"De tal manera amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito, para que todos los que crean en él no perezcan sino que consigan la vida eterna." 
Y el fin de esta Obra es que las almas conozcan al divino Corazón que es todo amor y misericordia y pongan su confianza en él y le correspondan por medio de la caridad con el prójimo.
Oigamos sus preciosas palabras dirigidas a su nueva confidente:
"Creer en mi Amor y corresponder a él es toda la doctrina de mi Sagrado Corazón. Creer en mi Amor Misericordioso es lo que Yo explicaba a Margarita María cuando le decía: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres". Creed, pues, en este amor de mi corazón que es tan poco amado. ¡Si me amáis, guardad mis mandamientos! Mi mandamiento es: que os améis unos a otros como yo os he amado.” Y a esto añade corresponder con la confianza, por una confianza humilde y amorosa, pero práctica, haciendo lo que Dios humanado ha hecho. Hay que poner a la vista estas grandes manifestaciones de la inmensa caridad de Cristo; cuales son: La Pasión, La Eucaristía, El Corazón herido de amor.
Aquí tenemos con esto el gráfico de esta devoción y la síntesis de su doctrina; por eso ha querido Jesús manifestarse ahora en esa forma pidiendo que así se le pinte y represente en cuadros y estampas y en ellas se le dé culto. Por la cruz desea Jesús que se despierte en las almas el espíritu de sacrificio:
“Me ha prometido—dice P. M. Sulamitis—reinará por su cruz y por su corazón: será nuestro Rey de Amor, quiere reinar así en todo el universo; - Continúa el Señor - ¿No he dicho acaso que cuando fuere elevado sobre la tierra atraería hacia Mí todas las cosas?... Esto es lo que quiero hacer; quiero recordar constantemente a mis almas mis sufrimientos y mi amor; quiero ser allí (en la Cruz) para ellas una predicación muda que las enseñe como hay que amar y cómo hay que sufrir. ¡Oh, que vengan a la escuela del amor, y aprenderán mi amor misericordioso!”
Quiere el Señor reanimar la fe en su Eucaristía, por eso impulsa a las almas a que acudan a su corazón vivo, allí donde está realmente en el Sagrario, en su Sacramento de amor. Oigamos sus lecciones sobre este punto:
“Para enseñar a las almas a vivir bien es preciso enseñarlas a comulgar bien, y a obtener de sus comuniones el gran fruto de la caridad.” “Que gozo para mi corazón si mis amigos quisieran hacer de la Misa y de la comunión su divina cita y establecer allí en unión conmigo la unión de unos con otros por la caridad.”
Por la caridad, aquí es donde el Señor insiste más por la caridad… por la misericordia compasiva y delicada caridad para con nuestro prójimo.
Esta es la correspondencia que pide Jesús a sus amigos como prueba de su amor a él; que seamos como el Amor Misericordioso para con nuestros hermanos:
“Sois mis amigos —dice— si hacéis lo que os mando: que os améis unos a otros como yo os he amado.” P. M. Sulamitis dice: “Me fue mostrado que toda la doctrina del Evangelio es Amor Misericordioso; también me fue manifestado cuan poco se practica esto… siendo tan esencial en nuestra Religión.”
A remediar este mal viene la obra del Amor Misericordioso.
C. y C. 

(De la revista “Acción Antoniana” de los Franciscanos de Valencia, octubre de 1932, número 141, con licencia eclesiástica).

"El Amor Misericordioso" (primera parte)

