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sábado, 13 de mayo de 2017

"Llamamiento a los Amigos del Corazón de Jesús"


     ¡La hora ha llegado! la hora de ofrecer al Corazón Adorable de Jesús, Nuestro Divino Rey de Amor, el "don" que tan ardientemente desea y reclama con tantas instancias desde hace más de diecinueve siglos. San Pablo decía que todas las obras exteriores más heroicas nada eran sin la caridad, y Nuestro Señor, que no cesa de pedir “amor” a sus criaturas, nos hizo comprender en su Evangelio, nos ha hecho entender por San Juan, inspirado por las palabras del Maestro, que el amor de Dios para ser verdadero debe traducirse en amor al prójimo:

“Amaos unos a otros como Yo os he amado”. “Lo que hiciereis al más pequeñito de los míos, a Mí me lo hacéis”. "El que diga que ama a Dios y no ame al prójimo es un impostor".

En esta época en que se forman tantas asociaciones de celo y de abnegación para adelantar el Reinado del Corazón de Jesús y para consuelo de la humanidad, nos vemos obligados, sin embargo, a comprobar que falta muchas veces el espíritu de caridad, ese verdadero espíritu cristiano –espíritu de Jesús– que debe ser el alma y la vida de nuestras obras. – Sólo en la eternidad sabremos lo que es un acto de caridad de más o de menos en la vida; puesto que, según la medida de nuestra caridad, es como seremos juzgados, y que el Señor, infinitamente justo y soberanamente misericordioso, será para nosotros severo o favorable, según nos haya encontrado a nosotros para con el prójimo. 

El objeto de estas horas es hacer un llamamiento a vuestro celo –y al de las personas que os rodean–, para que Nuestro Señor encuentre en nosotros, y por nosotros, cada vez más “ese reinado de Caridad”, que es su propio reinado en la tierra.

Así como para establecer a Jesús Rey de los hogares, el admirable medio empleado con tanto éxito ha sido conquistárselos familia por familia, para establecer en verdad a Jesús Rey de las almas, Rey de los Corazones, es preciso hacerlo alma por alma, corazón por corazón… y esto por la fe en un Amor y por la caridad.

La ola de la impiedad va subiendo siempre, aumentando y creciendo con los desórdenes espantosos que arrastra consigo; como son la depravación de las costumbres, el endurecimiento de la conciencia, ambición y egoísmo que invaden a todas las clases de la sociedad.

El único remedio eficaz sería sin duda la práctica verdadera y sincera de la Ley del Amor de nuestro muy amado Rey, que parece desconocida entre los suyos; pues no es raro en nuestros días, ver a cristianos que comulgan a la mañana y el mismo día no temen manchar su lengua o su corazón con esas faltas tan reprobadas del Maestro y de las cuales casi no hacen caso.

Es cierto que la Caridad Evangélica impone muchos sacrificios: ¡mas qué sacrificios comparables a esos hechos por la gloria y alegría del Corazón de Jesús!... ¡Oh, qué reparación de amor más grande y hermosa la que consistiera en sumergir la ola de odio, que se revuelve amenazadora, bajo una inmensa ola de amor y de misericordiosa caridad – que saliendo del Corazón de Jesús se derramaría por sus amigos sobre el mundo, para que ese Corazón adorable sea glorificado no sólo con palabras, pero sobre todo con ejemplos, y que conocieran todos que la salvación viene de Él, inspirador de todo bien… y foco viviente de la sobrenatural Caridad…!

No se trata, pues, aquí de ninguna obra nueva, ni de nuevas obligaciones – sino de un íntimo llamamiento a todos los Amigos de Nuestro Señor, Sacerdotes, Religiosos, Consagrados y gentes del mundo, en cualquier situación que se hallen y sea cual fuere su vocación, sus ocupaciones y su edad. ¡Ojalá se unan tan fuertemente por los lazos de la caridad, que se alegren mutuamente de sus alegrías y de sus éxitos, ayudándose recíprocamente en sus penas y trabajos, mostrándose en verdad tales como Jesús les quiere, y desagraviando a su Adorable Corazón –por un amor verdadero y bien comprendido–, de tanta indiferencia y sobre todo del menosprecio de su Mandamiento sacratísimo! ¡Pues tantos pobres cristianos hay que necesitan ser arrastrados y abrasados con el fuego y los ejemplos de “Caridad” de los Amigos y de los Apóstoles del Divino Corazón!

Este movimiento de caridad atraerá, no podemos dudarlo, sobre las personas consagradas al Sagrado Corazón, la abundancia inmensa de bendiciones que Nuestro Señor tiene prometidas a sus amigos –pues se trata únicamente de su Gloria y de su Alegría– del avance de su Reinado de Amor en nuestras almas – y del bien de la paz en la sociedad. 

LA LEGION

de los Amigos del Corazón de Jesús para 
gloria suya y salvación de las almas.

    Habiendo Jesús hecho el sacrificio de las doce legiones de ángeles que su Padre le pudo dar para consolarle y defenderle durante su Pasión… debemos nosotros, para desagraviarle en lo posible, en vista de nuestra pequeñez y la grandeza de su Amor, procurar ser la Legión de los verdaderos Amigos y de los Apóstoles de su Corazón – La Legión de su Amor Misericordioso, por el cumplimiento de los deseos y por la imitación de las virtudes… sobre todo de la Caridad de su Corazón.


* * *

     Por el Amor Misericordioso hemos sido elegidos y seremos salvos... El nos alcanzó la “victoria y la Paz” e imitando al Amor Misericordioso es como ayudaremos a nosotros mismos a nuestro “rey Jesús” a salvar al mundo y reinar en los corazones.

     Con la legión de almas pequeñitas que Santa Teresita del Niño Jesús prometió atraer en pos de si, quiere formar un ejército de almas elegidas pequeñitas, pero almas llenas de espíritu de sacrificio… engendradas en el Calvario y nacidas de su Corazón traspasado...

