sábado, 13 de mayo de 2017

"Llamamiento a los Amigos del Corazón de Jesús"


     ¡La hora ha llegado! la hora de ofrecer al Corazón Adorable de Jesús, Nuestro Divino Rey de Amor, el "don" que tan ardientemente desea y reclama con tantas instancias desde hace más de diecinueve siglos. San Pablo decía que todas las obras exteriores más heroicas nada eran sin la caridad, y Nuestro Señor, que no cesa de pedir “amor” a sus criaturas, nos hizo comprender en su Evangelio, nos ha hecho entender por San Juan, inspirado por las palabras del Maestro, que el amor de Dios para ser verdadero debe traducirse en amor al prójimo:

“Amaos unos a otros como Yo os he amado”. “Lo que hiciereis al más pequeñito de los míos, a Mí me lo hacéis”. "El que diga que ama a Dios y no ame al prójimo es un impostor".

En esta época en que se forman tantas asociaciones de celo y de abnegación para adelantar el Reinado del Corazón de Jesús y para consuelo de la humanidad, nos vemos obligados, sin embargo, a comprobar que falta muchas veces el espíritu de caridad, ese verdadero espíritu cristiano –espíritu de Jesús– que debe ser el alma y la vida de nuestras obras. – Sólo en la eternidad sabremos lo que es un acto de caridad de más o de menos en la vida; puesto que, según la medida de nuestra caridad, es como seremos juzgados, y que el Señor, infinitamente justo y soberanamente misericordioso, será para nosotros severo o favorable, según nos haya encontrado a nosotros para con el prójimo. 

El objeto de estas horas es hacer un llamamiento a vuestro celo –y al de las personas que os rodean–, para que Nuestro Señor encuentre en nosotros, y por nosotros, cada vez más “ese reinado de Caridad”, que es su propio reinado en la tierra.

Así como para establecer a Jesús Rey de los hogares, el admirable medio empleado con tanto éxito ha sido conquistárselos familia por familia, para establecer en verdad a Jesús Rey de las almas, Rey de los Corazones, es preciso hacerlo alma por alma, corazón por corazón… y esto por la fe en un Amor y por la caridad.

La ola de la impiedad va subiendo siempre, aumentando y creciendo con los desórdenes espantosos que arrastra consigo; como son la depravación de las costumbres, el endurecimiento de la conciencia, ambición y egoísmo que invaden a todas las clases de la sociedad.

El único remedio eficaz sería sin duda la práctica verdadera y sincera de la Ley del Amor de nuestro muy amado Rey, que parece desconocida entre los suyos; pues no es raro en nuestros días, ver a cristianos que comulgan a la mañana y el mismo día no temen manchar su lengua o su corazón con esas faltas tan reprobadas del Maestro y de las cuales casi no hacen caso.

Es cierto que la Caridad Evangélica impone muchos sacrificios: ¡mas qué sacrificios comparables a esos hechos por la gloria y alegría del Corazón de Jesús!... ¡Oh, qué reparación de amor más grande y hermosa la que consistiera en sumergir la ola de odio, que se revuelve amenazadora, bajo una inmensa ola de amor y de misericordiosa caridad – que saliendo del Corazón de Jesús se derramaría por sus amigos sobre el mundo, para que ese Corazón adorable sea glorificado no sólo con palabras, pero sobre todo con ejemplos, y que conocieran todos que la salvación viene de Él, inspirador de todo bien… y foco viviente de la sobrenatural Caridad…!

No se trata, pues, aquí de ninguna obra nueva, ni de nuevas obligaciones – sino de un íntimo llamamiento a todos los Amigos de Nuestro Señor, Sacerdotes, Religiosos, Consagrados y gentes del mundo, en cualquier situación que se hallen y sea cual fuere su vocación, sus ocupaciones y su edad. ¡Ojalá se unan tan fuertemente por los lazos de la caridad, que se alegren mutuamente de sus alegrías y de sus éxitos, ayudándose recíprocamente en sus penas y trabajos, mostrándose en verdad tales como Jesús les quiere, y desagraviando a su Adorable Corazón –por un amor verdadero y bien comprendido–, de tanta indiferencia y sobre todo del menosprecio de su Mandamiento sacratísimo! ¡Pues tantos pobres cristianos hay que necesitan ser arrastrados y abrasados con el fuego y los ejemplos de “Caridad” de los Amigos y de los Apóstoles del Divino Corazón!