Una nueva ráfaga de amor divino ha invadido la tierra; el amor no es amado, como ya en otro tiempo clamaba el Pobrecillo de Asís, San Francisco, los hombres se han alejado de Dios y la Misericordia infinita ha mirado de nuevo a la tierra con ojos de compasión, y les ha ofrecido su Amor Misericordioso. Con una singular preferencia ha mirado a la pobre España, tan abatida, y enviado un mensaje de amor a toda la tierra excitando los corazones para que todos rueguen por ella.
..."Si, es preciso—ha dicho el Amor Misericordioso—, orar por ese país (España) que yo amo y que ciertamente me ha dado pruebas de su fidelidad, de muchas maneras, por medio de quien tenía autoridad. De ello he recibido grande gloria. Este país ha podido así servir a otros de modelo y aliento."
Justo es que nos interesemos los españoles fieles por conocer y propagar la Obra del Amor Misericordioso.
¿Qué es la Obra del Amor Misericordioso?
La Obra del Amor Misericordioso, es un gran regalo de la diestra del Excelso, que no ha sido abreviada a pesar de nuestras ingratitudes, es la que salvará a España, salvará al mundo entero. Él nos dice:
Confiad en Mi; no os abandonaré; tened confianza, os lo repito, a pesar de todo; aunque el universo entero pareciese bambolearse, ahí estoy Yo, que soy el Salvador, no perdáis la paz de vuestras almas; venid a Mi todos, yo os aliviaré, con vosotros estoy hasta la consumación de los siglos con tal de que permanezcáis conmigo en Caridad. La Caridad, he ahí el Mandamiento supremo de mi santa ley.
"A grandes males grandes remedios", dicen, y en verdad grande debe ser el remedio que se oponga a tan inmenso como es el mal que ahora nos aflige. El remedio supremo, eficaz, inmejorable, insustituible, es Jesús, Jesús más conocido, amado, mejor imitado, intensamente vivido, esta es la devoción y la obra del Amor Misericordioso, es el mismo Corazón de Jesús bien comprendido, su devoción mejor interpretada y aun completada y perfeccionada.
Santa Teresita del Niño Jesús se ofreció como víctima bajo este dulce nombre de Amor Misericordioso; y que esto sea muy del agrado divino lo muestra el hecho sorprendente de la gloriosa glorificación que Dios otorgó a la Santa. Ella, formada delicadamente por el Espíritu Santo en la escuela del Amor y de la confianza, es la que recibió el encargo de mostrar a las almas el camino de la sencillez evangélica y la infancia espiritual, que nos llevase a creer y a corresponder a las tiernas efusiones del Amor Misericordioso del Corazón de Jesús; ¿no es ella acaso la primera víctima del holocausto al Amor Misericordioso? 


Bien se la podría llamar la precursora de esta obra, como lo es también en pos de ella Sor Benigna Consolata, Religiosa Salesa, de la que el mismo Jesús ha manifestado que la había escogido para abrir el camino de su Amor Misericordioso después de Santa Teresita, y la llamó su secretaria.
Pero ni Santa Teresita ni Sor Benigna Consolata habían recibido la misión de extender esta devoción, como la recibió P. M Sulamitis, alma privilegiada, escogida por el mismo Jesús. Esta hermosa obra empezó a propagarse en Francia, lugar donde reside esta bendita alma, bajo la dirección del Padre Juan Arintero op.
P. M. Sulamitis es un seudónimo que encubre el verdadero nombre de esta devota alma, escogida de Dios. Ella es la voz del que clama en el desierto, como la de un nuevo precursor, por la cual Dios nos llama, nos invita, nos amonesta; es la voz de un alma enamorada y pequeñita mano de la que Dios quiere servirse para recordarnos sus preceptos y su Amor; la eterna historia y el perenne esfuerzo de Jesús que los hombres conozcan su amor. Para informar nuestras almas en este espíritu e inflamarlas en el celo de esta cruzada evangélica, nada tan a propósito como las obritas y folletos, ya numerosos de esta alma piadosa que escribe a religiosos, sacerdotes, padres de familia, jóvenes y toda suerte de personas de todos los estados y condiciones


C. y C.
(De la revista “Acción Antoniana” de los Franciscanos de Valencia, septiembre de 1932, número 140, con licencia eclesiástica).

sábado, 21 de mayo de 2016

"'¡Centellitas!: Día de amor"


Para que nuestra vida sea vida de amor deben ser todos nuestros días ¡días de amor!... todas nuestras horas ¡horas de amor!... todos nuestros minutos ¡minutos de amor!... Santifiquemos, pues, por medio del amor, cada una de las horas de nuestros días; y muy en particular la hora por la que pasamos cada día y que ha de ser, en uno de ellos, la ultima de nuestra vida…

Para ello, tomemos la saludable costumbre,

Al sonar la hora

de abandonar al “Amor Misericordioso” la que termina y ofrecerle la que comienza, en unión de esa misma hora de la vida “mortal” y “Eucarística” de Jesús… pidiéndole la gracia de que toda ella sea hora de Amor… y añadamos: ¡Dios mío, te ofrezco mi última hora, mi última mirada, mi último suspiro, el ultimo latido de mi corazón, en unión con los de mi buen Jesús, y los de todas las criaturas… según tus divinas intenciones, como acto de puro amor, para tu mayor gloria y gozo!”

Durante la hora

Apliquémonos a santificar el minuto  del momento presente… después otro, luego otro… ¡es tan fácil embellecer un minuto!, dice San Francisco de Sales. – Procuremos, pues, no pensar en lo pasado, no preocuparnos por lo futuro, y en el momento presente estar tan solo atentos a Dios en nosotros. ¡Vivamos así vida de amor, y de “Amor Misericordioso” minuto por minuto!... Así sea.

