martes, 2 de agosto de 2016

"A las hijas de María del mundo entero"


A LAS HIJAS DE MARIA
DEL MUNDO ENTERO

(Mensaje del Amor Misericordioso).
_____

1.- Las Hijas de María. Su privilegio.

         Si todos los Católicos pueden llamarse hijos de María, en virtud del don que Yo mismo os hice de mi Madre sobre la Cruz en la persona de Juan, y si en él, los ha adoptado a todos por sus hijos –también es verdad, que por un privilegio de elección, indudablemente algunas almas se han sentido atraídas a conocer más particularmente este favor, y se han empeñado en vivir de un modo más especial, como hijas de María: voluntariamente se han consagrado a Ella para honrarla –; se han puesto bajo su protección para que Ella les enseñe a amarla mejor, a hacer lo que Ella hacía, o lo que hubiera hecho si estuviera en su lugar…

         Esta es una gracia, pero así como nadie puede venir a Mí, si mi Padre no lo trae, así tampoco nadie puede consagrarse a María, sin una gracia de mi Corazón…

         De los hijos de María, el demonio tiene horror.

2.- Lo que se necesita para ser una verdadera Hija de María. El “Ecce ancilla”.

         Pero para ser “hija de María”, según el verdadero sentido de la palabra, no basta la ceremonia y la inscripción: es necesario vivir de la vida de su Madre… pues lo contrario sería contristar su Corazón tan maternal.

         Pues la primera cosa que María os enseñará será su Ecce ancilla: He aquí la sierva del Señor. Yo soy la “sierva del Señor”… Todas las hijas de María, como su Madre, deben ser también mis pequeñas siervas, las pequeñitas “siervas del Señor”… puesto que mi representante visible sobre la tierra acaba de proponerme a la devoción, a la abnegación de los fieles bajo este título: “las pequeñas siervas de Cristo Rey”.

3.- En qué consiste la disposición del “Ecce Ancilla”.

         Profunda y llena es la significación de “pequeña sierva”… Comprende la abnegación de sí misma, para no hacer más que mi divina voluntad, así como María la hacía. Yo mismo, hablando de Ella, y de su bienaventuranza, dije: “Dichoso aquel que yo la palabra de Dios, y la pone en práctica”[1]

         María tuvo siempre la mirada fija en Mí, y no vivió más que de mi voluntad. María fue la sierva humilde y modesta… siempre recogida y, por lo mismo, siempre atenta para conocer por los menores movimientos de su Dios la divina Voluntad.

4.- ¿Cuál debe ser la actitud de una Hija de María ante un movimiento dado por el Santo Padre?

         Si hubieseis podido ver a María, en sus relaciones con Pedro, al principio de la Iglesia naciente… con el mismo Juan, con el que, por haberle escogido Yo, se mostró tan deferente… comprenderíais cuál debería ser vuestra actitud, para imitar a vuestra Madre en estos momentos…

         Con qué fe, con qué respeto, con qué amor deben las Hijas de María creer en Mí, y creer también lo que Yo les digo por mi Vicario… María dijo un día en Caná esta sola palabra de su apostolado, hablando de Mí… esta palabra que es la que hoy os repite cuando el Papa ha hablado: “Haced todo lo que Él os diga”[2]

         Puede ser que hayáis sido testigos a vuestro alrededor de gran indiferencia por la palabra augusta de mi Vicario… palabra que es la expresión misma de la voluntad divina a los hombres en la tierra, el rayo de luz para toda la humanidad.

         El Papa no ha hecho más que recordar mis divinas enseñanzas, lo que Yo soy, lo que os he anunciado… pero ¡con qué precisión, con qué fortaleza, y con qué claridad… sin acepción alguna de personas! No a todos ha gustado, no todos han querido recibirla, y muchos se han cerrado a la verdad… un número considerable se ha mostrado insensible, extraño en un asunto de tan grave importancia.

5.- Las Hijas de María deben caminar en primera línea en la virtud de la obediencia.