     Almas unidas a Él,
    Que le ofrezcan sin cesar…
    Y se ofrezcan en Él y con Él,
    Y que sean: Amor Misericordioso como Él... (Caridad y Misericordia a imitación de Él).


* * *

     A ellas también se dirige la palabra de Jesús a su amada discípula Margarita María:
    “Yo te he elegido para ofrecer a mi Padre sacrificios ardientes, para aplacar su justicia y para tributarle una gloria infinita, por la ofrenda que le harás de Mi mismo en esos sacrificios, uniendo la de tu ser para honrar el mío”.


* * *
     ¿Qué pide Él a estas almas?

     La fe en su amor;
     La confianza en su amor;
     La confianza en su bondad;

    El ejercicio perfecto de la caridad… por el olvido de sí mismas y el sacrificio... es decir, la correspondencia, y la conformidad con las disposiciones de su Corazón reveladas por sus siete palabras  en el Calvario. 

     Por eso, nada voluntario, ni en los pensamientos, ni en las palabras, ni en las acciones, que en lo más mínimo sea contrario a la confianza y a la misericordiosa Caridad.


* * *
¡Cuántas virtudes sólidas y obras de celo fecundas se podrían edificar sobre este fundamento… y qué ejemplo sería para todos los cristianos!

¡Qué devoción tan bella al Sagrado Corazón y cuán práctica! … pues el Amor Misericordioso es la librea que deben llevar todos sus amigos… aquellos que quieren ser verdaderamente suyos… y trabajar por Él… por su reinado. ¡Cuántos hay que no piensan en esto! -  (Extracto de “Centellitas”).

* * *

Para formar parte de la Legión, basta determinar su voluntad y portarse verdaderamente como está indicado en el siguiente Pacto:


* * *

Excusado es decir que este compromiso no es voto, si no un firme y buen propósito que se puede renovar cada viernes en la Sagrada Comunión, si se tiene la dicha de hacerla, si no, en otro momento del día.

        Se podrá tomar como materia de examen particular uno de los puntos del Pacto, aquel en que más necesidad tuviéramos de andar alerta.


* * *

La Asociación no tiene más Centro que el Corazón de Jesús.
El Registro donde están inscritos los nombres, es el mismo Sagrado Corazón.
El Director, es el Espíritu Santo, que con la cooperación de la Santísima Virgen, transformará las almas poco a poco para hacerlas vivir de la Caridad Evangélica (Amor y Misericordia) que es la vida misma del Corazón de Jesús.

Las prácticas preferidas por los "Amigos del Corazón de Jesús" serán: la asistencia a la santa Misa (todas las mañanas si les fuera posible) en unión con María al pie de la Cruz, así como la visita durante el día a Jesús viviente en el Tabernáculo.

       También se recomienda la unión a las Misas que actualmente se celebran en el mundo entero, para lo cual podrán servirse de la fórmula que va al fin. 

* * *

PACTO DE AMOR
de los Verdaderos Amigos de Jesús

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando (S. Juan, XV, 14). 
Mi Mandamiento es que os améis los unos a los otros (S. Juan, XV, 12). 

     ¡Oh Jesús, que me habéis amado hasta la Encarnación, hasta la Cruz, hasta la Eucaristía! Para observar tan fielmente como me sea posible vuestro Mandamiento de Amor, para llevar en mí la señal por la que se reconocen vuestros discípulos y formar parte de los Amigos de vuestro Corazón, quiero aplicarme de un modo particular a la práctica de la caridad. Con este fin, quiero CREER EN VUESTRO AMOR para MÍ y RESPONDER A EL con mi amor, amor de confianza, de gratitud, de conformidad, de intimidad; y para hacer efectivo y práctico ese amor, quiero amar al prójimo como Vos me habéis amado, es decir, con un amor misericordioso, que se traduzca por la indulgencia, la comprensión, la paciencia, la delicadeza, la bondad, la afabilidad, etc., buscando siempre el medio de agradar su corazón, pues es agradar el Vuestro, y evitando todo lo que pudiese herirlo y oprimirlo, pues esto sería hacerlo con Vos mismo, ¡Jesús mío! 

     Me esforzaré, pues, con vuestra gracia y bajo la protección de la Santísima Virgen y de los Santos que más os han amado, por no detenerme jamás voluntariamente: 
     - En ningún pensamiento contrario a la confianza en Vos. 
     - En ningún pensamiento o juicio desfavorable al amado prójimo. 
   - En ningún sentimiento de rencor o venganza, no guardando frialdad para con él y tratando de responder siempre con un favor a un desaire recibido. 

    Evitaré toda palabra o procedimiento contrario a la caridad, es decir, perjudicial al prójimo, ya sea que tienda a rebajarle, a provocar la desunión con él, o a descubrir sin absoluta necesidad el mal o la imperfección que creyere advertir en él.

      Me abstendré de toda palabra o procedimiento que hiera o pueda oprimir el corazón del prójimo. 

     Jamás rehusaré un favor que me sea posible hacer sin perjuicio del deber: Después de cada falta, trataré de hacer prontamente la reparación, por la triple formación de amor que Vos mismo, oh Jesús, habéis pedido a vuestro Apóstol San Pedro.

   Además, para realizar según mi pequeñez los deseos de vuestro Corazón, quiero contribuir con todo mi poder al advenimiento de vuestro reinado de caridad en toda la tierra.
María, mi buena Madre, presentad, os suplico, a vuestro Divino Hijo este compromiso que acabo de hacer, para que Él mismo se digne escribir mi nombre en el Libro Sagrado de su Divino Corazón y que de allí no se borre jamás. – Amén. 

   Nota.- Después de una falta de fe en el amor de Jesús: contrición, propósito firme, abismar la falta en el Amor Misericordioso, ofrenda de Nuestro Señor y decir desde lo íntimo del corazón: 

    “Jesús mío, os amo y creo en vuestro amor para conmigo” (Tres veces). 
   Después de una falta de confianza, contrición, etc., (como queda dicho), “Jesús mío, os amo y en Vos confío”. (Tres veces). 

