viernes, 27 de octubre de 2017

Mensaje del Amor Misericordioso: "La fiesta de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo"


Llamamiento a los fieles.

Vosotros, cuantos habéis oído la voz del Papa y queréis responder a ella… ¿no sentís en vuestra alma un transporte de goce extraordinario ante el pensamiento de que Jesús por la voz de su Pontífice ha sido declarado Rey universal, Rey de la humanidad… en todo lugar, en todos los tiempos, por todos los cristianos de la tierra… en nombre de todos los pueblos, aún de aquellos que todavía no son suyos, aún cuando tiene derecho a ellos por haberlos adquirido con su sangre… aclamándolo con un solo corazón y una alma sola como nuestro Rey?

Y no sentimos un nuevo impulso para confesarle como tal cada vez que aparece en nuestros labios esta gloriosa expresión que tan a menudo se encuentra en la liturgia:


¡Nuestro Señor Jesucristo!...

¡Y no sentimos al mismo tiempo, en el fondo del alma, una vibración íntima que es como la respuesta del Rey a nuestros homenajes, y un nuevo estímulo!

1.- Excelencia e importancia de esta fiesta.

Quiero –parece decirnos Jesús– que esta sea una fiesta solemne en la Iglesia; que sea una de mis mayores fiestas.

En las otras, celebráis, sobre todo lo que Yo he hecho por vosotros; en esta deseo que aparezca lo que para vosotros soy, con qué título me debéis reconocer por cabeza vuestra y como debéis comprometeros a servirme.

Esta fiesta tiene mucha más importancia de lo que pensáis, y daré a mis amigos cada vez más luz sobre ello si quieren considerarlo en la oración y si entran con una fe llena de respeto en el movimiento que les ha comunicado mi representante visible en la tierra.

No daré mis luces sino poco a poco, porque las almas no podrían recibirlas de repente1. Admirad en esto la sabiduría divina… Yo dispongo suavemente las almas a la realización de mis designios… Así preparé esta fiesta desde el comienzo del mundo, y David, por sus inspirados salmos, estará en medio de vosotros cuando me glorifiquéis con vuestros cánticos… Todos mis Santos, asociados por Mí a esta obra, se unirán a vosotros y me saludarán como a Rey de la gloria2; me aclamarán como a Rey de Reyes y Señor de señores…3; todos depondrán sus coronas a mis pies, confesando haberlo recibido todo de Mí y que sólo a Mí es debida la gloria… a Mí que os he conquistado con mi sangre.

Quiero que esta fiesta se celebre con gran pompa en la Iglesia por la comunión de los Santos… Que sea la reunión de todos los pueblos de la tierra… una misma fiesta para los habitantes del Cielo, de la tierra y del purgatorio…

2.- Esta fiesta debe celebrarse con espíritu de fe, esperanza, caridad.

¡Dichosos los que me reconozcan en este día como a su Rey y como a tal me glorifiquen!... Lo he dicho: les daré una gloria particular en mi reino4.

Juntad con vosotros en este día a todos los que me pertenecen, y a todos aquellos a los cuales deseo llegar… Suplid con vuestros homenajes la ingratitud de la humanidad… y cada vez que se renueve esta fiesta, renovaos también en la fe, en la esperanza y en la caridad.

Estas tres virtudes teologales son la base en que descansa la vida cristiana… Y veréis ahora cómo esta fiesta contribuirá a ejercitaros en los actos de ella.

3.- Esta fiesta confirma en la fe.

El celebrarla será para vosotros un acto de fe… por el cual me confesaréis a Mí, Cristo Jesús, verdadero Hijo del Padre e hijo de María, verdadero Dios y hombre… Salvador de los hombres, Señor de ellos, reconocido como tal por vuestra fe y vuestro amor.

Al proclamarme Rey reconoceréis al propio tiempo que por el hecho de serlo tengo derecho y y deber de dictaros leyes, las cuales debéis observar… También reconoceréis que por su cumplimiento o violación mereceréis la recompensa que os he prometido o el castigo en que incurren los transgresores de mi Ley…

Por esta fe confesaréis que, siendo Rey, tengo derecho y deber de gobernar y de hacerme representar… y que en efecto gobierno mi Iglesia por medio de los que he establecido jefes de ella. Ahora bien, mi reino es un reino espiritual. Aunque extendido por todo el universo, aunque alcanza a todos los tiempos y aunque no debe tener fin… este reino está en medio de vosotros5 y todos, cualquiera que sea vuestra nacionalidad, vuestra condición, podéis formar parte de él…

Los puestos más elevados son para los que quieran poseerlos… todos pueden tenerlos sin perjudicar a los demás; los más humildes, los pequeños los pueden alcanzar; a esos les están prometidos6. Ved si no a mi Teresita… pero sobre todo a la Reina de las reinas: mi Madre Inmaculada. El motivo de su alegría en Mí… la causa de su inmensa gloria es porque a sus ojos se tuvo por pequeñita y se miró como mi sierva; por eso la he exaltado tanto más7.

