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jueves, 9 de noviembre de 2017

Mensaje del Amor Misericordioso: "A los católicos españoles" (segunda parte).


(Segunda parte)

La gloria de Dios y el bien de las almas. - Esta vida es tiempo de prueba. - Jesús ha sufrido más que nosotros. 

    Yo soy la Verdad... En Mí todo es perfecto... Soy también la Bondad infinita, y no hago ni permito cosa alguna que no sea para bien. No os inquietéis, no os turbéis: velad y orad. Todo lo he prometido a la oración y ninguna oración queda sin fruto; pero Yo os escucho de la manera que mejor responde a vuestras necesidades y más pueda aumentar vuestra eterna bienaventuranza en Mí, al mismo tiempo que me proporciona mayor gloria. Estas dos cosas son una sola en mis designios, porque no os he creado sino para mi gloria y para haceros participantes de mi divina felicidad.

Olvidáis a veces que el tiempo que estáis sobre la tierra es un tiempo de prueba, para haceros merecer el cielo. Cuando gozáis de todas las alegrías de la vida y, sin trabas ni dificultades, podéis practicar vuestra religión, sostenidos y alentados por los que están al frente de vosotros, indudablemente que tenéis mucho que agradecer y por qué bendecirme, porque eso es un gran bien, del cual muchos se aprovechan, y las almas débiles se sostienen y defienden con este socorro. Pero sucede también que algunos se dejan dominar por la rutina y, por conquistar vanas ventajas humanas, llegan aún a obrar en contra del bien verdadero. Y he aquí por qué en ciertas ocasiones, cuando he confortado a los míos con mis exhortaciones y mi presencia, obro con vosotros como hice con mis Apóstoles, y os hago pasar por el crisol de las pruebas y tribulaciones, para que me déis testimonio. Este, os repito, es el fin que mi amor divino se propone en las angustias y sufrimientos por que pasáis.

Sobrenaturalizad bien estos sufrimientos y, por encima de vuestras penas, miradme... pensad en Mí. ¡Si supiérais con qué ojos de amor os miro, sobre todo a los que por Mí padecéis en estos momentos, observando las menores vibraciones de vuestro corazón!... ¡Oh, qué poco conocen mi Corazón los que me consideran como un Señor severo, como un tirano!... Soy Padre infinitamente bueno, y ningún sufrimiento permito que os alcance, que no lo haya sufrido Yo antes, y en mucho mayor grado. Quisiera consolar a todos los que están por Mí en la tribulación; les estoy sosteniendo...

Todos los que al presente estáis unidos a mi Vicario en la tierra, regocijaos, porque también él sufre persecución por la justicia y lucha por la defensa de la verdad y la gloria de mi Nombre; y Yo estoy con él y vosotros también estáis con él en la unión de sufrimientos y oraciones...

Unión en el Corazón de Jesús. - Selección de almas. - Libre testimonio de la fe. - Las tormentas purifican.

Los que en estos momentos sufrís, de cualquier modo que sea, uníos a Mí y ofrecedme vuestros sufrimientos en unión con los míos, para que tengáis parte en la obra del Amor Misericordioso de mi Corazón. Mientras unos combaten en la explanada y otros están en la arena como espectáculo a los ángeles y a los hombres, los demás orad, ofreced vuestros sacrificios, vuestros actos de sumisión, de obediencia, de dependencia, para atraer una gracia más abundante sobre aquellos que me han de dar la victoria de su preferencia individual y de su fe. Porque si soy glorificado por la fidelidad de una nación, de un pueblo que sigue a su jefe, ¿cuánto más lo será aún, cuando cada uno, por su propia elección, me elige y me aclama como Señor soberano y permanece fiel, protestándome su fe y su amor?

He ahí la gloria que Yo quisiera encontrar en este pueblo. Lo que deseo en esta hora es el libre testimonio de cada uno. Hay horas en que Yo me complazco en hacer como un empadronamiento de mi pueblo, viendo las almas que de veras quieren ser mías y lo son de verdad. Esta grande hora es la que se prepara... Orad, sobre todo, por esta intención. Pedid a Dios la fidelidad para todas estas almas... Que cada uno obre según su conciencia secretamente le dicte, y entonces me será un glorioso testimiento... Pero orad, porque el enemigo, como león rugiente, anda rondando y busca una presa que devorar... trata, sobre todo, de intimidar a los débiles y seducir a los ignorantes... Orad, os repito, sed humildes y obedientes al jefe supremo... vivid de caridad. Pedid, os digo nuevamente, amaos unos a otros, ayudaos unos a otros, no para formar partidos políticos, sino para defender la justicia, la libertad y la paz... Yo soy el Dios de paz... No os entristezcáis más de la cuenta y, sobre todo, no os dejéis abatir. Sed generosos, sencillos y rectos. Acordaos de las tempestades: pasan y quedan el aire más purificado... Así sucede con las almas. No se turbe vuestro corazón; Yo soy el Señor soberano y doy siempre una gracia proporcionada a la prueba; pero sólo vencerán los humildes, los que ponen su confianza en Mí y no en sí mismos. No os juzguéis unos a otros, porque eso sería debilitaros; antes bien, orad unos por otros. Si queréis darme la victoria, sed como pequeñuelos, que me toman por el corazón.