    Después de una falta a la caridad; contrición, etc., “Jesús mío, os amo, y para probaros mi amor, amo a mi prójimo N. N. como Vos me habéis amado”. (Tres veces). 

   Si hubo falta exterior, aprovechar una ocasión para hacer un acto contrario, y usar de atenciones delicadas si el corazón del amado prójimo ha sido contristado por nuestra manera de obrar.

   Para dar a esta restitución, comunión de méritos será bueno hacer esta triple afirmación de amor en nombre de todos aquellos que forman parte de la Legión –y de todas las criaturas– al menos una vez al día – y luego la ofrenda al Padre Eterno por manos de María.


OFRENDA

    Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro amado Hijo y me ofrezco a mí mismo en Él – con Él – por Él – a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

     (300 días de indulgencia cada vez, y una plenaria al mes, confesando y comulgando, etc. PIO XI, 10 Junio, 1923).


* * *

        Unión a las Misas que actualmente se celebran en el mundo entero:


¡Jesús-Sacerdote-Hostia, por María me ofrezco a Ti, tengo hambre de Ti… me uno a Ti…!



P. M. SULAMITIS.

sábado, 4 de marzo de 2017

"El Amor Misericordioso habla a nuestras almas"


"¡Yo soy el AMOR MISERICORDIOSO!"

     "Quiero una Asociación del Amor Misericordioso para corresponder a mi plan divino y satisfacer los deseos de mi Corazón".

    "Yo quisiera pequeños grupos que se extiendan poco a poco, esto será la Obra del Amor Misericordioso…"

(29 de Enero de 1919).

     "Ha sonado para Mí la hora de formar amigos míos, sinceros y leales, y esta es la obra del Espíritu Santo… Estos amigos abrazarán con amor todos mis asuntos y los encontraré dispuestos a todos los sacrificios. Sus funciones serán muy diversas; los quisiera en todas las esferas para que correspondan a todas las exigencias de mi Corazón… Rogad para que todos comprendan que el Reglamento que debe gobernar a todas estas cosas sea el que di Yo mismo cuando estaba en la tierra… mi Ley de Amor, la Regla de mi Corazón."

("El Amor no es amado").


"Hay que orar mucho, para el cumplimiento de mi voluntad y para la gloria de mi Amor Misericordioso. Orar para que las almas comprendan bien lo que yo deseo, que es darme a conocer en la verdad de mi caridad infinita, en mi Amor Misericordioso, hacerme conocer como tal sobre la Cruz, en mi Hostia, en mi Evangelio, y todo esto por mi Corazón, que quiero yo descubrir en estas diversas manifestaciones de mi amor."

("La imagen de Jesucristo Amor Misericordioso").


      "Tengo compasión de las almas que no quieren recibir la luz y se dejan arrastrar por el torbellino; tengo compasión de las almas que corren hacia el abismo, y quisiera detenerlas al borde del precipicio. Por eso hago predicar mi doctrina; por eso me muestro tan bueno; por eso mi Corazón está siempre abierto para conceder el perdón; por eso quisiera que vivieseis todos amándoos, aliviándoos como hermanos: si hicierais lo que os digo, tendríais la paz en vosotros y entre vosotros."

("¡Tengo compasión!").

"Yo soy el Amor Misericordioso y como tal he venido a manifestarme a la tierra. ¿No lo habéis comprendido así, cuando me habéis visto, desde mi nacimiento, hacerme el hermano, el amigo de los niños y de los pobres? Fue para que ningún indigente sobre la tierra pueda decir: “El Rey del cielo y de la tierra no ha conocido nuestra pobreza”… ¿Quién de vosotros ha sido jamás tan pobre como Yo? Nací en un establo… elegí a los pastores para ser mis primeros adoradores… a unos pescadores para que fueran mis Apóstoles, a los despreciados de la tierra como a mis privilegiados… mis amigos… Puse mi omnipotencia al servicio de los que se hallaban angustiados, de los que sufrían… todo lo hice para excitaros a la confianza, para descubriros mi inmenso amor hacia vosotros, tan indignos de este favor… Ved las leyes que os he dado, ved si no son todas ellas bondad, indulgencia para el que tal vez es débil, pero tiene un buen corazón y se arrepiente de sus culpas… Ved que condición os he impuesto para que alcancéis vuestro perdón… y de qué modo, también os he dejado entrever el juicio y la recompensa… ¿No debe ser todo esto para vosotros un gran estímulo para creer en mi Amor y para la práctica de la caridad misericordiosa?... Cuanto más contempléis vuestro crucifijo… más os acercaréis al altar donde renuevo cada día mi sacrificio… cuanto más leáis y meditéis mi Evangelio, mejor comprenderéis mi Corazón y descubriréis que este Corazón, que tanto os ha amado, nos es más que amor y, para vosotros, Amor Misericordioso…"

         "¡Oh criaturas mías! ¡Si supierais cuán amadas sois por vuestro Dios!..."

         "Eso constituirá vuestra bienaventuranza, vuestra gloria en el cielo… y toda la eternidad cantareis las alabanzas, los beneficios de mi Amor Misericordioso… Porque nadie encontrará en el reino de los cielos sino por Él: por Él habéis sido creados… por Él sois vivificados, gobernados y por Él seréis salvos… por Él, coronando sus dones, seréis glorificados y Él será glorificado en vosotros eternamente".

("La Obra del Amor Misericordioso").

OFRENDA

¡Padre Santo!
por el Corazón Inmaculado de María,
os ofrezco a Jesús,
vuestro Hijo muy amado,
y me ofrezco yo mismo,
en Él, con Él y por Él,
a todas sus intenciones,
y en nombre de todas las criaturas.

(Padrenuestro, Avemaría, Gloria).