Este movimiento de caridad atraerá, no podemos dudarlo, sobre las personas consagradas al Sagrado Corazón, la abundancia inmensa de bendiciones que Nuestro Señor tiene prometidas a sus amigos –pues se trata únicamente de su Gloria y de su Alegría– del avance de su Reinado de Amor en nuestras almas – y del bien de la paz en la sociedad. 

LA LEGION

de los Amigos del Corazón de Jesús para 
gloria suya y salvación de las almas.

    Habiendo Jesús hecho el sacrificio de las doce legiones de ángeles que su Padre le pudo dar para consolarle y defenderle durante su Pasión… debemos nosotros, para desagraviarle en lo posible, en vista de nuestra pequeñez y la grandeza de su Amor, procurar ser la Legión de los verdaderos Amigos y de los Apóstoles de su Corazón – La Legión de su Amor Misericordioso, por el cumplimiento de los deseos y por la imitación de las virtudes… sobre todo de la Caridad de su Corazón.


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     Por el Amor Misericordioso hemos sido elegidos y seremos salvos... El nos alcanzó la “victoria y la Paz” e imitando al Amor Misericordioso es como ayudaremos a nosotros mismos a nuestro “rey Jesús” a salvar al mundo y reinar en los corazones.

     Con la legión de almas pequeñitas que Santa Teresita del Niño Jesús prometió atraer en pos de si, quiere formar un ejército de almas elegidas pequeñitas, pero almas llenas de espíritu de sacrificio… engendradas en el Calvario y nacidas de su Corazón traspasado...

     Almas unidas a Él,
    Que le ofrezcan sin cesar…
    Y se ofrezcan en Él y con Él,
    Y que sean: Amor Misericordioso como Él... (Caridad y Misericordia a imitación de Él).


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     A ellas también se dirige la palabra de Jesús a su amada discípula Margarita María:
    “Yo te he elegido para ofrecer a mi Padre sacrificios ardientes, para aplacar su justicia y para tributarle una gloria infinita, por la ofrenda que le harás de Mi mismo en esos sacrificios, uniendo la de tu ser para honrar el mío”.


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     ¿Qué pide Él a estas almas?

     La fe en su amor;
     La confianza en su amor;
     La confianza en su bondad;

    El ejercicio perfecto de la caridad… por el olvido de sí mismas y el sacrificio... es decir, la correspondencia, y la conformidad con las disposiciones de su Corazón reveladas por sus siete palabras  en el Calvario. 

     Por eso, nada voluntario, ni en los pensamientos, ni en las palabras, ni en las acciones, que en lo más mínimo sea contrario a la confianza y a la misericordiosa Caridad.


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¡Cuántas virtudes sólidas y obras de celo fecundas se podrían edificar sobre este fundamento… y qué ejemplo sería para todos los cristianos!

¡Qué devoción tan bella al Sagrado Corazón y cuán práctica! … pues el Amor Misericordioso es la librea que deben llevar todos sus amigos… aquellos que quieren ser verdaderamente suyos… y trabajar por Él… por su reinado. ¡Cuántos hay que no piensan en esto! -  (Extracto de “Centellitas”).

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Para formar parte de la Legión, basta determinar su voluntad y portarse verdaderamente como está indicado en el siguiente Pacto:


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Excusado es decir que este compromiso no es voto, si no un firme y buen propósito que se puede renovar cada viernes en la Sagrada Comunión, si se tiene la dicha de hacerla, si no, en otro momento del día.

        Se podrá tomar como materia de examen particular uno de los puntos del Pacto, aquel en que más necesidad tuviéramos de andar alerta.


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La Asociación no tiene más Centro que el Corazón de Jesús.
El Registro donde están inscritos los nombres, es el mismo Sagrado Corazón.
El Director, es el Espíritu Santo, que con la cooperación de la Santísima Virgen, transformará las almas poco a poco para hacerlas vivir de la Caridad Evangélica (Amor y Misericordia) que es la vida misma del Corazón de Jesús.

Las prácticas preferidas por los "Amigos del Corazón de Jesús" serán: la asistencia a la santa Misa (todas las mañanas si les fuera posible) en unión con María al pie de la Cruz, así como la visita durante el día a Jesús viviente en el Tabernáculo.

       También se recomienda la unión a las Misas que actualmente se celebran en el mundo entero, para lo cual podrán servirse de la fórmula que va al fin. 