El diablo siembra discordias. - Alegrarse en el Señor. - Sostener a los débiles.

Tened presente que aún en las horas de mayor tribulación, en esas horas decisivas para las almas y las naciones, el demonio trata de sembrar pequeñas divisiones, pequeños partidos, avivar susceptibilidades, suscitar cuestiones de precedencia, a fin de disipar vuestras fuerzas; y mientras os entretenéis en estas cosas, perdéis de vista los grandes intereses de la gloria de Dios, el bien positivo de las almas y de vuestra patria. Tal es el ardid que emplea el enemigo cruel de todo bien. Levantaos por encima de todo personalismo y combatid lealmente, humildemente, valerosamente por la causa de vuestro Dios. Que cada uno obre según el don que ha recibido y ruegue por aquellos que tienen luz y cargo de comunicaros la palabra de orden de parte de Dios mismo.

Una vez más os digo que os alegréis en Mí y por Mí, pues mayor motivo tenéis para alegraros en Mí que para llorar. Los que debieran llorar son los que reniegan de Mí y me abandonan... Pero orad por ellos, que algunos volverán. Siempre ha ocurrido lo mismo: acordaos de Pedro...

Es preciso sostener a los flacos. El hermano ayudado de su hermano, es como una ciudad fortificada. En Mí no hay distancias. Poned vuestra confianza en María Mediadora, vuestra Madre amantísima, y en la asistencia de mi Espíritu Santo. Recordad lo que os he dicho para la hora en que tuviérais que dar testimonio de Mí: Él es el que hablará por vuestra boca y os inspirará lo que habéis de decir. Mas, para eso, permaneced en mi paz. No os inquietéis por el mañana: a cada día basta su pena. Estas son las grandes lecciones, las enseñanzas divinas que os darán fortaleza en las actuales circunstancias. Cuando hace ya tanto tiempo daba Yo a mis Apóstoles estas instrucciones, os tenía a vosotros también presentes, y ahora os lo repito diciéndoos que nada os turbe, nada os haga perder vuestra paz. Jamás os envanezcáis por un éxito, como tampoco os habéis de abatir ni desalentar si pongo a prueba vuestra fe y vuestra confianza en Mí.

¡Oh vosotros, que sois mis amigos: velad y orad! No os durmáis en la tibieza ni perdáis el tiempo en vana jactancia; conservad mi unión y permaneced en mi amor. Sabed que soy el Señor omnipotente, que no os abandonaré jamás. Soy fidelísimo: tened fe en Mí. Soy Dios y Padre amorosísimo, y tengo de mis hijos el cuidado más tierno y solícito. Aun cuando el universo entero se trastornase, nada debía haceros perder la paz de vuestra alma.

Continuamente estoy inclinado hacia vosotros, y María os tiene bajo su protección; como un niño entre los brazos de su padre, así debéis permanecer entre los brazos del que es Omnipotente e infinitamente Bueno. Por vuestra fe y vuestro abandono, seré glorificado; no por una vana presunción, que es del todo diferente, sino por la humilde fidelidad del alma que ora esperándolo todo de mi sola bondad, y, sin embargo, vela y me rinde el tributo actual de la práctica de lo que entiende ser mi voluntad. Tales almas obtendrán maravillas. ¡Oh, que poderoso es el humilde, el obediente, que ora!...

Que los religiosos esparzan su perfume. - No preferirse a nadie, no juzgar a nadie, orar mucho. - La unión en la Ofrenda.

Si el enemigo ha intentado arrojar a los religiosos de sus conventos, que tengan cuidado y no se dejen seducir volviéndose al siglo por su conducta, costumbres, conversaciones y juicios; que religiosos y religiosas procuren edificar a todos con el tonificante auxilio del ejemplo. He aquí lo que me he propuesto al dejarles en esta prueba cruel: que esparzan el perfume del buen olor, porque esta es su obra... Consérvense en el recogimiento y en la fidelidad a sus promesas cuanto les sea posible, y muéstrense religiosos, tanto más unidos a Mí cuanto mayores sean las tribulaciones y luchas que tengan que sostener. ¡Bienaventurados los que se muestren fieles y ensanchen su corazón para abrazar en su solicitud a todos sus hermanos, manteniéndose siempre unidos a Mí!

Yo nada destruyo de cuanto he establecido, mas lo someto a prueba, para que se afiance en Mí como en sólida roca. Orad por los débiles, pero no os infatuéis con vana presunción. A ninguno habéis de preferiros, porque eso sería la ruina y la causa de la mayor debilidad. El que está en pie, tema no caiga; pero no juzgue a su hermano y tenga cuidado de no hacer aplicaciones molestas. Porque, ¿quién eres tú que juzgas a tu hermano? ¿No has sido sacado del fango del pecado? Sin mi gracia poderosa, has de saber que, al presente, estarías más bajo que él, por muy caído que él se halle.

Si con tanta insistencia hablo de humildad, de caridad, de obediencia a vuestros jefes, es porque conozco su oportunidad. Obrad de suerte que nadie pueda decir mal de vosotros, para que no seáis probados, sino por la justicia y no castigados por vuestra maldad o presunción.

