"¡El Papa ha dejado oír su voz augusta, no sólo a sus caros hijos en
Cristo, sino a toda la humanidad!
"Abramos nuestros corazones, abramos nuestras almas, como al
llamamiento del mismo Cristo, a la invitación que nos hace en su nombre el que
le representa en la tierra. Y hagámonos mensajeros, cada uno de nosotros, de
este llamamiento supremo que tanto bien nos traerá. ¡Qué resuene en toda la
tierra y produzca frutos divinos! Porque las fuentes de la gracia van a ser
abiertas con más abundancia, para que las almas se purifiquen, se conviertan,
se transformen: que todas vayan allí a apagar su sed y encuentren allí la vida,
la verdadera vida, la “abundancia de la vida”.
"¡Acudamos todos! Es la hora del amor y de la misericordia; es la hora
del triunfo y de la gloria del Amor Misericordioso. ¡Sea Él aclamado en toda la
tierra!"
* * *
El presente mensaje, si bien fue ampliamente difundido con ocasión del Año Santo de la Redención de 1933, es muy útil para comprender el significado del Jubileo de la Misericordia, y la riqueza espiritual que encierran otros Años Santos convocados a lo largo de la historia de la Iglesia.
Dejemos que el Amor Misericordioso del Sagrado Corazón de Jesús nos haga vivir en este Año Santo, y en todos los otros años de nuestra existencia, esa vida verdadera que es la Caridad, dulzura y compasión, para extender así su Reinado de Amor en toda la sociedad.