miércoles, 27 de julio de 2016

"Enseñanzas del Amor Misericordioso: La paz"


¡OREMOS POR LA PAZ!

     Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

     Líbranos, Señor, te rogamos, de todos los males pasados, presentes y venideros; y por la intercesión de la bienaventurada y gloriosa siempre Virgen María, Madre de Dios, con tus bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo, y Andrés, y todos los Santos, danos propicia paz en nuestros días, para que, ayudados con el auxilio de tu misericordia, seamos siempre libres de pecado y seguros de toda perturbación. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios. Por todos los siglos de los siglos. Amén. 

     Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: La paz os dejo, mi paz os doy; no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia; y dígnate darle paz y mantenerla unida según tu voluntad. Tú, que vives y reinas, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

* * *
     "¡Cuánta gloria me daríais, si mi paz fuera dada al mundo por medio del triunfo de mi Religión aun en medio de mis adversarios, en la época en que más encarnizados se hallan contra Mí y derraman su veneno, como buscando la raíz misma de la sociedad, atacando perversa y perniciosamente al alma de los niños pequeñitos!... Quisiera que la paz mundial fuera del fruto de la CARIDAD cristiana. Quisiera que los indiferentes y tantos incrédulos que no me conocen, se sientan atraídos por el ejemplo de los Cristianos y obligados a exclamar: “¡Ved como se aman!” – Este elogio de los primeros cristianos quisiera Yo que lo merecieseis vosotros. Pero, esta caridad, tal como Yo quiero verla practicada, no puede serlo de un modo natural, sino que exige un particular y continuo socorro de la gracia. Y esta gracia querría Yo que vinieseis a buscarla en su misma fuente… en mi Corazón… allí es donde más especialmente os manifiesto los excesos de mi Amor Misericordioso para vosotros y donde me entrego a vosotros más totalmente… Quisiera que vinierais a sacar esta gracia de vida divina más intensa y de caridad cristiana en el Altar, en la Comunión…"

     "¡Ah, hijos míos! ¡Qué doloroso es para mi Corazón ver a hermanos derramando la sangre de sus hermanos!... Rogad… rogad para que este mal se aleje de vosotros…"
            
      "Pero más doloroso es todavía para Mí el ver el odio, la venganza, la ira, la ambición o vanagloria sin freno en el corazón humano…"
            
      "Vosotros los que me amáis, implorad… haced todo lo posible para devolver la paz a la tierra… Esa es mi gloria… Yo quisiera que fuera la obra del amor…"

     "Id al pie del Tabernáculo en donde reside el Príncipe de la Paz[1], El que vino para traer la paz al mundo; Él os hará comprender por qué medio ha adquirido esta paz y os la ofrece… de qué manera podréis gozar de ella y beneficiar con ella a vuestros hermanos, si sois lo suficientemente dóciles para creer en Él… y para creer… para hacer lo que Él os ha dicho".


Gloria, Amor, Honor
Alabanza, Acción de Gracias
AL AMOR MISERICORDIOSO
REY DE PAZ

Señor, glorifícate en nosotros, y acelera tu Reinado. Amén. 




[1] Isaías, IX, 6.