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miércoles, 12 de octubre de 2016

"Acto de ofrenda al Amor Misericordioso en unión de Santa Teresita del Niño Jesús: Exposición y semana preparatoria"


“¡Oh Dios mío, Trinidad bienaventurada, a fin de vivir en un perfecto acto de amor, yo me ofrezco como víctima de holocausto a vuestro Amor Misericordioso, suplicándoos que me consumáis sin cesar, dejando desbordar en mi alma las olas de infinita ternura que en Vos se encierran, y así sea yo mártir de vuestro Amor, oh Dios mío!

“Que este martirio, después de haberme preparado a comparecer ante Vos, hágame morir al fin,  y que mi alma se lance sin demora en el eterno abrazo de vuestro Misericordioso Amor.

“¡Quiero, oh Amado mío, renovaros esta ofrenda en cada latido de mi corazón un número infinito de veces, hasta que habiéndose desvanecido las sombras, pueda repetiros cara a cara mi amor eternamente!” 

¿Cuál es el origen de este Acto?

 Santa Teresita lo dice en el libro de su Vida, "Historia de un Alma", cuya lectura ampliamente recomendamos:

“En el año 1895 recibí, escribe ella, la gracia de comprender, mejor que nunca, cuanto desea Jesús ser amado:

Pensando un día en las almas que se ofrecen como Víctimas a la Justicia de Dios a fin de  desviar, atrayéndolos hacia sí, los castigos reservados a los pecadores, encontré esta ofrenda grande y generosa, pero estaba muy lejos de sentirme inclinada a hacerla. ¡Oh mi Divino Maestro!, exclamé del fondo de mi alma, ¿sólo vuestra justicia recibe las hostias de holocausto? Vuestro Amor Misericordioso, ¿no las necesita también? De todas partes es duramente desechado; los corazones a quienes deseáis prodigarle se vuelven a las creaturas pidiéndoles la felicidad de un miserable y efímero cariño, en lugar de echarse en vuestros brazos y aceptar la deliciosa hoguera de vuestro Amor infinito, ¡Oh Dios mío! Vuestro Amor menospreciado ¿permanecerá encerrado en vuestro Corazón? Me figuro que si encontrarais almas que se ofrecieran como víctimas de holocausto a vuestro Amor, las consumiríais rápidamente y os alegraríais de dilatar las llamas de infinita ternura que encierra vuestro pecho”.

“Si a vuestra justicia gusta de descargarse siendo que sólo se extiende sobre la tierra ¡cuánto más vuestro Amor Misericordioso deseará abrasar las almas, ya que vuestra misericordia se eleva hasta los cielos! ¡Oh Jesús! que sea yo esta dichosa Víctima; consumid vuestra pequeña hostia con el fuego del divino Amor”.


* * *

Lo que es el Amor Misericordioso

            El Amor Misericordioso es el amor infinito que reside en la Trinidad adorable, el amor divino considerado en sus relaciones con los hombres, sus pequeñas criaturas miserables a consecuencia del pecado; amor que nos ha prevenido, amor siempre en actividad para hacernos bien, amor de un Dios infinitamente bueno y todopoderoso, que quiere hacer llamar Padre, Salvador, Amigo…

            El Amor Misericordioso es por consiguiente el amor del Dios Bondadoso para conmigo, en particular para mí, que me ha creado para conocerle, amarle, servirle y por este medio, conseguir la vida eterna.

            Con este amor he sido amada desde antes de mi nacimiento; no cesará de ejercerse sobre mí durante toda la eternidad, si, por mi malicia y mis infidelidades voluntarias, no pongo obstáculo a sus designios.

            El Amor Misericordioso excede a todo otro amor, pues tiene su fuente en el Corazón de Dios mismo y me ha sido manifestado en sus divinos excesos.

            El amor llama al amor: ¿no es justo amar a quien nos ama y no nos ama sino para nuestro bien? Pues Dios se bastaba a sí mismo; si Él nos ha creado es para hacernos participar de su felicidad suprema, para hacernos felices… Él, Santo por excelencia, infinitamente perfecto, se ha abajado hasta mí, a pesar de mi miseria y me atrevería a decir que a causa de mi miseria, de la cual se ha compadecido según el oráculo: “Te he amado con un amor eterno, y misericordioso te atraje a mí”[1]. Y este fino amor me atrae en este día para devolverle amor por amor. El discípulo amado lo dijo: “Amemos a Dios, que nos amó primero”[2].

            Sí, amemos a Dios, no con un amor superficial, no con los labios, sino amémosle entregándonos a Él totalmente, sin retroceder, y para ello, pidamos a la Santísima Virgen que nos enseñe y nos disponga ella misma a hacer nuestra ofrenda de amor.
P. M SULAMITIS

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Invitación para corresponder al Amor Misericordioso del Corazón de Jesús.

         ¡Oh criaturas mías! ¡Si supierais cuán amadas sois por vuestro Dios!...

         Eso constituirá vuestra bienaventuranza, vuestra gloria en el cielo… y toda la eternidad cantareis las alabanzas, los beneficios de mi Amor Misericordioso… Porque nadie encontrará en el reino de los cielos sino por Él: por Él habéis sido creados… por Él sois vivificados, gobernados y por Él seréis salvos… por Él, coronando sus dones, seréis glorificados y Él será glorificado en vosotros eternamente.