Haced que se ore mucho... Llamad a vuestro Moisés y que se mantengan en su puesto con las manos levantadas al cielo, pero, sobre todo, con los corazones inmolados, las voluntades sometidas y en el más completo desprendimiento de lo que no es su único y soberano bien.

Uníos cada vez más en la Ofrenda, porque es de un peso inmenso en la balanza. Algún día veréis lo que os han valido estos días de tribulación y de angustia, en que habéis buscado, querido y procurado, cuanto dependía de vosotros, la Gloria de mi Nombre.

Yo estoy con vosotros y sin cesar me ofrezco por vosotros: uníos a Mí.

20 de Junio de 1931.

P. M. SULAMITIS.

NIHIL OBSTAT
FR. IGNATIUS G. MENENDEZ REIGADA, O. P.
Censor.

OBISPADO DE SALAMANCA, 2 julii 1931.
Imprimatur: + FRANCISCUS, Episcopus Salmantinus. 

viernes, 27 de octubre de 2017

Mensaje del Amor Misericordioso: "La fiesta de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo"


Llamamiento a los fieles.

Vosotros, cuantos habéis oído la voz del Papa y queréis responder a ella… ¿no sentís en vuestra alma un transporte de goce extraordinario ante el pensamiento de que Jesús por la voz de su Pontífice ha sido declarado Rey universal, Rey de la humanidad… en todo lugar, en todos los tiempos, por todos los cristianos de la tierra… en nombre de todos los pueblos, aún de aquellos que todavía no son suyos, aún cuando tiene derecho a ellos por haberlos adquirido con su sangre… aclamándolo con un solo corazón y una alma sola como nuestro Rey?

Y no sentimos un nuevo impulso para confesarle como tal cada vez que aparece en nuestros labios esta gloriosa expresión que tan a menudo se encuentra en la liturgia:


¡Nuestro Señor Jesucristo!...

¡Y no sentimos al mismo tiempo, en el fondo del alma, una vibración íntima que es como la respuesta del Rey a nuestros homenajes, y un nuevo estímulo!

1.- Excelencia e importancia de esta fiesta.

Quiero –parece decirnos Jesús– que esta sea una fiesta solemne en la Iglesia; que sea una de mis mayores fiestas.

En las otras, celebráis, sobre todo lo que Yo he hecho por vosotros; en esta deseo que aparezca lo que para vosotros soy, con qué título me debéis reconocer por cabeza vuestra y como debéis comprometeros a servirme.

Esta fiesta tiene mucha más importancia de lo que pensáis, y daré a mis amigos cada vez más luz sobre ello si quieren considerarlo en la oración y si entran con una fe llena de respeto en el movimiento que les ha comunicado mi representante visible en la tierra.

No daré mis luces sino poco a poco, porque las almas no podrían recibirlas de repente1. Admirad en esto la sabiduría divina… Yo dispongo suavemente las almas a la realización de mis designios… Así preparé esta fiesta desde el comienzo del mundo, y David, por sus inspirados salmos, estará en medio de vosotros cuando me glorifiquéis con vuestros cánticos… Todos mis Santos, asociados por Mí a esta obra, se unirán a vosotros y me saludarán como a Rey de la gloria2; me aclamarán como a Rey de Reyes y Señor de señores…3; todos depondrán sus coronas a mis pies, confesando haberlo recibido todo de Mí y que sólo a Mí es debida la gloria… a Mí que os he conquistado con mi sangre.

Quiero que esta fiesta se celebre con gran pompa en la Iglesia por la comunión de los Santos… Que sea la reunión de todos los pueblos de la tierra… una misma fiesta para los habitantes del Cielo, de la tierra y del purgatorio…

2.- Esta fiesta debe celebrarse con espíritu de fe, esperanza, caridad.

¡Dichosos los que me reconozcan en este día como a su Rey y como a tal me glorifiquen!... Lo he dicho: les daré una gloria particular en mi reino4.

Juntad con vosotros en este día a todos los que me pertenecen, y a todos aquellos a los cuales deseo llegar… Suplid con vuestros homenajes la ingratitud de la humanidad… y cada vez que se renueve esta fiesta, renovaos también en la fe, en la esperanza y en la caridad.

Estas tres virtudes teologales son la base en que descansa la vida cristiana… Y veréis ahora cómo esta fiesta contribuirá a ejercitaros en los actos de ella.

3.- Esta fiesta confirma en la fe.

El celebrarla será para vosotros un acto de fe… por el cual me confesaréis a Mí, Cristo Jesús, verdadero Hijo del Padre e hijo de María, verdadero Dios y hombre… Salvador de los hombres, Señor de ellos, reconocido como tal por vuestra fe y vuestro amor.

Al proclamarme Rey reconoceréis al propio tiempo que por el hecho de serlo tengo derecho y y deber de dictaros leyes, las cuales debéis observar… También reconoceréis que por su cumplimiento o violación mereceréis la recompensa que os he prometido o el castigo en que incurren los transgresores de mi Ley…

Por esta fe confesaréis que, siendo Rey, tengo derecho y deber de gobernar y de hacerme representar… y que en efecto gobierno mi Iglesia por medio de los que he establecido jefes de ella. Ahora bien, mi reino es un reino espiritual. Aunque extendido por todo el universo, aunque alcanza a todos los tiempos y aunque no debe tener fin… este reino está en medio de vosotros5 y todos, cualquiera que sea vuestra nacionalidad, vuestra condición, podéis formar parte de él…

Los puestos más elevados son para los que quieran poseerlos… todos pueden tenerlos sin perjudicar a los demás; los más humildes, los pequeños los pueden alcanzar; a esos les están prometidos6. Ved si no a mi Teresita… pero sobre todo a la Reina de las reinas: mi Madre Inmaculada. El motivo de su alegría en Mí… la causa de su inmensa gloria es porque a sus ojos se tuvo por pequeñita y se miró como mi sierva; por eso la he exaltado tanto más7.

