sábado, 27 de agosto de 2016

"Mensaje del Amor Misericordioso: A las almas probadas por el sufrimiento y la adversidad".


1.- Gozo en las pruebas. – Unirse a Jesús con María.

        Regocijaos en el Señor, ¡oh vosotros los que sois despreciados, humillados, contradecidos, juzgados, condenados… los que veis vuestros planes frustrados, vuestro celo paralizado…, hundirse todo en torno vuestro…, los que sois traicionados, mal correspondidos, abandonados… y que ahora mismo os halláis en las más profundas tinieblas, en desamparo interior… y parece que estáis privados de todo socorro… Regocijaos, sin embargo, por encima de todo de lo que sentís; es la hora del Calvario; mirad a María y con Ella permaneced en pie… así, cerca de la Cruz, unidos íntimamente, ajenos a toda opinión y sentimiento, puesto que todo lo que os rodea son tinieblas, silencio…, salvo del lado de los que blasfeman e insultan vuestro dolor.

            Si, permaneced ahí, con María, unidos al sacrificio del Salvador… a esta Hostia que hasta el fin de los siglos será ofrecida en todos los altares del mundo…; unidos a esa primera Misa que contiene todas las Misas…; unidos en un sencillo acto, sin mirar más que a Mí, adheridos a mi oblación.

2.- Disposición interior de humildad, de caridad, de conformidad.

            Permaneced también vosotros en un santo silencio, no sólo exteriormente evitando toda queja, todo lamento, sino también interiormente. No os permitáis ni una sola mirada voluntaria sobre las causas, las consecuencias…, sobre los que han contribuido a este sufrimiento; abrazadlos a todos en vuestro corazón, pidiendo para todos las gracias de mi Amor Misericordioso, el cumplimiento de mis designios, mi gloria en ellos.

            Permaneced sencillos y humildes… en mi Amor… No juzguéis a los que os juzgan, tengan o no derecho a ellos…; excusadles a todos y pensad caritativamente de ellos… Si alguna autoridad superior interviene y os condena, guardaos todavía más de quejas y censuras, pues eso sería ofenderme y perder el fruto que yo pretendo saquéis de la tribulación. Lo que debéis hacer es humillaros, considerándoos inferiores al que os condena, pensando que hubierais sido capaces de hacer un daño incomparablemente mayor del que se supone en vosotros… Avívese en vosotros el espíritu de fe, tanto más cuanto más sufráis y menos comprendáis… ¿Qué importa?... Creed que cada uno obra según su gracia y que la vuestra en estos momentos consiste en mantenerse bien humildes, bien sumisos y desconfiados de vosotros mismos, pero más que nunca entregados a la obediencia, viéndome siempre en mis representantes y aceptando todas sus disposiciones, todos sus dictámenes… consideraos siempre sus inferiores, de corazón, de espíritu, de voluntad. Someteos, no al hombre y a su criterio, sino a lo que os manifiesta como representante de la autoridad de Dios. Así como debéis tender siempre a uniros en Mí y a Mí debéis someteros y a Mí es a quien debéis obedecer, del mismo modo en todos estos encuentros, jamás debéis juzgar al que os juzga y condena, sino asentir humildemente, pensando: es el Señor quien lo hace o lo permite para que yo le rinda homenaje de obediencia y fidelidad.

3.- Pureza de fe en la sumisión. – Vigilar y orar. – Colocaos cerca de María.

            Que este sea el gran pensamiento que domine en vuestras almas: ofrecedme vuestro servicio y vuestro amor… En estos momentos, no seáis una carga para los que os gobiernan; que nada debilite vuestro espíritu de fe, vuestra sumisión, vuestra adhesión. Esas son, verdaderamente las horas que más han de valeros, aquellas en que puedo probar si me sois fieles, si verdaderamente os amáis, si vuestra obediencia depende de las personas o de las cosas… o si sólo existe en aquello que es según vuestra inclinación y agrado… Por eso os digo: regocijaos en esta hora… regocijaos sobrenaturalmente… Este es el instante en que mejor podéis asemejaros a vuestro Maestro. Mas porque sois débiles, muy débiles, y por vuestro propio esfuerzo no podéis permanecer en pie, permaneced muy cerca de María; vigilad y orad para que no os sorprenda la tentación. Y sobre todo, no os entretengáis en mirar hacia atrás o hacia adelante, vuestra gracia está en el momento presente…

4.- Permanecer en paz y en amor. – Las gracias del Calvario son gracias de predilección.

            Permaneced en mi paz; permaneced en mi amor. Para esto sed sencillos, tened un corazón humilde y manso… No imitéis a los que vacilan al menor solo de viento… Yo permanezco siempre el mismo: os amo; creed en mi amor… Amad a vuestros hermanos, a todos vuestros hermanos… Bendecid mi santo Nombre, acordándoos de que las gracias del Calvario son gracias de elección; que allí encontraréis a mi Madre, a Juan, a Magdalena y a algunas mujeres fieles al pie de la Cruz: permaneced con ellas.

P. M. SULAMITIS.