El
Amor Misericordioso necesita apóstoles, millares y millones de lenguas que le
anuncien y le den a conocer por todas partes; apóstoles del gran Mandamiento
de la caridad que es el sostén de su reinado.
Toda
la doctrina y obra del Amor Misericordioso brota del Evangelio, sintetizada en
aquéllas palabras de San Juan (3, 16);
"De
tal manera amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito, para que todos los
que crean en él no perezcan sino que consigan la vida eterna."
Y
el fin de esta Obra es que las almas conozcan al divino Corazón que es todo
amor y misericordia y pongan su confianza en él y le correspondan por medio de
la caridad con el prójimo.
Oigamos
sus preciosas palabras dirigidas a su nueva confidente:
"Creer en mi Amor y corresponder a él
es toda la doctrina de mi Sagrado Corazón. Creer en mi Amor Misericordioso es
lo que Yo explicaba a Margarita María cuando le decía: "He aquí el Corazón que tanto ha amado
a los hombres". Creed, pues, en
este amor de mi corazón que es tan poco amado. ¡Si me amáis, guardad mis
mandamientos! Mi mandamiento es: que os améis unos a otros como yo os he amado.”
Y a esto añade corresponder con la confianza, por una confianza humilde y
amorosa, pero práctica, haciendo lo que Dios humanado ha hecho. Hay que poner a
la vista estas grandes manifestaciones de la inmensa caridad de Cristo; cuales
son: La Pasión, La Eucaristía, El Corazón herido de amor.
Aquí
tenemos con esto el gráfico de esta devoción y la síntesis de su doctrina; por
eso ha querido Jesús manifestarse ahora en esa forma pidiendo que así se le
pinte y represente en cuadros y estampas y en ellas se le dé culto. Por la cruz
desea Jesús que se despierte en las almas el espíritu de sacrificio:
“Me ha prometido—dice
P. M. Sulamitis—reinará por su cruz y por
su corazón: será nuestro Rey de Amor, quiere reinar así en todo el universo; - Continúa
el Señor - ¿No he dicho acaso que cuando
fuere elevado sobre la tierra atraería hacia Mí todas las cosas?... Esto es lo
que quiero hacer; quiero recordar constantemente a mis almas mis sufrimientos y
mi amor; quiero ser allí (en la Cruz) para ellas una predicación muda que las
enseñe como hay que amar y cómo hay que sufrir. ¡Oh, que vengan a la escuela
del amor, y aprenderán mi amor misericordioso!”
Quiere
el Señor reanimar la fe en su Eucaristía, por eso impulsa a las almas a que
acudan a su corazón vivo, allí donde está realmente en el Sagrario, en su
Sacramento de amor. Oigamos sus lecciones sobre este punto:
“Para enseñar a las almas a vivir bien es
preciso enseñarlas a comulgar bien, y a obtener de sus comuniones el gran fruto
de la caridad.” “Que gozo para mi corazón si mis amigos quisieran hacer de la
Misa y de la comunión su divina cita y establecer allí en unión conmigo la
unión de unos con otros por la caridad.”
Por
la caridad, aquí es donde el Señor insiste más por la caridad… por la
misericordia compasiva y delicada caridad para con nuestro prójimo.
Esta
es la correspondencia que pide Jesús a sus amigos como prueba de su amor a él;
que seamos como el Amor Misericordioso para con nuestros hermanos:
“Sois mis amigos
—dice— si hacéis lo que os mando: que os améis
unos a otros como yo os he amado.” P. M. Sulamitis dice: “Me fue mostrado que toda la doctrina del
Evangelio es Amor Misericordioso; también me fue manifestado cuan poco se
practica esto… siendo tan esencial en nuestra Religión.”
A
remediar este mal viene la obra del Amor Misericordioso.
C. y C.
(De la revista “Acción Antoniana” de los Franciscanos de Valencia, octubre de 1932, número 141, con licencia eclesiástica).