Indulgencia de 300 días cada vez, y plenaria al mes.
Pío XI, 10-VI-1923.

domingo, 26 de febrero de 2017

Enseñanzas del Amor Misericordioso: "¡Sed buenos!"


SED BUENOS
_____

         Oh vosotros, los que os sentís muy tentados, aun delante de un Crucifijo, y aun después de la santísima Comunión, de replegaros, bajo pretexto de que el mundo es malo y abusa de vuestra bondad; escuchad a Jesús y oíd lo que ahí adentro desde el fondo del corazón os dice:

         La humanidad sufre desde el primer pecado… No os admiréis: el sufrimiento es el castigo del pecado. Por eso gemís suspirando por la libertad… Aspiráis a la felicidad. El hombre fue creado para el goce… el sufrimiento vino como contrapeso… y Yo he venido para devolveros esa dicha por la cual suspira vuestra alma… El reino de Dios es paz y gozo en el Espíritu Santo… paz y gozo en la justicia según la verdad.

         Interrogad a los que viven en conformidad con mis máximas… no digo de aquellos que sólo son cristianos de nombre –o de los que hacen consistir la religión en ciertas prácticas de piedad, como la asistencia a ciertas ceremonias de la Iglesia– sino de los que viven prácticamente en mis enseñanzas, y veréis que paz tan profunda, que alegría serena se encuentra en el fondo de esas almas en las cuales reina la justicia y que todo lo ven en la verdad… aun en el sufrimiento que pudiera abrumarlas algunas veces… Mi Religión está toda llena de vigor y sostiene por la esperanza… una esperanza fundada en la verdad que no engaña.

         Mirad también la rectitud que se encuentra en esas almas que prefieren sacrificarlo todo antes que faltar a la lealtad, a su deber, a la caridad… ¡Cuán apaciblemente se descansa cerca de tales almas! ¡Cómo se dilata, se expansiona el corazón, parece perder su egoísmo o al sentir nuevas vibraciones… la sed de dar a su vez lo que recibe… y comunicar la bondad!...

Hacerse apóstoles de la bondad por el ejemplo y la oración.

         ¡Sólo Dios es bueno! Os lo he dicho, y por la bondad es como se volverá a ganar el mundo… ¡por este raudal que brota del corazón de Dios!

         En la hora presente hay que buscar muchos apóstoles de la bondad… Es una forma de la caridad… una expresión del Amor Misericordioso… o más bien, es la irradiación de la bondad divina sobre la miseria.

         ¡Sed buenos! ¡Sed buenos! Amaos los unos a los otros… como se aman los hermanos entre sí, hijos de un mismo Padre que es el Dios de la bondad. ¿Habéis notado esta cualidad, este carácter de vuestro Padre, que expresáis al llamarle?...

         Tomad la santa costumbre de no pronunciar estas palabras de cualquier manera, maquinalmente; sino de modo que os recuerden que Yo soy todo bondad y que también quiero que vosotros seáis buenos…

         Al rezar el Padre nuestro pedís: ¡Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo!... Mi voluntad es que os améis, que os ayudéis, que seáis buenos los unos para con los otros como Yo lo soy para todos. Ved si hay algo en el mundo que os haga tanto bien como la bondad… La bondad suplica el don… ¡Ah! Si todos los que estáis en estado de gracia tuvieseis conciencia de vuestro privilegio, si creyerais vivamente que poseéis dentro de vosotros mismos a Dios… al Dios bueno… ¡cuánto quisierais que vuestros hermanos participaran de vuestra dicha y vivierais dejando desbordar a vuestra vez la bondad de Aquel que vive en vosotros y que por vosotros quiere expansionarse!

         Sed buenos: me dirijo a todos; al anciano y al niño, al señor y al siervo… al patrón y al empleado… al intelectual y al obrero… al enfermo y al trabajador…. ¡Sed buenos! ¡Sed buenos! Que todos los que lean estos dilaten sus almas y hagan una aspiración para que los otros que lo lean comprendan la eficacia del apostolado de la bondad… la necesidad que experimentan los que los rodean de encontrar un poco de bondad.

         No habría tantos de esos pobres corazones ulcerados que nadie piensa en curar, ni tantos de esos caracteres agriados que se creen carga para sí y para los demás… ¿Quién querrá sacrificarse para aliviar los males de la sociedad?... La verdadera caridad es una obra muy grande que puede emprenderse por todos, y que será tanto más fecunda y fecundada por la gracia cuanto mayor sea el amor con que se emprende.

         Procurémoslo… seamos buenos un día… comencemos de nuevo al siguiente… procuremos ser aún mejores… supliquemos… olvidémonos… sacrifiquémonos por los otros… tratemos de darles gusto, de aliviarles… tengamos en los labios una amable sonrisa. Que nuestra mirada sea límpida y serena, dulce y humilde… modesta… Que el tono de nuestra voz, nuestros modales, revelen la bondad… y la paz se derramará en nuestra alma y en la de los demás… ¡Seamos buenos por lo menos hoy! ¡Buenos para asemejarnos a Jesucristo y a nuestro Padre celestial que es tan bueno!...

         Quisiera que fueseis a la manera de los ángeles a llevar por todas partes la alegría y la paz. Aquí abajo pasé Yo haciendo bien, consolando a las almas que sufrían; y por vuestro medio quisiera seguir haciendo bien. No se piensa bastante en el apostolado de la dilatación de las almas en el Espíritu Santo. No os ocupáis sino de lo que cae bajo de los sentidos… ¡Si supieseis la feliz influencia que ejerce un alma que está en caridad! Amigos míos, sed ante todo sembradores de paz y gozo en el Espíritu Santo. Y para ello manteneos unidos a Él bajo su acción fecunda… y orad para que obre, ilumine, caldee… ¡pero Él mismo!

         No comáis vuestro pan en la ociosidad, salvad a vuestros hermanos, olvidándoos en Mí, para consagraros al divino apostolado de la caridad.