         ¡Id! Penetrad más y más en las intenciones de la Iglesia… Haced conocer a Cristo, tal como se ha manifestado sobre la tierra, sobre su vida mortal… haced conocer su Corazón mostrado a Margarita María… decid a todos que Él es el Amor Misericordioso… Repetid con Teresita del Niño Jesús, que mi Amor Misericordioso desea abrasar a las almas en sus ardores… que necesita hostias de holocausto… En todas partes es desconocido y rechazado… Los corazones a quienes deseo prodigarlo, se vuelven hacia las criaturas pidiéndoles la felicidad como un miserable afecto momentáneo, en vez de echarse en mis brazos y de aceptar la deliciosa hoguera de mi amor infinito… ¡Qué bien supo conocerme mi Teresita! Su acto de ofrecimiento está ya aprobado. Ya no soy Yo por tanto para vosotros un desconocido… y si os ponéis delante de vuestro Crucifijo, o de la Hostia Santa, pronto mi Corazón, irradiando, os dará a conocer lo que Yo soy… lo que he sido para vosotros desde el primer momento de mi vida, y todos os sentiréis movidos a decirme: ¡Lo creo! Sois el Amor Misericordioso.

(Extracto de "La Obra del Amor Misericordioso").


Muerte feliz de Santa Teresita de Lisieux
"Oh... ¡Le amo!...  ¡Dios mío... os amo!"

"Hacemos nuestra esta oración de Santa Teresita: “¡Oh Jesús!, te suplicamos que inclines tus divinas miradas sobre un gran número de almas pequeñitas, y te escojas en este mundo una legión de pequeñas victimas dignas de tu AMOR”.

S. S. PIO XI


[1] Jer. XXXI, 3.
[2] I Joan. IV, 10.

Nota.- Indulgencias a perpetuidad por recitar el Acto de Ofrenda compuesto por Santa Teresita, a partir de las palabras “A FIN DE VIVIR EN UN PERFECTO ACTO DE AMOR”:
1º 300 días de indulgencia, cada vez que se rece con devoción este Acto de Ofrenda. 
2º Indulgencia plenaria cada mes con las condiciones ordinarias a todos los que la hubieran rezado todo el mes. 
Dado en Roma, en la S. Penitenciaría el 31 de Julio de 1922.

viernes, 20 de mayo de 2016

"La Santa Faz y las almas pequeñitas"



Lecciones de amor.

     ¡Cuán dulce, cuán convincente nos alecciona sobre la humildad la Faz adorable de Nuestro Jesús! “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón”. Estas palabras tan suyas ¡cómo se hacen evidentes al contemplar su faz dulcísima! ¡Qué serenidad, qué mansedumbre se refleja en ella!... es una humildad divina. Él, el Verbo encarnado, el Dios anonadado, el Encanto de las almas pequeñuelas, de las que quieren imitarle, de las que suspiran por asemejarse a Él, por ser transformadas… en el Dios desconocido. ¡Qué bueno ha sido el Padre Celestial con nosotros al querer que Jesús nos hiciese este divino Legado! Porque si alguna vez la humillación se nos hiciese costosa, vayamos a cobrar ánimo ante el Retrato del Hijo del Altísimo, ante la imagen de un Dios despreciado. En verdad que, haciéndolo así, no puede haber dificultad alguna insuperable en materia de humillaciones, antes el corazón se inflama en deseos vivísimos de imitarle. San Pablo nos dice que en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios, y le vemos tratado de loco, de insensato. También las almas pequeñitas desean poseer en alto grado todos los tesoros del amor puro, de la humildad sincera, pero en escondido, esto es, sin llamar la atención, para solo agradar al Padre copiando lo más fielmente posible el Dulcísimo Modelo, Jesucristo.

     En Él aprenden también a ser mansos, esto es, a ser dulces, tratables, a huir de la piedad farisaica, a empaparse del sagrado espíritu evangélico. La Santa Faz de Jesús respira suavidad, benevolencia, perdón. A ella acuden las almas pequeñuelas, las que suspiran por agradarle, para interpretar las inefables lecciones del generoso olvido de las injurias, de la fraternal y santa condescendencia para los que se complacen en ejercitarlas, en molestarlas de mil maneras, bendiciendo al Padre cuando les proporciona ocasiones para consolar a Jesús con su fidelidad y su dulce imitación.

     A los que se les haga difícil la práctica de la humildad, de la mansedumbre, les aconsejamos que, al sentirse tentados, acudan ante la sagrada Imagen de la Santa Faz de Jesús y la miren muy despacio. Cuéntenle al mismo tiempo sus dificultades, sus trabajos, aunque creemos no habrá necesidad de nada de esto, porque antes de empezar sentirán sus corazones completamente cambiados. Es uno de los frutos de la Pasión santísima de Jesús y constituye uno de los designios del Padre.

MARÍA DE DIOS PADRE.

(De la “Vida Sobrenatural” de Salamanca, tomo XVI, año 1928. Con licencia eclesiástica).

* * *

GRACIAS CONCEDIDAS POR S. S. PÍO X

el día 9 de Diciembre de 1905, a quienes mediten algunos momentos sobre la Pasión ante esta Imagen de la Santa Faz.

1º Todas las indulgencias concedidas anteriormente por los Soberanos Pontífices a la Corona de las Cinco Llagas.
2º La Bendición Apostólica.