sábado, 21 de mayo de 2016

"'¡Centellitas!: Día de amor"


Para que nuestra vida sea vida de amor deben ser todos nuestros días ¡días de amor!... todas nuestras horas ¡horas de amor!... todos nuestros minutos ¡minutos de amor!... Santifiquemos, pues, por medio del amor, cada una de las horas de nuestros días; y muy en particular la hora por la que pasamos cada día y que ha de ser, en uno de ellos, la ultima de nuestra vida…

Para ello, tomemos la saludable costumbre,

Al sonar la hora

de abandonar al “Amor Misericordioso” la que termina y ofrecerle la que comienza, en unión de esa misma hora de la vida “mortal” y “Eucarística” de Jesús… pidiéndole la gracia de que toda ella sea hora de Amor… y añadamos: ¡Dios mío, te ofrezco mi última hora, mi última mirada, mi último suspiro, el ultimo latido de mi corazón, en unión con los de mi buen Jesús, y los de todas las criaturas… según tus divinas intenciones, como acto de puro amor, para tu mayor gloria y gozo!”

Durante la hora

Apliquémonos a santificar el minuto  del momento presente… después otro, luego otro… ¡es tan fácil embellecer un minuto!, dice San Francisco de Sales. – Procuremos, pues, no pensar en lo pasado, no preocuparnos por lo futuro, y en el momento presente estar tan solo atentos a Dios en nosotros. ¡Vivamos así vida de amor, y de “Amor Misericordioso” minuto por minuto!... Así sea.

(Extracto de "Centellitas").