El alma más humilde, más obediente a la Iglesia, esa será la mayor en mi Reino. Por esto yo quisiera que purificaseis bien vuestra intención al celebrar esta fiesta, y que la celebréis no sólo porque os conviene y resulta agradable, sino en espíritu de sumisión a la Iglesia… Y consideraos felices de ofrecerme cada uno vuestro corazón para piedra de mi corona…
Quisiera recibiros en la corona de mi Iglesia… Niños, jóvenes y ancianos8, todos tenéis en ella vuestro lugar… Sed, pues, en ella lo que Yo quiero…

Por tanto, fe en mi Evangelio que contiene mis enseñanzas, mi ley, mis consejos… y fe en mi Iglesia, que ha instituido esta fiesta para glorificarme como a vuestro Rey, Rey de la humanidad…


1 S. Joan. XVI, 12.
2 Ps. XXIII, 9-10.
3 Dan. II, 37; I Tim. VI, 15; Apoc. XIX, 16.
4  Matt. XIX, 28; Luc. XII, 8; Joan. XVII, 24.
5  Luc- XVII, 21.
6  Marc. X, 14.
7  Luc. I, 38.
8  I Joan., 2.

viernes, 30 de septiembre de 2016

"Grave llamamiento a las jóvenes y a las mujeres cristianas"


“Hay una vergüenza del pueblo cristiano que concierne especialmente a las mujeres: la indecencia en el vestir… Es una verdadera ruina no tan sólo de su dignidad cristiana sino aun también de su dignidad humana. Hay algunas que buscan la manera de compaginar este proceder vergonzoso con la profesión de la religión y de la fe católica. Es una verdadera inconsciencia, que a almas que deben ser templos de Dios, las hace, como dice San Pablo (I Cor. VI, 15), miembros de mujeres de mal vivir. He ahí un gran mal y causa de otros mayores todavía… un mal contra el que no se podría clamar nunca bastante, no sólo para defender los templos materiales, sino también los templos de Dios, que deben ser la carne y el alma de todo cristiano marcado con el sello indeleble de Jesucristo”.

            (Encíclica “Quas Primas”, Dic. 1925, sobre Cristo-Rey, y discurso del Papa a los predicadores de Cuaresma de Roma en 1926).

Misión de la joven y de la mujer cristiana en la sociedad.

            Mientras vuestros hermanos, vuestros padres o vuestros esposos, ¡oh jóvenes doncellas y esposas cristianas!, combaten para conservaros la fe y proteger la religión… para defender los derechos del bien y conquistar la libertad… a vosotras os también incumbe también una parte, y es la de sostenerlos con vuestras oraciones y ejemplos en el cumplimiento del deber y en la prosecución del bien, por el reinado de Cristo, no en palabras sino en verdad…

            Se ha oído ya la voz del Papa dando la orden, levantando los ánimos y excitando a todos los sacrificios: ¿Os quedaréis atrás vosotras, cuya influencia es tan grande y tan eficaz en torno vuestro?... Tenéis que luchar también en estos momentos; y ¿de qué manera? Dando testimonio vosotras mismas de lo que sois y demostrando que pertenecéis a Cristo Rey… y a la Virgen Inmaculada, vuestra Madre… que seguramente deseáis ver reconocida en todas partes como Reina del Universo.

Asemejaos a María.

            Una hija ha de parecerse a su madre, tiene que encontrarse en ella cierto sello que la recuerde… Dirigid a María frecuentes miradas. ¿No os impresiona en Ella desde el primer instante su pureza, su candor, su modestia? ¡Es la Inmaculada!

            Vosotras que sois sus hijas, considerad lo que vuestra Madre celestial os podrá decir al miraros en este momento… reparad lo que en vosotras, en vuestra compostura, en vuestras miradas y conversaciones no fuere conforme a María e hiriera su vista virginal y tan pura…

Entrad en la Liga.

            Lo que forma también vuestro mayor encanto es el pudor y la modestia, no os expongáis a perderlo… Vivís en tiempos de contagio; una verdadera peste se propaga en estos momentos contra la pureza de las costumbres; sus progresos son crecientes… y muchas de las mismas almas que al principio los deploraban, poco a poco han ido dejándose invadir.

            El mal ha venido progresivamente; va acentuándose y adquiere proporciones aterradoras… Viene por vosotras, como antes vino por Eva. El remedio debe venir también por vosotras.

            No podéis permanecer insensibles cuando amenaza la ruina y la ira del Señor va a derramarse sobre un país: HAY QUE UNIRSE para forzar al Cielo, haciendo cuanto esté a vuestro alcance para que cesen los desórdenes que producen tantos males, y preparen otros aún mayores…

            Si habéis sabido manteneros en humilde modestia hasta ahora ¿no habéis sufrido cruelmente al tender la vista en derredor vuestro?