         A vosotras conviene para entrar en las disposiciones de vuestra Madre, ir siempre delante, en primera línea, en el camino de la obediencia, que debe ser constantemente el vuestro; pero obediencia que importa en esta hora hacer más eficaz y más viva…

         Una verdadera “hija de María” debe tener sin cesar sobre los labios, y más aún, en el fondo del corazón, estas palabras de su Madre: “Yo soy la sierva del Señor”. Pues sabe bien que yo recibo como hecho a Mí, lo que se hace a los que me representan… Debe, pues, tener hambre de obediencia, alegrarse cuando le mandan, para tener que obedecer y así cumplir mi voluntad, poder mostrarme su amor; porque la obediencia es una señal segura de amor; quiero decir, la obediencia según el modelo de María… sin violencia, en espíritu de fe, alegremente…

         Si siempre la verdadera hija de María debe sobresalir en obediencia y en humildad, ¡con cuánta más razón debe aplicarse a estas virtudes en los momentos presentes en que el Papa ha dado el gran movimiento, mostrando que para honrarme como a Cristo Rey, es preciso someterme inteligencia, corazón y voluntad!... Y de esta voluntad, debéis hacerme homenaje por vuestra obediencia para con aquellos que tengan autoridad sobre vosotras, cualesquiera que sean, con tal que no os manden nada contra mi ley y mi voluntad…

6.- Rendir a Cristo Rey homenaje de obediencia en nombre de todos los que no lo hacen.

         ¡Poneos, pues, a la obra!... Para rendir vuestro homenaje en nombre de todos los que no lo rinden, practicad la obediencia con toda la perfección que podáis según vuestra condición… en vuestras familias, con vuestros amigos, en vuestro taller… Si estáis empleadas en alguna obra, aficionaos a la humilde y cordial obediencia. Nada violento ni forzado en vuestro tono, ni en vuestras maneras. Renunciaos amablemente, sin dar a conocer vuestro trabajo íntimo, ni hacer ostentación de generosidad: guardad el secreto del Rey…[3].

         Velad cuidadosamente para no debilitar nunca el prestigio de la autoridad y hacedlo todo por la unión y concordia. Sed el lazo de unión en toda ocasión… Si sois verdaderamente obedientes, seréis buenas… porque Yo os quiero así; y el Papa también os lo recuerda: El quiere, “que la caridad irradie”[4]

         Haceos toda para todos, para ganarlos a todos… He aquí lo que debe hacer la “pequeña sierva…”

7.- Necesidad de recogerse para obedecer bien.

         Para esto, recogeos, a fin de comprender bien la palabra que os haré oír íntimamente, mientras os mandan los que tienen autoridad para ello… El Espíritu de verdad os recordará la palabra de mi Pontífice[5], y cómo es necesario obedecer sin considerar la virtud del que manda, sino la autoridad de que está revestido con relación a vosotros… El os dirá en el interior: “Acuérdate que no es al hombre a quien tú sirves; no conviene al hombre rescatado por Cristo servir a los hombres[6]; es Cristo-Rey a quien tú sirves. Haz, pues, como conviene a tal Señor”.

         Pero si no os recogéis, no percibiréis esta vibración íntima, ni veréis más que la apariencia, lo humano, un mandato que os parecerá una injusticia irritante… Mas si estáis recogidas, no os detendréis en la apariencia, sino que pasando más adelante y viendo mejor, porque veréis con mi luz, será en Mí, en María, en quien veréis… Y entonces ¡cuán mínimo os parecerá vuestro trabajo, vuestra dificultad! Encontrando cerca de Mí a Barrabás al cual prefieren, os encontraréis muy favorecida, muy honoríficamente colocada.

8.- Llamamiento a las Hijas de María para preparar la fiesta de Cristo Rey.

         Hijas de María, sed generosas… ayudad animosamente al Papa en estos momentos; preparad vosotras mismas la fiesta de Cristo Rey… la grande y hermosa fiesta de la obediencia y de la caridad, que me será un divino desquite sobre Satanás y los rebeldes que no quieren obedecer.