El alma más humilde, más obediente a la Iglesia, esa será la mayor en mi Reino. Por esto yo quisiera que purificaseis bien vuestra intención al celebrar esta fiesta, y que la celebréis no sólo porque os conviene y resulta agradable, sino en espíritu de sumisión a la Iglesia… Y consideraos felices de ofrecerme cada uno vuestro corazón para piedra de mi corona…
Quisiera recibiros en la corona de mi Iglesia… Niños, jóvenes y ancianos8, todos tenéis en ella vuestro lugar… Sed, pues, en ella lo que Yo quiero…

Por tanto, fe en mi Evangelio que contiene mis enseñanzas, mi ley, mis consejos… y fe en mi Iglesia, que ha instituido esta fiesta para glorificarme como a vuestro Rey, Rey de la humanidad…


1 S. Joan. XVI, 12.
2 Ps. XXIII, 9-10.
3 Dan. II, 37; I Tim. VI, 15; Apoc. XIX, 16.
4  Matt. XIX, 28; Luc. XII, 8; Joan. XVII, 24.
5  Luc- XVII, 21.
6  Marc. X, 14.
7  Luc. I, 38.
8  I Joan., 2.

miércoles, 4 de octubre de 2017

"Homenaje a San Miguel"


¡MIKAEL! ¡QUIEN COMO DIOS! (100 d. ind.) ¡Esta invocación es un grito de amor, fuente de santidad, alabanza perfecta a Dios! ¡QUIEN COMO DIOS! ¿Poderoso, bueno, justo, santo, misericordioso como El? ¡MIKAEL, MIKAEL, oh gran Príncipe de la celestial milicia, bajo tu glorioso estandarte conduce a la Legión del Corazón Inmaculado de María rumbo a la victoria de Dios! ¡MIKAEL, MIKAEL, nosotros te queremos por nuestro Jefe, desvía los obstáculos que se oponen al Reinado del Sagrado Corazón y dígnate aceptar nuestros homenajes!

“El Arcángel S. Miguel ha sido establecido como guardián del Paraíso, todos los ángeles le reverencian y le honran” (oficio de S. Miguel).

Miguel, mi Arcángel, yo te constituyo Príncipe sobre todas las almas que deben ser recibidas en mi Reinado (3era antífona de vísperas).

Honrando a S. Miguel los pueblos obtienen de él innumerables beneficios, invocando su llegada al Reino de los cielos (2° nocturno).

La devoción a San Miguel es un signo de predestinación (San Alfonso Ma. de Ligorio).

“En la primera guerra Dios ha vencido en el servicio del Príncipe de las celestes Milicias y nosotros debemos creer firmemente que la lucha actual terminará por el triunfo y socorro de este Arcángel bendito”. (Pío X. Invito sacro, 18 sept. 1903).

EXORCISMO
Contra Satán y los Ángeles rebeldes1

Publicado por orden de S. S. Leon XIII (Esta traducción abreviada para uso de los fieles lleva imprimatur del Cardenal Dubois, 15 de junio de 1922).

Gloriosísimo príncipe de los Ejércitos Celestiales, San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra los principados y las potestades, contra los caudillos de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos por el aire. Ven en auxilio de loshombres que Dios hizo a su imagen y semejanza, y rescató a gran precio de la tiranía deldemonio. A ti venera la Iglesia como a su guardián y patrono.A ti confió el Señor las almas redimidas para colocarlas en el sitio de la suprema felicidad.

Ruega, pues, al Dios de paz que aplaste el demonio a nuestros pies, quitándole todo el poder para retener cautivos a los hombres y hacer daño a la iglesia.. Pon nuestras oraciones bajo la mirada del Altísimo, a fin de que desciendan , cuanto antes las misericordias del Señor, y sujeta al dragón, aquella antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, para precipitarlo encadenado a los abismos, de manera que no pueda nunca más seducir a las naciones.

Exorcismo

En el Nombre de Jesucristo Dios y Señor Nuestro, mediante la intercesión de la Inmaculada Virgen María, madre de Dios; de San Miguel Arcángel, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, procedemos con ánimo seguro a rechazar a los asaltos que la astucia del demonio mueve en contra de nosotros.


Salmo 67


Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. 
Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

V. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.

R. Como lo esperamos de Ti.

Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre  te lo manda Dios Hijo; te lo manda Dios Espíritu Santo. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que “los poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza.

Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios vivo, por Dios verdadero, por Dios  santo, que “de tal modo amó al mundo que entregó a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

V. Señor, escucha mi oración. 
R. Y llegue a Ti mi clamor.

OREMOS. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Cántico a San Miguel
(tono: Hasta tus plantas...)

Coro:
Bendice, oh santo Arcángel
El grito de nuestra fe:
//¡A Dios queremos que es nuestro Padre,
A Dios queremos que es nuestro Rey!//

I

Oh esplendor y virtud del Padre
Eterna vida del corazón
Jesús. a Ti, gloria en la tierra,
Gloria al Arcángel, tu servidor.

II

Del ejército de los ángeles,
Te haces cortejo, oh Rey Jesús,
Y San Miguel, tu gran Arcángel,
Levanta el lábaro de la Cruz.

III

Cayendo del cielo a los abismos
Halló su encierro Lucifer
Y los secuaces de sus delitos
Se hallan dispersos por doquier.

IV

Contra el jefe de los rebeldes
Se alza el Arcángel con gran valor
Para ganar las bellas palmas
Que da al Cordero vencedor.

V

Oh Dios, que estás junto a los Ángeles,
Trinidad santa de bondad,
A Ti amor, honor y alabanzas,
Por todo el tiempo y la eternidad.

Coronilla de San Miguel

La recitación de esta Coronilla nos puede obtener los más abundantes favores en las necesidades públicas, sobre todo en aquellas de la Iglesia católica, siendo San Miguel su eterno protector. Rescripto de la S. C. de Ritos, 8 de septiembre de 1852.

En 1751, san Miguel se apareció a la Beata Antonia de Astonac, carmelita, y le hizo promesa de que cada vez que fuera honrado por la recitación cotidiana de esta Coronilla sería acompañado a la Mesa Eucarística por un Ángel de cada uno de los nueves coros celestiales. Además prometió su asistencia y la de los santos Ángeles durante el transcurso de la vida, y en llegando la muerte, la libertad del Purgatorio para sí y para todos sus familiares (Vida: libro 2, cap. 14).

Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

SALUTACION. Al primer coro de los Ángeles. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de los Serafines, que el Señor se digne de encender en nosotros la llama de una perfecta caridad. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al segundo. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de los Querubines, el Señor se digne darnos su gracia para que cada día aborrezcamos más el pecado y corramos con mayor decisión por el camino de la santidad. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al tercero. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de los Tronos, que el Señor derrame en nuestras almas el espíritu de la verdadera humildad. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al cuarto. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de las Dominaciones, que el Señor nos conceda el señorío sobre nuestros sentidos de modo que no nos dejemos dominar por las malas inclinaciones. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al quinto. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de los Principados, que el Señor infunda en nuestro interior el espíritu de obediencia. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al sexto. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de las Potestades, que el Señor se digne proteger nuestras almas contra las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al séptimo. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de las Virtudes, que el Señor no nos deje caer en la tentación, mas nos libre de todo mal. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al octavo. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de los Arcángeles, que Dios nos conceda el don de la perseverancia en la fe y buenas obras de modo que podamos llegar a la gloria del cielo. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

Al noveno. - Por la intercesión de San Miguel y del Coro celestial de los Ángeles, que el Señor se digne darnos la gracia de que nos custodien durante esta vida mortal, y luego nos conduzcan al Paraíso. Amén. (1 Padrenuestro y 3 Avemarías).

(A continuación se rezan 4 Padrenuestros en honor de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y de nuestro Ángel de la Guarda).

Glorioso San Miguel, caudillo y Príncipe de los ejércitos celestiales, fiel custodio de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, ministro de la Corte del Rey de los Cielos y admirable guía después de Jesucristo, de sobrehumana excelencia y virtud, dígnate librar de todo mal a cuantos confiadamente recurrimos a ti, y haz que mediante tu incomparable protección avancemos todos los días en el santo servicio de Dios. Amén.

V. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

OREMOS. - Dios Todopoderoso y Eterno, que por un prodigio de tu bondad y misericordia a favor de la común salvación de los hombres, escogiste por Príncipe de tu Iglesia al gloriosísimo Arcángel San Miguel, te suplicamos nos hagas dignos de ser librados por su poderosa protección de todos nuestros enemigos, de modo que en la hora de la muerte ninguno de ellos logre perturbarnos, y podamos ser por él mismo introducidos en la mansión celestial, para contemplar eternamente tu augusta y divina Majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

(7 años y 7 cuarentenas, plenaria una vez al mes, y en las fiestas de san Miguel (8 de mayo y 29 de septiembre), de san Gabriel (24 de marzo), de San Rafael (24 de octubre) y de los Ángeles custodios (2 de octubre), para quienes la recen dichos días).

Oración a San Miguel (todos).