            ¿Cuántas veces, si sentís lo que valen las almas, la Sangre de Cristo, la eternidad… no habéis sido forzadas a bajar los ojos con una tristeza indecible, ante el modo de presentarse de vuestras compañeras, de vuestras amigas, de las que hasta ahora merecían vuestra estima?

            Ha llegado el momento; armaos de todas vuestras energías, a fin de promover por medio de esta Liga un levantamiento cristiano contrario a la disolución pagana…

            Y si os habéis dejado arrastrar, acogeos a la tabla de salvación; vuestra calidad de cristiana y tal vez el puesto que tengáis en tal o cual obra de celo os ayudarán en esta empresa.

Cómo podremos cooperar a este santo levantamiento.

            Hay que hacer en esta hora una verdadera campaña de ORACIONES para que la luz divina ilumine a las almas que corren al abismo como burlándose… ¿No se ha dicho: Velad y orad para que no caigáis en la tentación? (S. Mateo, XXVI, 41; S. Marcos, XIV, 20). Esta vigilancia debe efectuarse en el vestir, en los modales, en las conversaciones…

            ¿Por qué no ejercitar vuestro arte y vuestro buen gusto en un vestido verdaderamente cristiano, sin consentir que estas paganas, de las que vosotras mismas venís a ser esclavas, se os impongan y os arrollen?... Esto no es conforme a vuestro carácter cristiano… La mujer prudente ha de ser humilde, pero firme en su piedad, en su fe, en el cumplimiento del deber, en su celo por el buen ejemplo de la familia…

            ¿Qué será de los “pequeños”, si la hermana mayor, que hace las veces de ángel bueno, y la madre, no saben dar ejemplos de modestias y bondad?... ¿En qué peligros se verá su inocencia?... Pensadlo bien. Sois responsables de estas tiernas almas que debieran respirar en la familia el atractivo de la pureza, de la virtud… y aprender, con vuestro buen proceder, la práctica de mis enseñanzas…

            Volved a las BUENAS TRADICIONES, al verdadero celo; sabed sacrificar estos entretenimientos frívolos que debilitan el alma haciéndola vivir en las quimeras de la imaginación y no en la realidad de la vida…

            La doctrina de Cristo siempre es la misma, cuesta alcanzar el cielo lo mismo que antes, no se ha ensanchado la puerta, sigue estrecha (S. Mateo, VII, 14). Son muchos los que corren al abismo; no queráis ser de este número… Tened valor para renunciar a todo lo que no sea decente en vuestro vestir y en vuestra compostura.

Sosteneos mutuamente en esta empresa.

            Así como el mal ha venido por contagio, el bien tiene que producirse por un santo entusiasmo que arrastre a las demás…

            No seáis, para practicar el bien y contribuir a la salvación de vuestras compañeras y de la sociedad, más tímidas que audaces han sido los partidarios de Satanás para hacer llevar a tantas almas, aun aquellas que pertenecen a Cristo, la librea de su enemigo. Por la moda han logrado imponerse a un crecido número de almas. No hay apenas nadie que no haya sido atacado y que no haya sufrido en sí mismo o en la persona de su prójimo… Reaccionad generosamente. Abrazad en su totalidad los medios que os son ofrecidos.

            Tenéis que librar en estos momentos una verdadera batalla hasta alcanzar la victoria contra el mal. Sed generosas y fieles. Cristo os lo tendrá en cuenta. Trabajáis para el Rey, y María, que es la que ha inspirado esta CRUZADA CONTRA LA MODA, os contempla y protege. Ella ha de bendeciros y teneros por hijas suyas verdaderamente fieles, y en vuestro corazón reinará con su Divino Hijo.

            ¡Cuántas almas recibirán de esta manera la salvación por Ella!

            ¡Adelante! Por la gloria de Cristo y el gozo de su santa Madre. Los impúdicos no poseerán el Reino de Dios. (I Cor. VI, 10).

Promesas del Bautismo

            Yo renuncio a Satanás,  a sus pompas, a sus obras, y me entrego a Jesucristo, a su ley y a su Iglesia para siempre.

            María, Reina de las Vírgenes, rogad por nosotros.
            He aquí la esclava del Señor.

Ofrecimiento.

            Padre Santo, por el Corazón inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco yo misma en Él, con Él y por Él, a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

            (300 días de indulgencia cada  vez, plenaria una vez al mes. Pío XI, 10 de Junio de 1923).
P. M. SULAMITIS.

            NIHIL OBSTAT: FR. IGNATIUS G. M. REIGADA, O. P.
            27 Januarii 1930.

IMPRIMATUR:

FRANCISCUS, Episcopus Salmantinus. 

jueves, 1 de septiembre de 2016

"La práctica por excelencia de la Caridad: La Reparación por medio del amor".



1.- En qué consiste la verdadera reparación. – La perfecta Caridad.

            Sería un error muy grande creer que Nuestro Salvador Jesús consagró solamente el tiempo de su Pasión a la reparación… o creer que solamente aplicó a este objeto los sufrimientos de su vida mortal… Se tiene muy a menudo una falsa idea de lo que es la Reparación, y lo mismo sucede con la Caridad.

