lunes, 23 de mayo de 2016

"¡Rica ofrenda!"

Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco a mí mismo en Él, con Él y por Él a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas.

"Esta sencilla oración contiene en breves palabras lo más excelente que podemos decir y hacer, tanto por la gloria de Dios, como por la salvación de las almas y nuestra propia santificación."

"¡Padre Santo! Decimos y usamos de la misma expresión usada por Jesús cuando le habló delante de sus Apóstoles para enseñarnos a nosotros a hacerlo también."

"Vamos, pues, nosotros al Padre, vamos a Aquel que busca un corazón para convertirlo en lugar de reposo para Él, y vamos a Él por María, por el Corazón de María, por su Corazón Inmaculado, por ese Corazón puro y virginal entre todos, que es realmente un lugar de delicias para la adorable Trinidad."

"Mas, ¿cuál es el objeto de nuestra oración? -En primer lugar es un homenaje de gloria a Dios Padre; es la ofrenda de todo aquello que le es más agradable, de aquello que sólo es digno de Él mismo, la ofrenda de Jesús, de su Hijo, y de nuestro Salvador, a quien nombró con su voz potente y divina: “Su Hijo muy amado”. Jesús es el Amado del Padre, su Hijo único, en quien puso todas sus complacencias y a quien nos tiene mandado que escuchemos."

"Pero el don del que es nuestra Cabeza no sería completo sin el de los miembros; por eso, y porque Jesús al ofrecerse nos ofrece a todos con Él y presenta con Él al Padre, a todos los hijos de su Iglesia, por eso, cuando ofrecemos a Jesús debemos también ofrecernos nosotros mismos."

"Además, ¡qué sería nuestro propio sacrificio, el de tan míseras criaturas, si quedase separado del de Jesús!... Por lo cual hemos de añadir: en Él, con Él y por Él, para que en estas dos ofrendas haya una sola, y que estos dos sacrificios sean una cosa."

"Para atestiguar los numerosos deberes que queremos rendir a Dios por este medio, nos servimos de una expresión en plural, que no excluye, por cierto, el acto simple del alma de Jesús y decimos: A todas sus intenciones. -De suerte que ningún bien deseamos que no haya sido deseado por Dios, ni dejamos de unirnos a cosa alguna, que haya sido pensada o pedida por el mismo Jesús."

"Para dar a esta ofrenda un sello universal, haciéndola así más agradable a Dios y practicando al mismo tiempo un acto de caridad, de esa hermosa caridad que encanta al Corazón de Jesús, continuaremos haciendo nosotros lo que Él hacía, lo que hace aún en la tierra, lo que hace en el Cielo mismo., formulando este acto de caridad, en nombre de todas las criaturas, animadas e inanimadas, y en unión con María."

Señor, glorifícate en nosotros, y acelera tu Reinado. Amén.