         Soy el Dios bueno. Obro el bien. Vosotros sois los que causáis el desorden poniendo en vosotros y por vosotros obstáculos a las efusiones del bien, a los efectos, al desarrollo de la gracia en vuestras almas. Un cristiano verdadero es un sembrador del bien. Lleva en sí y a todas partes el Principio de la gracia, la derrama en todos. Se le reconoce por la unción que exhalan sus palabras y sus acciones. Ayudad a las almas a creer, a vivir de verdad. Ayudaos unos a otros. Que vuestras palabras sean santas como conviene a los elegidos, a los hijos de Dios.

         Excitaos mutuamente a amar cada vez más, a bendecir al Padre por sus beneficios y sus dones. Comunicaos mutuamente la luz. ¿Alguno de vosotros está triste, abrumado bajo la tentación? Que el que está en la luz le dilate el corazón y reavive suavemente hacia vuestros hermanos y les enseñaréis a hacer lo que se hace en el cielo… ¡Cuán bueno es a los hermanos alabar al unísono y con un mismo corazón a un Padre bondadoso, no deseando sino complacerle, obedecerle y hacer fructificar sus dones!

         “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado: ese es mi mandamiento. Por esta señal se conocerá que sois mis discípulos”. ¡que sois los míos!

P. M. SULAMITIS.

         (Enseñanzas del Amor Misericordioso).

miércoles, 21 de diciembre de 2016

"Señor, ¿qué queréis que haga?"


(MEDITACION INTIMA)

1.- Dios es Señor de perfecciones infinitas.

                Esta palabra del Apóstol derribado en el camino de Damasco[1], debiera ser la disposición común a todos los siervos y siervas de Dios que queremos conducirnos como tales. Ciertamente no estamos en la Tierra para hacer tal o cual cosa que nos agrade, sino exclusivamente para hacer la voluntad de Dios Nuestro Señor.

                Si el alma busca sinceramente el bien y tiene conciencia de su nada, de su ignorancia, de su impotencia personal, de la necesidad  que tiene de los socorros y de la gracia de Dios, no le es penoso volverse de continuo hacia Aquel a quien ella conoce como Todopoderoso e infinitamente Sabio; antes al contrario, experimenta una continua tendencia a abrir si en su luz y ya tienen todo lo que le falta para responder a sus designios. Ella comprende la íntima voz de su conciencia, que es la voz de Dios dentro de sí misma, dándole a conocer lo que es malo y lo que es bueno. Así es como el alma percibe estas palabras de gracia: yo soy el que soy y tú eres la que no es; tú eres la que yo he atraído a mí de la nada en mi amor misericordioso a fin de enriquecerte con mis propios bienes y comunicarte mi vida en la medida en que tú lo quieras. Te he creado porque te amo; la creación es obra de mi amor y todo lo que hecho en ti y para ti, estuviera también del mismo Amor.

Yo soy el Amor Eterno en mi mismo; este amor es el que me ha hecho producir ad extra todas mis obras que son las manifestaciones de mis perfecciones infinitas. Si examináramos cualquiera de mis criaturas, no podrás dejar de admirar la perfección divina con que todo está dispuesto en ella y, transportado de alegría y admiración te verás forzado a exclamar: “¿Quién como Dios? ¿Quién puede compararse a Él? ¿Quién posee su excelencia? Todas las maravillas del universo son obra suya, y si los hombres se distinguen por su industria y por sus grandes inventos no hacen sino utilizar lo que reciben del Creador y de las obras de sus manos. No hay más Creador que Él”.

2.- El deber del hombre; su justicia consiste en dar gloria a Dios.

Cuanto más se para explotar el hombre los dones de Dios, tanto más debe mostrarse reconocido y darle gracias, por que más es lo que le debe; le debe una parte mayor en las alabanzas y en la gloria que pueden darle sus hijas antes, porque yo hubiera podido hacer sin su Dios absolutamente nada. Punto no es justo que cada uno reciba según el valor de su trabajo y de su obra pero los hombres son injustos para su Dios.

¿No habrá siquiera algunas almas que en la medida de sus fuerzas quieran dar gloria a Dios en nombre de todas las criaturas? A este fin dichas almas se remontarán sin cesar a la fuente primera de todo bien y ordenaran a Dios todas las cosas considerándole verdaderamente como el Ser Supremo, Creador, Conservador, Providencia, Soberano Señor y Dueño de toda ellas, divino artífice que no se fabrica sino maravillas, santificando todas sus obras y reparando las que hubieran deteriorado la malicia de las criaturas que Él, respetando su libertad, se dignó escoger para que fueran sus cooperadoras. De este modo todo lo que está tocado por Dios, todo lo hecho o reformado por Él, es santo. ¡Qué consuelo para sus pobres criaturas Y que atractivo para permanecer en la íntima unión en la dependencia absoluta de Dios para ir a tomar en el CIS estar aquí yo que vosotros queréis darle, más aún, lo que Él mismo espera y vosotras ignoráis! Por esto vuestra palabra debe ser siempre: “Señor, ¿que queréis que haga yo, vuestro pobre siervo, vuestra humilde sierva? ¡Hablad, Señor!

La obra maestra del amor de Dios, del hombre creado por Él a su Imagen, desfigurado por el pecado, regenerado por la gracia, no debiera tener mayor ambición que la de llegar a ser lo más perfectamente posible, el trofeo del misericordioso amor divino. No debiera vivir más que para la gloria de Dios… ¡y son tan pocos los que lo hacen!

3.- Desorden en el hombre.