            La verdadera y perfecta Reparación consiste en la Unidad pedida por Jesús a sus Apóstoles la víspera de su muerte. “Qué sean Uno en nosotros. ¡Yo en ellos y Vos en Mí!.

            El que quiere practicar la perfecta caridad permanezca en unión con sus hermanos en Jesús, y por Jesús en el Padre… Ese es el fin que se propone la Santa Iglesia.

2.- La Santa Iglesia – lo que es – sus tesoros.

            No se comprende bastante lo que es la Iglesia… Es la Sociedad divina de los Cristianos establecida por Jesucristo, el enviado del Padre, y vivificada con su vida por medio de la gracia… comunicada especialmente por los Sacramentos… Sociedad movida y gobernada por el Espíritu Santo que obra en todos los miembros bajo la vigilancia de aquellos que están investidos de una especial autoridad a este fin. Esta Iglesia tiene en su poder los tesoros infinitos de los meritos de Jesucristo, los de la Santísima Virgen y de los Santos… y todos los cristianos, es decir, cuantos forman parte de esta admirable sociedad y están en estado de gracia, son admitidos a la participación de estos tesoros infinitos…; y todo el bien que ellos hacen, aunque sea el acto más pequeño de amor de un niño pequeñito… aumenta esos tesoros y aporta su humilde contribución a la Iglesia de Dios.

3.- La vida de Jesús sobre la tierra: UNO en nosotros y con su Padre en el Espíritu Santo.

            Cuando habitaba en la tierra –podría decirnos Jesús– me consideraba como el Jefe de mi Iglesia y lo hacía todo en nombre de cada uno de sus miembros por la gloria del Padre… uniendo, ya desde entonces, a cada uno de mis pensamientos, a cada uno de mis actos, a cada uno de mis sufrimientos… todos los pensamientos, palabras, acciones y sufrimientos de cada uno de esos miembros amados de mi Iglesia…; y los ofrecía al Padre, abismados en los míos como gotitas de agua en un océano infinito… Y al contacto divino de mis actos, infinitamente perfectos, purificaba lo que había de imperfecto, santificaba lo bueno y daba un valor digno de Dios a vuestros actos humanos, tan imperfectos en sí mismos y una nonada ante Dios, por la desproporción que hay entre lo que le es debido y lo que podéis darle por vosotros mismos… Y aún esto no podríais dárselo si Él no os proporcionara lo que para eso es necesario.

            Mi vida en la tierra fue, por lo tanto, una donación permanente de Mí al Padre en nombre de todas las criaturas; pero especial y eficazmente en nombre de mi Iglesia… Así he realizado la Unión (el unum) con vosotros y en el Padre.

4.- El deseo de Jesús es que nosotros realicemos también esta UNION.

            Ahora quisiera continuar en vosotros la realización de este misterio mío de la Caridad divina. La Caridad es que os améis como Yo os he amado, o sea, que continuéis viviendo como Yo he vivido, haciendo lo que Yo he hecho. Yo soy vuestro Mediador… Permaneced todos unidos en Mí.

            Habitáis en Mí por medio de la gracia, pero quisiera que vosotros, los que por lo menos queréis ser más especialmente míos, respondieseis más completamente a mis designios; quisiera que realizaseis con vuestra conducta esa unidad que mi amor espera de vosotros.

5.- Frutos que deben sacarse de la Santa Comunión y de la presencia del Espíritu Santo en el alma.

            Cuando voy a vosotros en la Santa Comunión… cuando permanezco en vosotros por medio de mi Espíritu, pedidme que os comunique mis propias disposiciones y os veréis también llevados por ese movimiento de unión con el Padre y con las almas… en la unidad que Yo reclamo.

            Y vosotros también, unidos conmigo, lo haréis todo por la moción del Espíritu Santo, por la gloria del Padre, en nombre de todos vuestros hermanos…

6.- Cómo practicar esta unión que Jesús nos pide.

            Si alguien hace oración, no se considere como si estuviera aislado, sino que unido a Mí, – sin quien nada podéis hacer –, ruegue en nombre de todo el Cuerpo místico, en unión con aquellos que mejor lo hacen y para suplir a los que oran menos o malamente o de ningún modo… Que el que toma su alimento lo haga en unión conmigo en esa misma acción, y por Mí, con todos los que están unidos conmigo, con mis Santos, que lo hacen mejor, con los que mezclan en esta acción muchas imperfecciones y no piensan en darme gracias… El que trabaja, sufre, llora… hágalo unido conmigo y en Mí, con aquellos que me están unidos y cuyos mismos actos he ofrecido por la gloria del Padre… los Santos y los imperfectos… Al Padre he dado Yo gracias y gloria… le he tributado el homenaje perfecto, en nombre de todas las criaturas… y mi gozo y mi gloria sería encontrar asociados verdaderos que continuasen mi vida de esta manera… consagrándome la suya por sus hermanos en ese perpetuo ejercicio de caridad que forma al mismo tiempo la reparación perfecta… Entonces Yo podría a todas horas venir a tomar en esas almas lo que el Señor necesita…