(Extracto de "Centellitas").

viernes, 20 de mayo de 2016

"La Santa Faz y las almas pequeñitas"



Lecciones de amor.

     ¡Cuán dulce, cuán convincente nos alecciona sobre la humildad la Faz adorable de Nuestro Jesús! “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón”. Estas palabras tan suyas ¡cómo se hacen evidentes al contemplar su faz dulcísima! ¡Qué serenidad, qué mansedumbre se refleja en ella!... es una humildad divina. Él, el Verbo encarnado, el Dios anonadado, el Encanto de las almas pequeñuelas, de las que quieren imitarle, de las que suspiran por asemejarse a Él, por ser transformadas… en el Dios desconocido. ¡Qué bueno ha sido el Padre Celestial con nosotros al querer que Jesús nos hiciese este divino Legado! Porque si alguna vez la humillación se nos hiciese costosa, vayamos a cobrar ánimo ante el Retrato del Hijo del Altísimo, ante la imagen de un Dios despreciado. En verdad que, haciéndolo así, no puede haber dificultad alguna insuperable en materia de humillaciones, antes el corazón se inflama en deseos vivísimos de imitarle. San Pablo nos dice que en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios, y le vemos tratado de loco, de insensato. También las almas pequeñitas desean poseer en alto grado todos los tesoros del amor puro, de la humildad sincera, pero en escondido, esto es, sin llamar la atención, para solo agradar al Padre copiando lo más fielmente posible el Dulcísimo Modelo, Jesucristo.

     En Él aprenden también a ser mansos, esto es, a ser dulces, tratables, a huir de la piedad farisaica, a empaparse del sagrado espíritu evangélico. La Santa Faz de Jesús respira suavidad, benevolencia, perdón. A ella acuden las almas pequeñuelas, las que suspiran por agradarle, para interpretar las inefables lecciones del generoso olvido de las injurias, de la fraternal y santa condescendencia para los que se complacen en ejercitarlas, en molestarlas de mil maneras, bendiciendo al Padre cuando les proporciona ocasiones para consolar a Jesús con su fidelidad y su dulce imitación.

     A los que se les haga difícil la práctica de la humildad, de la mansedumbre, les aconsejamos que, al sentirse tentados, acudan ante la sagrada Imagen de la Santa Faz de Jesús y la miren muy despacio. Cuéntenle al mismo tiempo sus dificultades, sus trabajos, aunque creemos no habrá necesidad de nada de esto, porque antes de empezar sentirán sus corazones completamente cambiados. Es uno de los frutos de la Pasión santísima de Jesús y constituye uno de los designios del Padre.

MARÍA DE DIOS PADRE.

(De la “Vida Sobrenatural” de Salamanca, tomo XVI, año 1928. Con licencia eclesiástica).

* * *

GRACIAS CONCEDIDAS POR S. S. PÍO X

el día 9 de Diciembre de 1905, a quienes mediten algunos momentos sobre la Pasión ante esta Imagen de la Santa Faz.

1º Todas las indulgencias concedidas anteriormente por los Soberanos Pontífices a la Corona de las Cinco Llagas.
2º La Bendición Apostólica.

"A los católicos del mundo entero"


"¡El Papa ha dejado oír su voz augusta, no sólo a sus caros hijos en Cristo, sino a toda la humanidad!

"Abramos nuestros corazones, abramos nuestras almas, como al llamamiento del mismo Cristo, a la invitación que nos hace en su nombre el que le representa en la tierra. Y hagámonos mensajeros, cada uno de nosotros, de este llamamiento supremo que tanto bien nos traerá. ¡Qué resuene en toda la tierra y produzca frutos divinos! Porque las fuentes de la gracia van a ser abiertas con más abundancia, para que las almas se purifiquen, se conviertan, se transformen: que todas vayan allí a apagar su sed y encuentren allí la vida, la verdadera vida, la “abundancia de la vida”.

"¡Acudamos todos! Es la hora del amor y de la misericordia; es la hora del triunfo y de la gloria del Amor Misericordioso. ¡Sea Él aclamado en toda la tierra!"

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El presente mensaje, si bien fue ampliamente difundido con ocasión del Año Santo de la Redención de 1933, es muy útil para comprender el significado del Jubileo de la Misericordia, y la riqueza espiritual que encierran otros Años Santos convocados a lo largo de la historia de la Iglesia.

Dejemos que el Amor Misericordioso del Sagrado Corazón de Jesús nos haga vivir en este Año Santo, y en todos los otros años de nuestra existencia, esa vida verdadera que es la Caridad, dulzura y compasión, para extender así su Reinado de Amor en toda la sociedad.