En lugar de abrir el alma a las infusiones amoroso de su Creador y de su Salvador, el hombre se repliega en sí mismo, se encierre en su egoísmo o se disipa en la frivolidad, haciéndose un ídolo de sí mismo. He aquí el pecado…

 No vive más que para buscar su placer… ¿Cuál es la parte de su Dios en su existencia? Ve como a la muerte llama sin cesar en derredor suyo y sabe que tampoco el poder evitarla, mas no por  eso es mayor su cordura; y lo que no se puede concebir es que en gran número de cristianos obren de este modo y no es porque lo ignoren, si no porque no viven seriamente según su fe: la tentación les seduce, el mundo lo arrastra, sus pasiones les encadenan y su vida se desliza en un medio de excesiva y esterilidad... Por eso el Señor se hace oye de sus amigos diciéndoles íntimamente al corazón: “Tú, al menos ámame, dame gloria haciendo mi voluntad”… ¡Oh, qué pocas almas hay que a ello se resuelvan, que hagan verdaderamente sobre la tierra aquello para que Yo las he hecho, aquello para que fuisteis creadas!

Yo ocupo muy poco sitio en sus existencias, juego un papel muy secundario en ellas, en lugar de ocupar el puesto preferente. Basta a muchos abstenerse de lo positivamente prohibido bajo pena de pecado mortal y condenación eterna. Si sondearais las almas, encontraríais muchos cristianos en esta situación. Otros que parecen lograr mejor y practicar el bien, lo hacen frecuentemente cuando sus inclinaciones los impulsan, cuando sienten gusto y atractivo… Aún entre los que se dicen míos, tengo poco servidores y servidoras, por pocas almas que vivan verdadera y puramente por Mí. Yo quisiera despertar a las almas haciéndolas vivir de verdad, en conciencia, según la realidad.

4.- Necesidad de la fe

Para que viváis de verdad, en conciencia, es menester que la fe viva recupere su puesto: ella es la que sirve de base; sin ella todo lo demás es efímero, vuestra confianza sin apoyo, vuestro amor inconstante, puesto que descansa sobre un sentimiento vano. Pero si tenéis una fe viva, una fe que me presente a vosotros como vuestro verdadero Dios, vuestro Padre, vuestro Salvador, vuestro Señor y vuestro Todo, entonces, así como el río se desliza del manantial y va hacia el océano, vuestra alma se deslizará en mí con sencillez y bienestar, vuestra vida será para Mí.

Si el rayo solar tuviera vida, ¿qué actitud adoptaría respecto al Sol? ¿Cómo querría dar a conocer a todas las criaturas el astro del que recibe todo cuánto es y todo cuanto él puede comunicar?  Yo quisiera que vosotros tuvierais conciencia del gran negocio de vuestras vidas y considerarais que no estáis aquí abajo más que de paso; esta es la peregrinación, el viaje, el tiempo de prueba. Los hombres lo olviden demasiado; pocos son de los que me hacen voluntariamente el centro de sus vidas como en realidad debe ser... Sed vosotros más discretos, más veraces, vivid de lo que es, vivid en vuestra fe, confiadamente, porque mi gracia no os faltará jamás; vivid en vuestra fe por la caridad…

5.- La palabra de María y del cristiano, del siervo y de la sierva.

Señor, ¿qué queréis que haga¿ He aquí la verdadera palabra del cristiano, la palabra de fe, de esperanza y de amor… la palabra del siervo y de la sierva… la respuesta que debéis dar a María, la expresión de vuestra devoción a esta Madre bendita, que os repite lo que dijo antes en Caná: “Haced lo que Él os diga”[2]

6.- Dios es Padre. – Da lo que pide. – Es fiel. – Darle el homenaje de fe, esperanza y caridad.

No temáis[3]. Dios es Padre infinitamente sabio y bueno, no pide a sus hijos nada más que lo que ellos pueden darle, y Él mismo los sostiene en sus brazos y sin ser visto por ellos les ayuda a portarse bien, se complace en conducirlos, porque es Todopoderoso.

Dios es quien os previene con su gracia poniéndoos siempre delante lo que os pide y dándooslo luego de manera que no tenéis más que tomar de Él según vuestras necesidades. ¿Os pide un sacrificio? Ahí está Él para ayudaros a cumplirlo… Entended bien esto: “Yo soy el Fiel, el Verdadero, Yo vuestro Dios”[4]. “Aunque la madre se olvidare de su hijo, Yo no os abandonaré”[5]. Si venís a Mí, tened la certeza de que estoy allí y os conduzco y os llamo, porque sin Mí no podríais tener este deseo… Grabadlo bien en vuestras almas, fortificaos por la esperanza, por una confianza ciega en Mí, confianza que descansando en la fe me honra… Una vez que tengáis fe, hacedla producir frutos de confianza y de caridad. Creed que soy vuestro Dios, vuestro Padre y que os amo. Creed que todo bien viene de Mí y debe volver a Mí.

El don de Mí mismo a vuestras almas y de vuestras almas a Mí, ¡he ahí el amor! Por el amor me doy a vosotros y por el don que Yo os hago de mi vida, de mis beneficios, de mis obras, os pruebo lo que os amo. ¿Quién hizo nunca por vosotros lo que Yo hago? ¿Quién es vuestro Creador, vuestro Salvador? ¿Quién os da la vida y todos los bienes que gozáis en vosotros y alrededor de vosotros, vuestras facultades, vuestros sentidos, vuestros parientes, vuestros amigos, el universo, todos los dones de la gracia?... Vosotros sois agradecidos al que os regala una flor o un fruto, al que os causa una alegría u os libra de algún peligro; las menores delicadezas de un corazón humano os conmueven, una mirada os cautiva… Y Yo, que tanto he hecho por vosotros, ¿a qué no tendré derecho?...

7.- Dar a Dios un homenaje de justicia y de preferencia…

¡Oh, qué pocos son los que saben darme el verdadero homenaje de justicia, la soberana preferencia a la cual tengo Yo tantos derechos! Vosotros que parecíais estar satisfechos de lo poco que hacéis por Mí; os complacéis en vosotros mismos como el orgulloso fariseo[6] despreciando al publicano y desdeñando a la viuda y su pequeño óbolo[7]: fijaos bien en que Yo miro al corazón; ved donde está el vuestro: ¿está en Mí? ¿está en vosotros?...

8.- La paz y la felicidad se encuentran en el renunciamiento propio.