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PACTO DE AMOR
de los Verdaderos Amigos de Jesús

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando (S. Juan, XV, 14). 
Mi Mandamiento es que os améis los unos a los otros (S. Juan, XV, 12). 

     ¡Oh Jesús, que me habéis amado hasta la Encarnación, hasta la Cruz, hasta la Eucaristía! Para observar tan fielmente como me sea posible vuestro Mandamiento de Amor, para llevar en mí la señal por la que se reconocen vuestros discípulos y formar parte de los Amigos de vuestro Corazón, quiero aplicarme de un modo particular a la práctica de la caridad. Con este fin, quiero CREER EN VUESTRO AMOR para MÍ y RESPONDER A EL con mi amor, amor de confianza, de gratitud, de conformidad, de intimidad; y para hacer efectivo y práctico ese amor, quiero amar al prójimo como Vos me habéis amado, es decir, con un amor misericordioso, que se traduzca por la indulgencia, la comprensión, la paciencia, la delicadeza, la bondad, la afabilidad, etc., buscando siempre el medio de agradar su corazón, pues es agradar el Vuestro, y evitando todo lo que pudiese herirlo y oprimirlo, pues esto sería hacerlo con Vos mismo, ¡Jesús mío! 

     Me esforzaré, pues, con vuestra gracia y bajo la protección de la Santísima Virgen y de los Santos que más os han amado, por no detenerme jamás voluntariamente: 
     - En ningún pensamiento contrario a la confianza en Vos. 
     - En ningún pensamiento o juicio desfavorable al amado prójimo. 
   - En ningún sentimiento de rencor o venganza, no guardando frialdad para con él y tratando de responder siempre con un favor a un desaire recibido. 

    Evitaré toda palabra o procedimiento contrario a la caridad, es decir, perjudicial al prójimo, ya sea que tienda a rebajarle, a provocar la desunión con él, o a descubrir sin absoluta necesidad el mal o la imperfección que creyere advertir en él.

      Me abstendré de toda palabra o procedimiento que hiera o pueda oprimir el corazón del prójimo. 

     Jamás rehusaré un favor que me sea posible hacer sin perjuicio del deber: Después de cada falta, trataré de hacer prontamente la reparación, por la triple formación de amor que Vos mismo, oh Jesús, habéis pedido a vuestro Apóstol San Pedro.

   Además, para realizar según mi pequeñez los deseos de vuestro Corazón, quiero contribuir con todo mi poder al advenimiento de vuestro reinado de caridad en toda la tierra.
María, mi buena Madre, presentad, os suplico, a vuestro Divino Hijo este compromiso que acabo de hacer, para que Él mismo se digne escribir mi nombre en el Libro Sagrado de su Divino Corazón y que de allí no se borre jamás. – Amén. 

   Nota.- Después de una falta de fe en el amor de Jesús: contrición, propósito firme, abismar la falta en el Amor Misericordioso, ofrenda de Nuestro Señor y decir desde lo íntimo del corazón: 

    “Jesús mío, os amo y creo en vuestro amor para conmigo” (Tres veces). 
   Después de una falta de confianza, contrición, etc., (como queda dicho), “Jesús mío, os amo y en Vos confío”. (Tres veces). 

    Después de una falta a la caridad; contrición, etc., “Jesús mío, os amo, y para probaros mi amor, amo a mi prójimo N. N. como Vos me habéis amado”. (Tres veces). 

   Si hubo falta exterior, aprovechar una ocasión para hacer un acto contrario, y usar de atenciones delicadas si el corazón del amado prójimo ha sido contristado por nuestra manera de obrar.

   Para dar a esta restitución, comunión de méritos será bueno hacer esta triple afirmación de amor en nombre de todos aquellos que forman parte de la Legión –y de todas las criaturas– al menos una vez al día – y luego la ofrenda al Padre Eterno por manos de María.


OFRENDA

    Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro amado Hijo y me ofrezco a mí mismo en Él – con Él – por Él – a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

     (300 días de indulgencia cada vez, y una plenaria al mes, confesando y comulgando, etc. PIO XI, 10 Junio, 1923).


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        Unión a las Misas que actualmente se celebran en el mundo entero:


¡Jesús-Sacerdote-Hostia, por María me ofrezco a Ti, tengo hambre de Ti… me uno a Ti…!



P. M. SULAMITIS.