            Si algunos hay que en varios puntos me privan de mi gloria, Yo sabré tomar mi revancha. Todo ha de servir para cumplir mis designios… vuestras acciones, tentaciones, sufrimientos y hasta vuestras alegrías; hacerlo todo y sufrirlo según mi modelo… en conformidad conmigo, unidos a Mí, por la gloria del Padre y en nombre de todos vuestros hermanos, que hacen o han hecho este mismo acto, han padecido o padecen esta misma pena… aplicándoos sencillamente, como Yo mismo lo hice, a comunicar con la Voluntad del Padre tal cual se presenta de momento en momento… y en este mismo minuto presente, comunicar (comulgar) con mis disposiciones íntimas para con el Padre y las almas…

            Si os encontráis con el alma destrozada, en vez de tratar de alejar el obstáculo, haciendo cambiar el alma de vuestro prójimo, iluminándola por medio de vuestras industrias… o haciendo mil pesquisas examinándoos para ver hasta qué grado habéis sido culpables en esto o aquello… humillaos bajo los demás; poneos en el último lugar en vuestra propia estimación y ofrecedme mis dolores de la agonía… adhiriéndoos a la voluntad del Padre y entregándoos a pesar de vuestras repugnancias, para beber el cáliz por completo… en nombre de cuantos sufren en esta misma hora este mismo sufrimiento que os apena… Esta sencillez os hará libres y os mantendrá al mismo tiempo en una humildad profunda y en la práctica de la caridad perfecta… y si se presentase algún acto costoso de cumplir, hacedlo con este mismo espíritu, por mi gloria, unido conmigo y con vuestros hermanos bajo la acción de mi Espíritu.

            Qué vida tan hermosa la que aleja toda rebusca de sí mismo y consigue que el alma permanezca perpetuamente, como Yo, en estado de sacrificio… de entrega de sí mismo, de su persona así como de su vida, por la gloria del Padre y la salvación de las almas…

7.- Darme gloria y devolverme amor: eso es lo que debéis hacer siempre…

Es preciso hacerlo durante toda vuestra vida y aún en las más pequeñas acciones… porque siempre hay y habrá almas que piensan, que hablan, que andan, que gozan, penan, trabajan, que obran y hacen todo lo que a esta misma hora estás tú haciendo… y rezan como tú, y cuando llegue la hora de la Pasión, de la verdadera agonía y de la muerte… las sufriréis del mismo modo, uniendo vuestra muerte a la mía… a la de mis Santos y la de todos los cristianos y todas las criaturas, para que aumente Yo, aún en este momento, el número de mis elegidos… Las almas que están en el Purgatorio y en cuyo nombre habréis de obrar, se verán aliviadas con ello y mis Santos se llenarán de gloria y regocijo.

8.- Cómo debería ser la vida de los cristianos.

La vida de los cristianos debería ser una perpetua comunión con la Mía y por ella con la Voluntad del Padre y de vuestros hermanos.

Creo en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo… Creo en la Santa Iglesia, creo en la Comunión de los Santos… Donación de sí mismo, donación de la propia vida a Dios y a las almas en la Caridad, en la Unidad.

9.- No ser rémora sino un alivio para la Iglesia y para nuestros hermanos.

No seáis una rémora para mi Iglesia y para vuestros hermanos, sino que cada uno se esfuerce, por el contrario, en aligerar la carga de los demás, exterior e interiormente… Yo soporté particulares sufrimientos por cada falta, una tristeza, un dolor proporcionado a la gravedad de vuestras culpas y también a cada gracia recibida, las cuales debieran servir para haceros estimar mejor mis dones y para utilizar con más fidelidad las ocasiones que os doy… Cuanto más amo a un alma, cuanto más le he dado, más sensibles son sus infidelidades para mi Corazón…        

Lo he visto todo: vuestra fidelidad, vuestra delicadeza… pero también vi vuestra resistencia a la gracia… He visto las almas que habían de ser las más amorosamente cooperadoras en la gran obra de la Redención… las que terminarían en sí mismas lo que falta en mi Pasión, y las que terminarían lo que falta a mi Vida… y que desean continuarla, con mi gracia, en la media posible… ¡Cuánto me consoló esta visión!...

10.- JESUS MODELO DE REPARACION – el elemento de la reparación no consiste tanto en el sufrimiento como en el amor y el cumplimiento de la voluntad del Padre.

El sufrimiento físico no es el sólo elemento de la reparación; preferiría Yo sobre todo la completa entrega de las almas, como Yo me entregué, hasta la Cruz si es necesario, pero entregadas ya en la vida común, sencilla y ordinaria… Mi verdadera Pasión duró un día apenas… pero realicé la reparación amorosa durante treinta y tres años.

Cada uno de vuestros minutos, así como los míos, está marcado por la manifestación de una voluntad del Padre… Esta voluntad es la que, hecha en unión conmigo, en nombre de vuestros hermanos, formará vuestra reparación sobre la tierra… No hay que buscar nada… nada hay que pedir sino solo el amor para obrar bien… No hay que rehusar nada… sino recibirlo todo de manos del Padre como hijo amante… con un corazón agradecido… alegre… sin detenerse en las causas segundas, con sólo esta respuesta: “El Señor lo quiere, lo necesita. ¡Sí, Padre mío, sí, porque así lo queréis Vos!”.