¡Oh hombre, aprende al fin a renunciarte! No comprendes tu privilegio de cristiano y por eso no experimentas la paz y la felicidad que preparo a mis amigos aun en medio de sus penas y dolores…

9.- Vivir por la fe una vida normal, mirando a Jesús y María para imitarlos.

¡Oh, hombre! Me preguntas ¿qué es lo que quiero que hagas? Sencillamente, que vivas tu vida normal tal como Yo te la he preparado desde la eternidad, según la condición en que te halles actualmente, porque eso es para ti mi Voluntad en este momento.

Mira a María, tu hermoso modelo; ¡qué vida tan sencilla y normal fue la suya! Nada  extraordinario ves en ella; no se te ha propuesto de ella, sino lo que tú puedes hacer; y esto ha de servirte de instrucción. Pues bien, María ha sido mi fiel imagen y su vida, expresión incesante de la Mía…

¿Cuál ha sido mi vida durante treinta años? La más sencilla de todas, la vida oculta de trabajo y obediencia del más oscuro y modesto artesano. Yo que poseía la plenitud de la ciencia, permanecí en la sombra y en el silencio, haciendo en apariencia sencillamente todo lo que cualquier hombre puede hacer. Yo, vuestro Dios, he manejado durante muchos años en la tierra el cepillo del carpintero. ¡Qué misterio! Si hubiera habido cosa alguna que hacer de mayor perfección ¿no la hubiera Yo hecho? Y María, en sus acciones exteriores, ¿en qué ha querido parecer más que los otros y superarlos?

10.- El cumplimiento de la Voluntad de Dios es la mayor gloria que el hombre puede procurar a su Creador.

Entended bien que mi Voluntad sobre vosotros y la mayor gloria que podéis procurarme no consisten en que hagáis esto o aquello, sino en que cumpláis con fe y confianza, en la caridad, es decir, en unión Conmigo, los deberes de vuestro estado, del momento presente… Niños, adolescentes, padre o madre, virgen o viuda, sacerdote, o aún, Papa, el bien por excelencia, el único, el mismo bien es la realización de las obras ordinarias que requieren los deberes de vuestro estado en el momento presente, el cumplimiento de mi voluntad; de segundo en segundo, de hora en hora, no tenéis otra cosa que hacer… Usad sencillamente de todo recibiéndolo de mi Corazón Paternal; de todas las cosas elevaos a Mí, dándome gloria. Convertíos en instrumentos de mi gloria, que este sea vuestro único negocio… Desterrad de vuestros pensamientos, de vuestros corazones, de vuestras voluntades todo lo que no sea Yo. Arrancad de vosotros todo aquello que desfigure mi Imagen, cuanto sustituya vuestra imperfección a mi Hermosura… Renunciad a lo que no fuere en vosotros la expresión, la realización de mi Voluntad, y que no irradiare mi Caridad…

Tened conciencia de vuestro deber en la tierra. Criaturitas hechas a mi imagen, debéis servir para manifestar mi gloria, dejándome expresar en vosotras y por vosotras mis perfecciones infinitas, dándome vuestra adhesión, vuestra cooperación a mi Voluntad Divina tan perfectamente como sea posible. Niño, hazlo en nombre de tus hermanos, hazlo para ganarlos a Mí, hazlo mirando siempre a María, tu madre y permaneciendo en Mí para que Yo te ofrezca conmigo al Padre.

11.- Dichosa el alma que en la tierra no vive más que para procurar la gloria de su Dios.

¡Dichosa el alma que pasa su vida sobre la tierra haciendo mi voluntad, que no busca ni quiere más que mi gloria y se oculta para procurarla!

Vosotros, los que leáis estas páginas, invocad a María, abríos a mi Espíritu Santo para que Él os de luz y os mueva a clamar: ¡Señor! ¿Qué debo hacer para emplear bien mi vida? Y vuestras almas comprenderán que, a ejemplo de María, deben también entonar sin cesar el Magnificat. En las penas o alegrías humanas remontaos a la región serena donde el cielo es más puro y la adhesión a Dios plena. Entonces, saltando por encima de las impresiones terrenas, podréis cantar también vosotros la gloria de vuestro Dios en la bajeza de su criatura, publicaréis las alabanzas de su bondad, sobre las amarguras de la vida, saltaréis de gozo en Dios vuestro Salvador, porque os sostendrán los pensamientos de los bienes futuros, de la felicidad suprema, de la posesión del mismo Dios que os espera.

Cuanto más hayáis contribuido a la gloria de Dios sobre la tierra, tanto más contribuiréis en los cielos. ¡Oh incomparable paga! ¿qué don más precioso puede haber para vosotros?

12.- Don de sí mismo a Dios para su gloria.

¡Dios mío, comprendo lo sencilla que es mi vida! Es verdaderamente la de María, copia fiel y humilde de la de mi Jesús. No necesito sino permanecer bien unido a la voluntad de mi Dios como un niño cariñoso, atento y dócil, no queriendo más que lo que su Padre celestial quiere, contando siempre con su gracia poderosa para realizarlo de momento en momento.

¡Oh Dios mío, no busque yo más que vuestra gloria y vuestro gozo! Renuncio a mí mismo y os renuevo las promesas del bautismo; heme aquí vuestro siervo, vuestra sierva… Perdonadme por haber comprendido tan mal hasta ahora vuestro plan de amor… ¡Cuánto tiempo malgastado en mi existencia! Vengo contrito y arrepentido, Señor, a arrojarme en el abismo de vuestro Misericordioso Amor y desde este momento comienzo a vivir una vida nueva…

¡Oh María, dignaos lavar mi alma en la Sangre de vuestro Divino Hijo y revestirme Vos misma del traje nupcial para que, siguiéndoos, pueda contribuir a la gloria divina por toda la eternidad!

11.- Hacedlo todo por la gloria de Dios.