         Ellos pretenden arrojarme de todas partes y pasarse sin Mí… Vosotras ponedme siempre el primero…

         Quieren una falsa libertad, o dominar a los demás y ponerlos en mayor esclavitud… Pero vosotras, manteneos súbditas de vuestro Cristo; y así seréis libres de la esclavitud de los vicios y de las pasiones, y tendréis el valor de vuestras opiniones…

9.- Las Hijas de María al pie de la Cruz. – Renovar los Votos del Bautismo.

         Ved como María vuestra Madre, tan humilde y anonadada, es intrépida y firme: permanece fija al pie de la Cruz…[7]. Allí es donde la habéis recibido por Madre, así como todos los cristianos. Allí especialmente debéis daros de nuevo a Mí, daros a Ella y por Ella… Permanecer firmes, renovándome las promesas del Bautismo… A Ella que recibió la misión de aplastar la cabeza de la serpiente y que siempre me fue fiel, pedidle os enseñe a decir y practicar: Renuncio a Satanás, a sus pompas y a sus obras… y me entrego a Jesucristo, a su ley y a su Iglesia, para siempre.

         Como pequeñas siervas de Cristo Rey; demostrad por vuestra conducta que mi yugo es suave y mi carga ligera[8]; servidme con pasión, con alegría, con santidad, con amor…

         De este modo seréis verdaderamente hijas de María, y la corona de vuestra Madre… Por Ella seréis también el consuelo de mi Vicario, siendo el consuelo de mi Corazón… y me ayudaréis a reinar sobre la tierra, comenzando por establecer mi reino tan perfectamente como os sea posible en vuestro corazón.

10.- Ser apóstoles por la oración y la obediencia.

         Hijas de María: ¡Yo cuento con vosotras!... Sed apóstoles por la oración y por la obediencia, a imitación de vuestra Madre… En la Misa de cada día, sea que asistáis a ella realmente, o si en absoluto no podéis, espiritualmente… uníos a la oración del Papa y de la Iglesia, para pedir la unión de los espíritus en la verdad y la de los corazones en la caridad… Que mi palabra se realice, así como el gran deseo del Papa, que es también el mío: “Que no haya más que un Rebaño y un Pastor…”[9].

         Orad, orad mucho, hijas de María… Rogad por intercesión de vuestra Madre… para que el Dueño de la mies envíe obreros…[10]. Orad para que todas las ovejas errantes encuentren el redil de la Iglesia, que les he preparado y donde las espero[11].

         No seáis egoístas: pensad en todas estas pobres almas que no me conocen, a quienes se me presenta como un Señor rígido y severo… que no me aman, que no me sirven sino con violencia, y aun así no lo hacen: huyen y temen darse a Mí…

         Mirad a vuestra Madre: en el Cielo María no está inactiva… Vela sobre vosotras y sin cesar ejerce el oficio de Mediadora por los pobres pecadores. Ella quisiera que sus hijas la ayudasen.

11.- Hacerlo todo por María.

         Haced pasar siempre por María vuestras oraciones, vuestros sacrificios, vuestros actos de obediencia… Por María, consagraos a Mí cada vez más en calidad de “pequeñas siervas…” siervas de Cristo Rey…

         ¡Qué llena será la vida de una hija de María que siempre haya vivido en la intimidad con su Madre, bajo su mirada vigilante, que le descubrirá, lo que me puede desagradar y también lo que me puede agradar más! ¡Y cómo ayudará María a su hija a practicar el bien!

         ¡Adelante, pequeñas siervas del Señor! Adelante en la obediencia, con María, como María… bajo el impulso del Papa mi Vicario, vuestro Santo Padre… para apresurar mi Reinado sobre la tierra… ¡mi reinado de Amor!

P. M. SULAMITIS.




[1] Luc. XI, 28.
[2] Joan. II, 5.
[3] Tob. XII, 7.
[4] Encíclica “Quas primas”, proclamando a Cristo Rey. 11 diciembre 1925.
[5] Joan., XVI, 13.
[6] Ephes., VI, 6, 7; Colos., III, 22.
[7] Joan., XIX, 25.
[8] Matth., XI, 30.
[9] Joan., X, 16.
[10] Matth., IX, 38; Luc., X, 2.
[11] Matth., IX, 36; Joan., X, 16; I Ep. Petri. II, 25.