Rezada por el celebrante después de cada misa rezada: Unámonos a él.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la maldad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes. Y tú, Príncipe de la Milicia celestial, usando el poder que el cielo te ha conferido, lanza al infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos que recorren el mundo para perdición de las almas. Amén.

LLAMADO A SAN MIGUEL (todos).

En nombre del Sagrado Corazón de Jesús y por la intercesión del Corazón Inmaculado de María, postrados humildemente delante de vuestra Majestad, oh Dios Todopoderoso, nosotros te suplicamos que te tomes a bien enviarnos a SAN MIGUEL para que nos socorra en nuestra desgracia.
¡San Miguel, Principe de las celestiales Milicias, ven a nosotros! ¡¡CON TODO NUESTRO QUERER NOSOTROS TE LLAMAMOS!! ¡Te ponemos nuestra persona, nuestra Legión, nuestras familias, nuestras parroquias, nuestra Patria y el mundo entero bajo tu especial protección! ¡Que Dios suscite santos entre nosotros! ¡Y NUMEROSOS SACERDOTES! Por medio de ellos, oh santo Arcángel, haz triunfar a la Iglesia en la lucha que ella sostiene contra el infierno desatado, y por la virtud del Espíritu Santo, establece el reinado de Cristo sobre nuestra Patria y sobre el mundo entero a fin de que la paz permanezca para siempre. Amén.

Canto (tono Ave de Lourdes) ¡Amor y alabanzas al gran San Miguel! (bis).

¡Sagrado Corazón de Jesús, que vuestro Reino venga por el Corazón Inmaculado de María! (100 días de indulgencia, Monseñor el Arzobispo de Auch).

Consagración a San Miguel (todos).

Oh gran Príncipe del Cielo, fidelísimo guardián de la Iglesia, San Miguel Arcángel, yo te escojo el día de hoy como a mi protector y mi particular abogado, y me propongo firmemente honrarte todos los días,  y de hacerte honrar en cuanto me sea posible. 
Asísteme toda mi vida a fin de que nunca ofenda los purísimos ojos de Dios ni con obras, ni con palabras, ni en pensamientos. Defiéndeme contra las tentaciones del demonio, y a la hora de mi muerte, dale la paz a mi alma e introdúceme a la Patria eterna. Amén.
Oh gran San Miguel, que has sido constituido el defensor de la gloria divina en medio de los ángeles, sé también EL PORTA-ESTANDARTE Y EL HERALDO DEL REY DE AMOR MISERICORDIOSO en medio de los hombres, y reúne en torno de su Cruz y de su Eucaristía a todos los amigos de su Corazón, a fin de que unidos bajo la Estrella de María, trabajen eficazmente para extender su Reino de Caridad sobre la tierra, y sabiendo como tú, desechar con desprecio todo aquello que se oponga a Dios, para así no dejar de considerar que estamos bajo Él. ¿Quién como Dios?
San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate, a fin de que nosotros no perezcamos en el día temible del Juicio. (100 días de indulgencia).

INVOCACIONES A SAN MIGUEL

San Miguel, lleno de la sabiduría de Dios, ¡ruega por nosotros!
San Miguel, perfecto adorador del Verbo encarnado, ¡ruega por nosotros!
San Miguel, coronado de honor y de gloria, ¡ruega por nosotros!
San Miguel, protector de la Iglesia, ¡ruega por nosotros!
San Miguel, que capturas a los demonios ¡ruega por nosotros!
San Miguel, ayuda segura de los cristianos, ¡ruega por nosotros!
San Miguel, protector nuestro en todo tiempo y todo lugar, ¡ruega por nosotros!
San Miguel, consuelo de las almas del Purgatorio ¡ruega por nosotros!
San Miguel, Príncipe nuestro, ¡ruega por nosotros!

¡San Miguel, en nuestra ayuda, defiéndenos en el combate!

Canto: ¡Amor y alabanza al gran San Miguel! (bis).

Nihil obstat
P. BRICON,
censor.

IMPRIMATUR
Séez, 30 de Noviembre de 1931,
Cán. LECONTE, v. g. 


1Esta oración, compuesta para poner en fuga al demonio, puede preservar de grandes males la familia y la sociedad, si es recitada con fervor, por los mismos fieles en modo particular. Puede servir especialmente en casos de una supuesta acción del demonio, manifestada en: maldad de los hombres, sea por las enfermedades, tempestades, calamidades de toda clase. El exorcismo es una oración muy poderosa para preparar el Reino del Sagrado Corazón, apartando a Satán que es el gran obstáculo a su Reino bendito. ESTE EXORCISMO HA DE SER USADO RESPONSABLEMENTE, RESPETEMOS LAS COSAS SANTAS.