“Ora comáis o bebáis o hiciereis cualquier cosa, hacedlo todo por la gloria de Dios”[8]. Que estas palabras del Apóstol vengan a ser el punto de apoyo de vuestras vidas. ¿Qué significan? Sin singularizaros en nada, tened como intención dominante el cumplimiento de la Voluntad Divina y el deseo de darme lugar a manifestar en vosotros mis divinas perfecciones; esto os conducirá a hacer bien, lo mejor que podáis, lo que tenéis que hacer, y a tener la mirada puesta constantemente en María, para verme, como en mi espejo, a fin de que Ella sea vuestra luz y vuestra ayuda.

Si lo hacéis así, permaneceréis en mi Amor, en la unión con vuestros hermanos; todos conocerán  que os amo y que los amo, que Yo os amo como el Padre me ha amado a Mí y que vosotros os esforzáis en hacerlo por servir a la gloria de mi Amor Misericordioso[9]

14.- La vanagloria opuesta a la gloria de Dios.

Mi gloria en vosotros es la de poderme manifestar a pesar de vuestro miserable fondo. Por esta razón os es tan necesario el propio renunciamiento, el cual da mayor libertad a mis acciones. Ya os lo tengo dicho, no podéis servir a dos señores[10]. Si no os renunciáis a vosotros mismos, si no queréis hacer más que lo que os agrada, no podréis cumplir pura y constantemente la Voluntad divina. He aquí por qué los hombres tienen tantas dificultades en practicar mi santa Voluntad; se separan de su fin y permanecen mirándose a sí mismos en lugar de permanecer mirando a Mí. Buscar su satisfacción y vanagloria y en ella se complacen, no en las mías.

Examinaos seriamente. ¡Dichosa el alma que tiene la valentía de mirarse a mi luz y corregirse sinceramente con mi gracia!

15.- Los cielos publican la gloria de Dios. Hacerse también portavoz de la creación.

Los cielos publican la gloria de Dios y la tierra demuestra sus maravillas revelándonos las obras de sus manos[11]. Sólo el hombre, siendo libre, se sustrae a manifestar esta gloria en él y abusa de su libertad separando las obras de Dios del fin para el cual han sido hechas. Por esta razón Yo quisiera que fuerais la voz de mi creación que clama sobre la tierra a semejanza de Miguel en el Paraíso: “¿Quién como Dios?” ¡El es el Señor, el Todopoderoso, Padre infinitamente sabio, infinitamente bueno, infinitamente amante!...

16.- Cómo procurar la gloria de Dios. Sencillez.

Dadme gloria independientemente de cuanto tengáis que hacer actualmente. Volved a vuestro centro y viviendo de este modo, atraedlo todo a Mí con sencillez, no buscando más que el cumplimiento de mi voluntad, tal como ella os es manifestada normalmente, por los acontecimientos, los deberes de vuestro estado, las disposiciones de mi Providencia, todo bajo la gran salvaguardia de las leyes de mi Iglesia y de la luz que han de daros mis divinas enseñanzas. ¡Ved mi voluntad tal como ha sido realizada en la vida de María, tan sencilla, tan humilde, tan pura! Este es vuestro único negocio, que tenéis siempre en vuestro poder con mi gracia y para el que no necesitáis dones extraordinarios, ni capacidad y luces especiales. ¿No he dicho Yo que por boca de los niños y parvulitos he procurado mi alabanza?[12] Ellos son los que con más facilidad cantan mi gloria.

Tened, pues, corazones de niños para cantar también mis alabanzas, ensayaos por lo menos en balbucearlas; ello será mi gozo. No viváis más que para glorificarme.

17.- Privilegio del hombre llamado a procurar la gloria de Dios. – Realizadlo.

¡Oh hombre, que privilegio el tuyo! Dios se digna confiarte el incomparable cuidado de procurarle su gloria accidental; El, soberano Señor, Creador, Dueño de cielos y tierra, que tiene el universo entre sus manos, cuyos siervos son los ángeles por millares de millares, estimándose indignos de celebrar sus alabanzas… Y con todo se digna ofrecerte esta augusta función por un don de su Corazón…

Has visto en la Sagrada Escritura el aprecio que conviene hacer de las gracias del Altísimo y la correspondencia que Él pide siempre a sus dones: el que tenga oídos para oír, que oiga[13]; el que pueda comprender, que comprenda, y sobre todo que responda al llamamiento divino[14]; que no se excuse y alegue dificultades[15]; tiene mi gracia que le será proporcionada siempre y que atrae tanto mayor gloria cuanto mayor es el obstáculo que hay que vencer y más grande la miseria del instrumento empleado.

Lejos de retroceder jamás, que la vista de vuestra imposibilidad os lance con más ardor a procurar la gloria de vuestro Dios y Señor. Acordaos del Magnificat de María; unidos a vuestra bendita Madre, sabed que cantarlo es procurar mi gloria. Que la vista de vuestra misma debilidad no sea ya nunca para vosotros motivo de abatimiento y retroceso, antes bien, os empuje a serme más fieles, a implorar mi gracia con mayores instancias y a abrir más vuestros corazones a las efusiones de mi misericordiosa caridad.

¡Dadme mi gloria viviendo incesantemente en mi Voluntad!

P. M. SULAMITIS.





[1] Act. IX, 6.
[2] San Juan, II, 5.
[3] Palabra frecuente de Jesús a los suyos.
[4] Apoc. XIX, 11.
[5] Isaías XLIX, 15.
[6] Lucas XVIII, 49-14.
[7] Marc. XII, 41-44. Luc. XXI, 1-4.
[8] I Cor. X, 31.
[9] Joan. XV, 9-12, XVII, 23-26.
[10] Matth. VI, 24. Luc. XVI, 13.
[11] Ps. XVIII, 1.
[12] Matth. XXI, 16.
[13] Matt. XI, 15; Marc. IV, 9; Luc. VIII, 8.
[14] Matth. XIX, 12.
[15] Luc. XIV, 18; XVIII, 19.