Y en todas las circunstancias, miradme a Mí, manteneos por medio de mi Santo Espíritu unidos conmigo… Él reproducirá mis disposiciones en vuestra alma como lo hizo en la Virgen mi Madre…

No temáis… porque es el corazón de un Padre el que con tierno amor dispone todos los acontecimientos de cada día… No os pido que os entreguéis al sufrimiento, sino que os entreguéis al amor… que seáis hostias de caridad para vuestros hermanos… en unión con la Hostia divina… y de todas maneras… interiormente, por medio de la oración y por la ofrenda… exteriormente, por la donación, la inmolación cuando se presente la ocasión… porque es preciso saber inmolarse, teniendo la naturaleza que tenéis, para poder mostrarse siempre buenos.

El sufrir es accesorio, transitorio. Lo esencial es la caridad de corazón… el amor. No pidáis el sufrimiento, a no ser en caso especial aprobado prudentemente; muchos que lo pidieron se han arrepentido de ello y se descargan sobre los demás; pero tampoco lo rechacéis.

Es mejor vivir como hijos confiados en su buen Padre… que procuran sonreírle constantemente… preferir lo que Él prefiere, no querer ni más ni menos de lo que Él quiere… estando tan dispuestos a partir, a obrar como dóciles para abstenerse y callarse… Tened los ojos siempre fijos en Mí para leer en Mí la voluntad del Padre… y correr a su voz… He aquí lo que Satanás y los pecadores no quieren hacer… UNIÓN en Mí: hacedlo vosotros, hijos míos… En los días de prueba y de flaqueza, si os habéis conducido con languidez, ofrecedme a Mí, ofreced a vuestros hermanos y sed a vuestra vez más valientes para suplir por los que, vacilantes, necesiten otro día un socorro particular.

Los tesoros de la Iglesia son infinitos, pero es preciso ir a buscarlos… Lo podéis hacer cuando queréis… en la medida que os place… tomadlos sin cesar… Cuanto más unidos estéis conmigo y con vuestros hermanos, cuánto más me os deis, mayor derecho tendréis para adquirir estos tesoros… Los poseeréis a medida de la Fe que tengáis.

PADRE
QUE SEAN UNO EN NOSOTROS
¡YO ESTOY EN ELLOS… Y VOS EN MI!

¡Padre Santo! Por medio del Inmaculado Corazón de María, os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco yo mismo en Él, con Él y por Él a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

PRACTICA:

Para probaros mi amor y hacer la reparación que vuestro Corazón desea, me aplicaré a vivir verdaderamente mi vida de Hijo de Dios – por la Fe y la Caridad – mirándoos como a mi buen Padre, y a los hombres como hermanos míos, y esforzándome en permanecer en la UNIDAD con Vos y con ellos en Jesucristo Nuestro Señor.

P. M. SULAMITIS.


(Obra del Amor Misericordioso).

jueves, 11 de agosto de 2016

"Preces del Amor Misericordioso por la Iglesia y por la Patria"


Preces del Amor Misericordioso por la Iglesia y por la Patria

que pueden ser rezadas después del santo Rosario



¡YO SOY EL AMOR MISERICORDIOSO!


"Quiero que en estos momentos se rece mucho por vuestra Patria. Quiero la unión... Yo os amo ¡Creed en Mí! ¡Jamás os abandonaré! 
¡Redoblad la devoción a la OFRENDA... vuestra arma y poderoso escudo!"


¡Sagrado Corazón de Jesús, salvad a nuestra Nación!

* * *

Oremos por la Iglesia y por la Patria

Padre Nuestro - Ave María - Gloria.



Ofrenda al Amor Misericordioso

“Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, Vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco a mí mismo en Él, por Él, y con Él, a todas sus intenciones, y en nombre de todas las criaturas”.



Señor, ten piedad

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Señor, que dijiste: “cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo concederá” [Io. 16, 23]: en tu nombre pedimos al Padre que nos conceda la santa libertad de la Iglesia para trabajar en la propia santificación y la salvación de las almas. Amén.

Señor, que dijiste: “pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y os abrirán” [Mt. 7, 7]: pedimos que ilumines con tu divina luz a los que en tus manos tienen los destinos de nuestra Patria: buscamos tu amor acompañado de buenas obras; llamamos a las puertas de tu Amor Misericordioso para que se apiade de nuestras almas, de nuestras familias y de nuestra Patria. Amén.

Señor, que dijiste: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” [Mc. 13, 31]: concédenos por tu omnipotencia la estabilidad y prosperidad de la Religión en nuestra Nación, la libertad de las Órdenes religiosas, la paz de nuestro pueblo y la rectitud de sus gobernantes; si ha de ser todo para gloria tuya y bien de nuestras almas. Amén.
 


Oración a la Santísima Virgen. Acordaos

Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. Oh Madre de Dios, no despreciéis mis súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.


Refugio de pecadores, ruega por nosotros.

Advertencia. - Estamos en la hora de la plegaria. En varias parroquias e iglesias se adora a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Ofrécete para hacer siquiera semanalmente media hora de adoración por las necesidades de la Iglesia, de tu Patria, y del mundo entero, sin omitir la Misa y Comunión diaria. Esto, practicado con amor y perseverancia, nos merecerá una especialísima protección del Amor Misericordioso, Cristo Jesús.

P. M. SULAMITIS.